Existen aspectos clave a los que hay que atender al momento de controlarla cuando se manifiesta en forma patológica
SALUD - 15 de Diciembre, 2017
La mayoría de las personas cree haber tenido ansiedad en algún momento, debido a una situación de estrés o a alguna alteración en su rutina. Pero, ¿qué es la ansiedad? Se trata de un sistema de alerta que tiene el organismo ante situaciones consideradas amenazantes y cuya función principal es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas, de modo tal que no se produzcan o se minimicen sus consecuencias. Sin embargo, existen factores que hacen que este mecanismo actúe de forma alterada. El problema se presenta cuando la activación psicológica y fisiológica que acompaña a esta respuesta alcanza niveles muy altos. En consecuencias, la persona comienza a tener síntomas físicos y psicológicos que comprometen su salud. De acuerdo a los especialistas, hay tres tipos de factores que pueden influir en el desarrollo de un cuadro ansioso: los predisposicionales, los desencadenantes y los de mantenimiento. Los últimos están muy ligados a la forma en que cada persona maneja la ansiedad.
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Los predisposicionales suelen ser factores biológicos -algunos genéticos-, de personalidad o ambientales. Esto significa que hay personas que cuentan con un sistema de alerta más sensible, por un lado, y, a su vez, más complejo de controlar una vez disparado. Respecto de los factores desencadenantes, se trata de situaciones o acontecimientos que son vividos como “puntapié inicial” de los recursos de alerta que posee el organismo. Pueden ser obstáculos para conseguir logros o incluso el consumo de estimulantes y otras drogas. Los factores de mantenimiento, por último, son aquellos que contribuyen a que la ansiedad se “perpetúe” y la persona no pueda mejorar. Pueden ser el afrontamiento insuficiente o erróneo de los problemas de origen de la ansiedad o las soluciones que resultan contraproducentes. Es importante tener en cuenta las fuentes de dónde puede provenir la ansiedad, es decir, las causas de la misma. Se dividen en dos grandes grupos de problemas: por un lado, la obstaculización de planes o necesidades cuya consecución es importante para la persona; y por otro lado, el deterioro de objetivos que ya han sido alcanzados. Los cuadros de ansiedad pueden ser resueltos por la misma persona, con o sin ayuda de un tercero. Existen pautas genéricas que pueden contribuir a su solución, pero en caso de que el cuadro sea más intenso puede que sea necesario concurrir a un especialista.
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Para el control de los cuadros ansiosos es importante tener en cuenta dos aspectos fundamentales. En primer lugar, es importante aprender a manejar la ansiedad y, en segundo lugar, aprender a gestionar las fuentes y las causas que originan la misma. Entre las principales pautas a seguir se encuentran:
  • Evitar la respiración superficial, intensa y rápida -conocida como hiperventilación-, porque agrava la sintomatología ansiosa, genera un aumento de la sensación de ahogo y facilita el camino hacia las crisis de pánico. De a poco, la persona debe tratar de respirar lentamente.
  • Concentrarse en una lectura, un paisaje, una conversación, en lugar de hacerlo en los propios síntomas. La distracción del cuadro ansioso puede ser de gran ayuda para detenerlo
  • En lo posible, no tomar café u otros estimulantes, porque no favorecen nada y aumentarán los factores del cuadro de ansiedad
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