¿Centroderecha por un lado y derecha por el otro?: el dilema de la oposición a meses de las elecciones
En 2015, la coalición que entonces se llamaba Cambiemos tenía una clara identidad de centroderecha. Había triunfado por escaso margen en las presidenciales proponiendo una versión moderada y modernizante para la Argentina, una meritocracia con sensibilidad social y una visión del estado crítica pero no drástica.
Confiaba entonces en la confianza que su victoria generaría en la sociedad para encarar los desafíos. Suponía también que el kirchnerismo se iría derritiendo como manteca al sol fuera del poder y que la buena voluntad de los mercados internacionales de crédito iba a financiar casi sin límites las necesidades de la administración integrada en buena medida por mujeres y hombres del "mismo palo".
El sueño se comenzó a alterar –paradójicamente– luego de la victoria de las elecciones de medio término, cuando parecía más cerca de concretarse. Y se transformó en pesadilla a partir de la corrida cambiaria desatada en abril de 2018 como consecuencia del cierre del financiamiento externo privado. De allí en adelante, a pesar del intento de salvataje del FMI, Mauricio Macri vio reducidas las expectativas solo a completar su mandato.
La "derechización" de Mauricio Macri
Esa experiencia, combinada con su regreso al rol de opositor, operó en el expresidente una transformación ideológica, un corrimiento del centro a la derecha que se vio estimulado, adicionalmente, por el crecimiento de la figura de Javier Milei, el líder libertario que fue ganando centralidad a partir de críticas absolutas al Estado, la casta y el Banco Central. Probablemente, el ingeniero vio en él un alter ego que manifiesta sin ataduras pensamientos comunes a los suyos. En varias ocasiones señaló que sus diferencias con el economista de la Libertad Avanza estaban circunscriptas a modales y formas, no a al marco conceptual en sí.
Días atrás, en un evento organizado por el "círculo rojo", manifestó la necesidad de "semi dinamitar" todo, acercándose mucho más a las posiciones explosivas que le dieron fama a Milei. El libertario no dejó pasar la oportunidad y cursó públicamente una invitación a Patricia Bullrich para fundar un nuevo espacio político y competir en la PASO bajo la clásica consigna de "el que gana conduce, el que pierde acompaña". Adjuntó a su movida electoralista una defensa de Mauricio Macri para reafirmar las coincidencias generales del enfoque y las diferencias con los "tibios" de Juntos por el Cambio.
Más allá de la negativa de la ex ministra de seguridad a sumarse al convite, la movida fue una muestra de astucia del dirigente liberal, pues fue formulada cuando aún resonaban los cruces dentro del PRO por la decisión de Horacio Rodríguez Larreta de convocar a elecciones concurrentes en la ciudad de Buenos Aires. Esa disputa contribuyó a sincerar que las diferencias son mayores a las cuestiones metodológicas electorales y a las lógicas ambiciones personales.
Si faltaba algo para ratificarlo, irrumpió la iniciativa solitaria de María Eugenia Vidal de deponer todas las precandidaturas para concentrarse en la elaboración de un programa común. Aunque no obtuvo eco, sumó otra evidencia del relieve de las diferencias.
Juntos por el Cambio y los dilemas de su interna
La experiencia del Frente de Todos en estos años de gobierno deja lecciones para propios y extraños respecto de dos imposibilidades:
- No se puede dividir el poder formal del poder real.
- No se puede armar una coalición electoral sin una mecánica explícita para funcionar posteriormente como coalición de gobierno.
Hasta poco tiempo atrás, todo indicaba que a Juntos por el Cambio le bastaba conservarse unido para ganar las elecciones. Pero la caída en la imagen del gobierno de las últimas semanas ha sido capitalizada por el crecimiento y la consolidación de Javier Milei, hasta el punto que no son pocos quienes contemplan la posibilidad de que acceda a una segunda vuelta. De allí que algunos halcones fantaseen con la posibilidad de construir una derecha pura, saltando las estructuras actuales para lograr la hazaña de ganar en primera vuelta con la homogeneidad necesaria para avanzar rápido en las transformaciones consideradas imprescindibles.
"Algunos halcones fantasean con la posibilidad de construir una derecha pura, saltando las estructuras actuales"
Cierto es que restan meses para la PASO y que ese tiempo, en la coyuntura argentina, pesa más que en otras latitudes y, por lo tanto, la fotografía de hoy puede mutarse al sepia con velocidad. Pero también resulta evidente que la agudización de la crisis inflacionaria y su impacto en los ingresos de la sociedad, combinada con la incertidumbre cambiaria, puede devenir en un combo que agudice las contradicciones de las dos fuerzas que hegemonizaron la competencia estos últimos años, forzándolas a decisiones que hasta poco tiempo atrás podían resultar inimaginables.