Economía y coaliciones rotas: por qué al Congreso le cuesta "cocinar" la receta del FMI
Una economía rota difícilmente genere una política entera. En nuestro país la estanflación de una década ha repotenciado la fragmentación del sistema político.
Llamamos pretenciosamente coaliciones a los agrupamientos inestables de los pedazos sueltos de nuestras obstinaciones socio-culturales más persistentes: el peronismo y el no peronismo.
La herramienta de las PASO es aprovechada para construir -cuando se puede- alianzas electorales, reagrupaciones de las antiguas identidades en artefactos tan útiles electoralmente como defectuosos a la hora de gobernar. Así, los protagonistas, bajo la apariencia de la unidad en torno a valores muy generales mantienen diferencias conceptuales y procedimentales muy significativas que se traducen -cuando acceden al poder ejecutivo- en armados ministeriales débiles, sembrados de desconfianza y poco operativos.
Cada dependencia gubernamental está loteada alterando el principio fundamental de autoridad que debe poseer cualquier organización, especialmente una vinculada a la construcción de decisiones con impacto público. Las lógicas para constituir "equipos de gestión" se llevan adelante para compensar los espacios y multiplicar los controles cruzados. De allí que, desde hace ya mucho tiempo, no abunden las reuniones de gabinetes. Es muy riesgoso convocar encuentros de gente que se detesta. En todo caso, alguna para la foto, pero no mucho más.
Acuerdo con el FMI y la fragmentación
El acuerdo con el Fondo Monetario (FMI) exhibe todas las grietas operando como una auténtica selfie sin filtros para una piel añosa y castigada. No es que hicieran falta pruebas porque, de la existencia de internas sin mecanismos institucionales de mediación, hay muestras de sobra en ambas coaliciones. El problema procura maquillarse con transitorios arreglos interpersonales. A veces se puede y otras veces no.
Suele tratarse de gente áspera para los vínculos. A la dificultad de la variación de los humores, caracteres, opiniones y ambiciones personales deben sumarse la representación de intereses sectoriales contrapuestos. De allí las idas y vueltas, marchas y contramarchas. Al final del camino no hay un liderazgo que sintetice y laude sobre las pugnas, ni en el oficialismo, ni en la oposición.
"Bajo la apariencia de la unidad en torno a valores muy generales, las coaliciones mantienen diferencias conceptuales y procedimentales muy significativas"
A pocos días del vencimiento con el FMI hay incógnitas en el centro y certezas en los extremos. Para la izquierda del FIT y la derecha de Milei y Espert no hay dudas: votar en contra de todo el acuerdo es la consigna. Los unos, condenando el "ajuste sobre el pueblo trabajador"; y los otros, rechazando el "ajuste sobre el sector privado".
Entre las fuerzas mayoritarias hay un principio de consenso, pero parcial. Se limita únicamente a la autorización de financiamiento para evitar el default. Después, chocan los planetas cuando hay que tratar las medidas concretas económicas, monetarias y financieras.
La separación en distintos artículos de una cosa y la otra fue una demanda de la oposición que no quería quedar pegada con el Gobierno y una concesión rápida de los diputados oficialistas para facturarle a Guzmán su individualismo en las negociaciones. Sin dudas, el ministro no está pasando por su mejor momento.
No son pocos los legisladores del Frente de Todos que temen que si los aumentos de tarifas no alcanzan para bajar el déficit, las provincias sean el pato de la boda. Desde el interior temen que "el joven manos de tijera" pode aportes nacionales para sus distritos, exija aumentos del impuesto inmobiliario y refuerce controles sobre deudas y gastos locales. La letra del proyecto lo habilita a todo eso.
Acuerdo con el Fondo y la grieta en la oposición
Los integrantes de Juntos por el Cambio están "separados por el acuerdo". Los legisladores del PRO rechazan la acusación de fugadores seriales y viven como una provocación tanto la denuncia a Mauricio Macri y sus funcionarios ante la Justicia como el texto introductorio del proyecto de ley. Resulta muy improbable que ofrezcan la otra mejilla o que respondan a una declaración de guerra con un ramo de olivo, aun cuando se acerque el tiempo de Pascuas.
Si no permanecieron siquiera un rato ocupando las bancas en la Asamblea Legislativa, parece ilusorio que voten a favor del plan económico oficial. Darán el sí a la puerta giratoria del stand by (los nuevos u$s45.000 millones para que Alberto pague los viejos u$s45.000 millones que le dieron a Mauricio) y se negarán a acompañar el resto. Si esa fuese la postura de toda la coalición, la ley podría terminar mal.
"Los integrantes de Juntos por el Cambio están "separados por el acuerdo". Los legisladores del PRO rechazan la acusación de fugadores seriales"
Allí es donde aparecen los radicales, menos ofendidos que sus socios macristas y, por lo tanto, mejor predispuestos a buscar alternativas superadoras. Conocedores del reglamento y los rituales parlamentarios, podrían facilitar los trámites y evitar el naufragio sin que se note demasiado su labor de rescatistas.
Con todos estos ingredientes deberá Sergio Massa preparar el plato de esta edición especial del Masterchef político 2022. Todo muy artesanal y apresurado para cocinar una receta que Kristalina pensó sin demasiadas sofisticaciones. No es hora para paladares refinados. Un modesto menú del día para ir engañando el estómago y dejar a todos moderadamente inconformes.
El postre será responsabilidad del Senado. Y la que cocina ahí, hasta ahora, no da pistas. Pronto veremos que le depara la gastronomía del poder a la mesa de los argentinos.