Alberto y la crisis de Ucrania: el peligro de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado
Cada vez que la paz mundial se sacude con acontecimientos como la actual crisis en Ucrania, surge desde el plano del análisis de la escena local una pregunta obvia: ¿dónde estamos parados en este conflicto? Una pregunta que, siendo realizada desde un Estado periférico al conflicto, tiene más el ánimo de identificar cuáles son los riesgos de la posición Argentina, que los beneficios. Y en ese sentido, surge la natural necesidad de protegernos del peligro de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado.
Una forma de definir la política exterior de un Estado es describirla como el conjunto de acciones realizadas, en el marco de su relacionamiento con el resto de los Estados del planeta, con el objetivo de perseguir la consecución de sus intereses estratégicos. Si partimos de esa definición, deberíamos evaluar la política exterior del Gobierno de Alberto Fernández, y su posicionamiento respecto de este conflicto particular en Ucrania, según cuáles son hoy los intereses estratégicos que nuestro país persigue.
Si consideramos que no tenemos hipótesis de conflictos que amenacen nuestra integridad territorial, ni riesgos exógenos que afecten seriamente la seguridad de nuestros ciudadanos (el creciente flagelo del narcotráfico tiene por ahora más origen local que internacional), queda evidentemente claro que nuestros intereses estratégicos están vinculados a la necesidad de sanar y luego fortalecer y potenciar las posibilidades de nuestra economía, para brindarle a los ciudadanos de este país condiciones propicias para su crecimiento y desarrollo, y como consecuencia de ello, lograr mejorar su calidad de vida.
Esos intereses estratégicos no pueden buscarse sin respetar las normas y el derecho internacional, ni la defensa inclaudicable de los derechos humanos. Tampoco en política exterior el fin debe justificar los medios, sobre todo si los medios vulneran la tradición pacifista y multilateralista de nuestro país.
Guerra Rusia - Ucrania: ¿hay riesgos para Argentina?
Dicho todo lo anterior, ¿puede este conflicto presentar riesgos para la Argentina? Y la respuesta es sí, sobre todo como consecuencia del error diplomático que cometió el presidente Alberto Fernández en ocasión de su reciente gira por Rusia, cuando el conflicto ya había abandonado claramente su estadio germinal. Un error que pudiera encuadrarse dentro de la categoría de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
A saber: el error de hablar en un sentido crítico en una reunión bilateral con el presidente que protagoniza uno de los conflictos potencialmente más peligrosos de los últimos 30 años, de un tercer país (Estados Unidos), que además de estar involucrado directamente en ese conflicto defendiendo una posición contraria al interlocutor de la reunión bilateral, es un país clave para resolver el principal desafío estratégico que tiene la Argentina en este momento, que es encontrar una solución a la deuda con el FMI.
Para aumentar los riesgos ocasionados por ese error diplomático, Alberto Fernández le ofreció a Vladimir Putin, ser la "puerta de entrada" de Rusia en Latinoamérica, cuando ese país amenaza a Estados Unidos con un despliegue militar en países de Latinoamérica si Estados Unidos y la Unión Europea deciden avanzar con al incorporación de Ucrania a la OTAN, el Tratado de asistencia recíproca en materia de defensa que integran las principales potencias occidentales.
Es por estos antecedentes inmediatos que la posición de neutralidad de la Argentina frente a este conflicto pudiera ser una posición riesgosa, si Rusia persiste en provocaciones como el reconocimiento de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, y la amenaza de la presencia de tropas rusas en el Dombás, lo que representó una retirada efectiva de Rusia del Protocolo de Minsk.
EE.UU. versus Rusia: la rivalidad, en la política argentina
Pero los riesgos en esta ocasión no solo provienen específicamente de la política exterior, sino también de la conexión de ella con la política doméstica. ¿Qué vínculos políticos, culturales, idiosincráticos, incluso de respeto por los valores democráticos tiene la Argentina con las potencias protagonistas del conflicto? ¿Cómo pararnos en este conflicto en relación a la relación que la Argentina tiene con las potencias de occidente y con la Rusia de Vladimir Putin? Es cierto que en una parte de la sociedad argentina prevalece un histórico sentimiento antinorteamericano, pero la mirada que tiene la sociedad argentina sobre Putin pareciera ser mucho más negativa que la que tiene de los Estados Unidos.
"Nuestros intereses estratégicos están vinculados a la necesidad de sanar y luego fortalecer y potenciar las posibilidades de nuestra economía"
En un estudio realizado en 2019 por el prestigioso centro de investigación Pew Reaserch, la figura de Vladimir Putin registraba un nivel de desconfianza de 51% en la Argentina, con un nivel de confianza de 30% y con un 19% de desconocimiento. El mismo Pew Reaserch registraba ese mismo año, un nivel de imagen favorable de los Estados Unidos en Argentina de 41%, con un nivel de imagen desfavorable de 39%. Un saldo ligeramente favorable y que quizá hoy sea algo más holgado, ya que aquel estudio se realizó en tiempos de Trump, una administración que perjudicó los niveles de reputación de los Estados Unidos en el mundo.
En definitiva, ni por los intereses estratégicos de la Argentina (resolver la deuda con el FMI), ni por condiciones propias de la política doméstica (en la opinión pública local genera más rechazo Putin que los EEUU), tiene inteligencia la decisión de la Argentina, por ahora, de sobreactuar neutralidad sin cuestionar las provocaciones militares de Putin. Provocaciones que han violentado tres principios fundamentales de la carta de la ONU:
- La proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
- El respeto a la integridad territorial e independencia política de los Estados.
- La no intervención en los asuntos internos de los Estados.
"La mirada que tiene la sociedad argentina sobre Putin pareciera ser mucho más negativa que la que tiene de los Estados Unidos"
Argentina y los dictados del realismo periférico
Si como enseña el realismo periférico -doctrina que por tradición ha orientado mayormente la política exterior de los países de la región-, la autonomía ejercida por un Estado en su posicionamiento internacional no se entiende como libertad de acción sino en términos de costos de utilización de esa libertad.
La Argentina no tiene mucho margen para no alinearse a la comunidad occidental frente a los arrebatos militares del Kremlin. Salvo que tenga sentido que un Gobierno pueda obrar en contra de sus propios intereses y conveniencia.