Cristina, el Fondo Monetario y las urgencias de un ministro en campaña presidencial
Sergio Massa obtuvo su foto con CFK para dar comienzo a una campaña electoral que, más allá de las formalidades del calendario oficial, ya se largó con todo. Le resultaba indispensable al ministro-candidato compartir escenario con la Vicepresidenta para traducir en imágenes el acuerdo de palabra.
Para el votante promedio kirchnerista -aquel que se guía por lo que "diga la jefa"- la protocolización ante la escribana política de Unión por la Patria constituye la legitimidad de lo actuado. El acto para recibir en la ex ESMA al trágico avión que utilizó la dictadura para llevar adelante los vuelos de la muerte mutó de la memoria de los 70 al repaso de los últimos días.
IPhone en mano, Cristina repasó mensajes de WhatsApp y conversaciones telefónicas (seguramente encriptadas) para dar SU propia versión de lo acontecido desde el jueves de la semana pasada hasta la medianoche del último sábado. Relató una breve historia en la cual los villanos se encarnaron en Alberto Fernández y su núcleo íntimo -Victoria Tolosa Paz y Santiago Cafiero-, los damnificados en Wado de Pedro (sacrificado y abnegado) y Daniel Scioli (víctima exclusiva del presidente), los beneficiados en Sergio Massa y Agustín Rossi, los promotores de la unidad en gobernadores sin nombre y ELLA misma en el lugar de facilitadora indispensable para que todo llegue a hacerse realidad.
Extrañamente no hubo mención a Juan Grabois, quien obtuvo en tiempo récord la posibilidad de presentarse y además de compartir listas, facilidad que se le fue negada sistemáticamente al embajador en Brasil.
"Le resultaba indispensable al ministro-candidato compartir escenario con la Vicepresidenta para traducir en imágenes el acuerdo en palabras"
Massa, un guiño para los progresistas desencantados
El otorgamiento de esta franquicia es un guiño para los progresistas desencantados, una suerte de "Ahora 2 electoral" para que encuentren la justificación ética de votar a Massa en dos cuotas, eligiendo primero privilegiando sus convicciones para terminar luego en el pragmatismo absoluto con el noble propósito de evitar el triunfo de "la peor derecha". Una alternativa autoproclamada moral necesita de un apóstol con terminales vaticanas.
En el desarrollo del acto -alejado ya del propósito original de Memoria, Verdad y Justicia- hubo avisos parroquiales destinados al titular del Palacio de Hacienda y aspirante presidencial (calificado por la Dra. como fullero; rótulo equívoco para designar a un jugador y tramposo) con relación al Fondo Monetario Internacional y la inflación. "Teléfono para el candidato", expresó alegremente tocándole el hombro al titular del Frente Renovador y candidato de Unión por la Patria.
Terminado el rito iniciático, el hombre de Tigre se dirigió a otro acto en el conurbano para comenzar el raid de la difícil misión de constituirse en el futuro "ismo" del Movimiento Nacional Justicialista: el massismo como etapa posterior del kirchnerismo. No resulta sencillo pero, como le sugiriera la exPresidenta, "para ganar hay que apostar".
Se trata en este caso de una apuesta muy fuerte, al estilo de las del "todo o nada". ¿Improbable? Puede ser, pero no imposible. La tarea urgente luego de la inscripción de la fórmula es obtener de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, el mismo entusiasta apoyo que recibió de los mercados locales, un voto de confianza que se traduzca en los fondos necesarios para garantizar una campaña electoral con relativa tranquilidad cambiaria.
¿El fin del kirchnerismo?
Ya llegará el momento del sufragio secreto, universal y obligatorio que pone papeles en las urnas. Este es el momento del voto calificado que pone o no dólares en las reservas exhaustas del Banco Central. "A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos", decía Borges en su cuento más famoso, El sur. Aplica aquí la literatura para interpretar la parábola kirchnerista. Su primera gestión le pagó al contado una deuda de u$s10.000 millones al organismo internacional para sacárselo de encima, paradójicamente la misma cifra que ahora negocian desesperadamente como adelanto para llegar a diciembre sin más sobresaltos.
Por el momento -y hasta nuevo aviso- la pata K de la coalición se refugia en Buenos Aires, buscando convertirse en un nuevo partido provincial. Quizás el ejemplo de los gobernadores, que desde sus territorios se constituyeron en factores permanentes de poder, haya inspirado esta nueva versión de la resistencia con aguante.
¿De qué dependerá el próximo paso de la estrategia? De los resultados, como enseñara Perón desde su libro "Conducción Política" y Bilardo como DT de la selección. Si Massa y Kicillof ganan, se reeditará el clásico duelo de sillones (Rivadavia vs. Dardo Rocha). Si solo triunfa el gobernador, asistiremos al neokirchnerismo. Si la victoria solo le sonríe a Massa, el peronismo alumbrará un nuevo liderazgo. Si los dos son derrotados la nueva UP se desarmará en mil pedazos.
En el ocaso de su accidentada presidencia, Alberto Fernández, "el hombre que está solo y espera" aguarda su premio póstumo, la recompensa por tantos padecimientos sufridos y generados: ser quien cierre dos décadas de kirchnerismo. Precisamente él, quien tanto se jactó de haber legado a la política grande de la mano de Néstor.