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Cuatro restaurantes para comer al aire libre y disfrutar los últimos días de calor en Buenos Aires

El verano se va, pero todavía hay tiempo para comer al aire libre. Descubrí cuatro bares y restaurantes con decks ideales para aprovecharlo
19/03/2025 - 18:56hs
Decks en Buenos Aires (1280 x 720)

Los decks de la pandemia nunca se levantaron, y en la ciudad cada verano los bares y restaurantes suman un porcentaje de su facturación gracias a estas mesas extras que prolongan las veredas. ¿Cuánto impactan en el día a día y qué sucede cuando llegan los días más frescos? Cuatro lugares donde disfrutar de comer al aire libre antes de que el sol del verano ceda al otoño en Buenos Aires.

No sin quejas de algunos vecinos, los decks que amplían las veredas de bares y restaurantes ya son parte del paisaje urbano. Si bien se habilitaron por ley en 2017, se multiplicaron en los últimos tiempos de la pandemia como una alternativa para salvar al rubro de la gastronomía.

Lejos de desaparecer con la vuelta a la normalidad, estas vereditas se transformaron en una opción que muchos comensales eligen y en una oportunidad para sumar cubiertos al cierre de la facturación diaria.

Cuando llega la primavera, los restaurantes y bares con decks -así como terrazas y patios interiores- se convierten en imanes tanto para locales como turistas. En San Telmo, frente a la Parroquia de San Pedro González Telmo, el restaurante vasco Sagardi cuenta que sus mesas al aire libre representan el 10% de las ventas del día, aunque en invierno el espacio funciona con menos asiduidad por no estar completamente cerrado.

"El público sigue eligiendo esa veredita, en parte por el atractivo del barrio y, claro, porque es un espacio apto para fumadores", cuentan desde la sede porteña del restaurante creado por el español Iñaki López de Viñaspre.

El deck con sus mesas invitan a disfrutar del aire libre y a su vez, les permite facturar un 10% más
El deck invita a disfrutar al aire libre y, a la vez, incrementa la facturación en un 10%.

Algunos lugares sacan aún más provecho. El Bodegón de Olivera, en Parque Avellaneda, obtiene un 35% de su facturación del espacio exterior. "A los clientes les encanta la brisa de las noches de verano, y lo prefieren cuando vienen en grupo, para armar mesas largas. Además, tenemos un gazebo grande que da sombra para los almuerzos", explica Cristian Díaz Gattuso, dueño de Olivera y de Populacha, el bar oculto en el mismo espacio.

En la zona más linda de Palermo, cerca del Botánico, Ximena Sáenz, una de las caras más televisivas de la gastronomía argentina, tiene una vereda llena de plantas y sillones en Casa Sáenz. "Por supuesto que nuestra terraza funciona después del verano", dice. "En los últimos otoños sumamos mantitas tejidas a mano por una productora del norte del país, que permiten disfrutar el cambio de estación". "La verdad es que hemos notado que en los últimos tiempos hay una valoración enorme de la gente a los espacios abiertos. Ver el cielo, encontrarse con los vecinos, mirar a los transeúntes … Hay mucha magia en esto", agrega la cocinera, aunque no puede precisar un número de facturación, ya que la ocupación varía según la temporada.

Cuatro espacios donde comer bajo el cielo porteño

Sagardi, en el corazón de San Telmo

Muy conocido por sus pintxos - rodajas de pan sobre las que descansa una ración de comida, pinchada con un palillo - que pueden comerse en la barra de la entrada, también sirve en el salón del fondo elaborados platos tradicionales de la cocina vasca. Desde su vereda, con vistas al barrio y a la Parroquia de San Pedro González Telmo, se pueden probar las 30 variedades de pintxos o pedir algún principal.

Entre las tapas frías más elegidas están la de jamón crudo, la tortilla de papas, el salmón con queso fresco y el brie con tomate confitado. Entre las calientes, el clásico indiscutido es la txistorra a la parrilla (18.000 pesos).

Para quienes buscan una experiencia más completa, el restaurante, fundado por los hermanos Iñaki y Mikel López de Viñaspre, ofrece un menú degustación que recorre lo mejor de la cocina vasca: txistorra frita, tortilla de bacalao estilo Roxario, bacalao frito como en las sidrerías y el emblemático txuleton de vaca vieja a la parrilla. El cierre perfecto lo pone el pastel vasco. Todo por $65.000 por persona (mínimo dos comensales).

Sagardi Argentina, Humberto 1º 319.

Ávito, el convento de monjas de Devoto

Abrió a fines de 2024 y es un bistró & café 100% artesanal en un ex convento de monjas con 120 años de historia. Es el primer proyecto en Buenos Aires del chef y consultor cordobés Julio Figueroa.

Sus techos altos y grandes ventanales dejan pasar la luz natural, generando un juego de luces atractivo. Sobre la arbolada calle Pareja, el deck tiene mesitas de hierro blanco protegidas por pérgolas y cortinas etéreas que invitan a disfrutar al aire libre. Suma 16 mesas y 32 cubiertos, además de otros 30 en el interior. Es pet friendly.

Además de opciones para desayunar y merendar, armaron un brunch que es la estrella: por $30.000 se sirven quesos y hongos, scons de calabaza, croissants y yogur con frutas y granola.

Ávito Bistró Café, Pareja 3670.

Casa Sáenz, de Ximena Sáenz

En 2022, después de más de una década frente a las cámaras, Ximena Sáenz decidió iniciar una nueva etapa en su carrera y abrió su propio restaurante. Casa Sáenz nació en Belgrano, en la esquina de Echeverría y Arcos, y luego sumó una segunda sede en República Árabe Siria y Juan María Gutiérrez, en Palermo, cerca del Botánico. El nombre de su emprendimiento es en honor a la ferretería que sus padres abrieron en Monte Grande en 1968.

El deck de la sucursal de Palermo siempre tiene las mesas ocupadas. El ticket promedio ronda los $45.000 por persona, y algunos de los platos más pedidos son las croquetas de tomate griegas, los langostinos dorados con gazpacho de palta, el tartar de berenjena ahumada y las anchoas de Mar del Plata.

Casa Sáenz, Echeverría 2102 & República Árabe Siria 3001

  Este pequeño espacio de Casa Sáenz es el preferido y siempre está lleno; ir temprano es lo mejor
Este pequeño espacio de Casa Sáenz es el preferido y siempre está lleno; ir temprano es lo mejor

Olivera el Bodegón

En una esquina de 1943, frente a la plaza Domingo Olivera y a una cuadra y media del Parque Avellaneda, este bodegón de platos grandes y mesas largas es un homenaje a la cultura porteña.

Desde afuera, nadie imaginaría la magia que esconde en su interior: un sótano en transformado en bar y que aunque bien escondido supo ganarse un espacio en la escena de la gastronomía porteña. Inspirado en los abuelos de Cristian Díaz Gattuso, su inquieto creador, cuando en pandemia el Gobierno de la Ciudad habilitó las mesas en la calle crearon un menú que llamaron "vermú y veredita", un éxito que los trajo a la pospandemia, con opciones ahora de entradas, pastas, cazuelas, milanesas y parrilla.

La cocina es la esperada en un bodegón de barrio: sabrosa, casera, con platos abundantes y algún toque especial, sin pretensiones. El precio promedio varía entre $20.000 y 30.000 pesos.

Olivera, Av. Olivera 901.

 La esquina del Bodegón Olivera tiene toldos dignos para comer al aire libre con o sin lluvia
La esquina del Bodegón Olivera tiene toldos dignos para comer al aire libre con o sin lluvia

Lo que comenzó como una medida de emergencia para  los bares y restaurantes en tiempos de pandemia, se convirtió en una costumbre instalada en la vida urbana. Ya no es solo una cuestión de sumar mesas: comer en la vereda es una experiencia en sí misma, una forma de disfrutar la ciudad con otros ritmos y perspectivas.

Bajo la sombra de los árboles, con una copa de vino en la mano o un café en una mañana soleada, los decks pasaron de ser una solución improvisada a un escenario elegido por porteños y turistas que buscan aire libre, encuentros y una mirada distinta de Buenos Aires.

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