Es coleccionista, vive en Mendoza y es fanático de las radios antiguas: así es su colección
Mientras hoy todo pasa por los celulares, Daniel Di Giuseppe, un mendocino de Las Heras, dedica su vida a su gran pasión: coleccionar radios antiguas. En el quincho de su casa, espacio de reunión familiar de cada fin de semana, exhibe más de 90 radios que abarcan casi un siglo de historia, todas en perfecto estado de funcionamiento.
Este curioso museo casero comenzó hace 17 años, cuando junto a su esposa Patricia, con quien acaba de celebrar 36 años de casados y con quien tiene dos hijas, compraron su casa. Necesitaban lámparas antiguas que vayan con el estilo arquitectónico de su nuevo hogar, pero esa búsqueda para el hogar terminó siendo una aventura inesperada cuando, en lugar de una lámpara, Daniel ganó una radio a válvula en una subasta online por $55. Es una de marca genérica fabricada por radiotécnico aficionado. Aunque la radio llegó con un vidrio y una resistencia rota y no funcionaba, Daniel la reparó.
"Estas radios vienen con válvulas que al encenderlas se calientan y despiden un olor particular, un olor que inmediatamente me transportó a mi infancia cuando con mi hermano, luego de hacer un curso por correspondencia, nos dedicamos juntos a arreglar radios. Ese recuerdo hizo que nunca más, al menos hasta hoy, pudiera dejar de coleccionarlas", cuenta Di Giuseppe a iProfesional desde el quincho de su casa a través de una videollamada.
Es que Daniel, técnico electromecánico de profesión y radioaficionado por elección, aprendió a arreglar radios cuando tenía 8 años, leyendo los fascículos sobre radio y televisión que semanalmente su hermano mayor recibía de un curso por correspondencia que había contratado.
"Estamos hablando de comienzos de los 70 y acá no había escuelas que enseñaran electrónica, entonces mi hermano, que tenía 14, empezó a estudiar a distancia con fascículos que llegaban desde Buenos Aires hasta el pueblo, y yo, que soy seis años y medio menor, aprovechaba para aprender con él, siempre fui muy curioso y me gustaba hacer inventos raros", recuerda el coleccionista evocando la Citroneta amarilla que traía los fascículos a la única estafeta postal del pueblo ubicada justo en diagonal a su casa.
Las radios llegan a sus manos de distintas formas: amigos o conocidos que se las regalan o venden tras la muerte de algún familiar, y otras las compra en casas de antigüedades. "En este rubro no es habitual el intercambio porque la realidad es que las atesoras y además raramente los coleccionistas de radios tenemos piezas repetidas. En promedio, por este tipo de radios, como mucho, pueden pedir alrededor de $1 millón", explica.
Radios, historia y un quincho familiar como museo
Entre los tesoros que alberga en su quincho se encuentra una Grundig alemana de 1959, que fue a buscar a Chile. "Es una radio muy completa que venía con ecualizador gráfico y FM. Acá en Mendoza, recién en los 78, dos emisoras empezaron a transmitir FM, es decir, casi 20 años después de esta radio", explica Daniel.
También posee una Tefifon alemana de 1956 con FM y reproductor de cinta no magnética, una Geloso italiana que funciona con batería de 6 voltios, y aunque tiene una Fonola Lord de 1914, las más antiguas de su colección son una Philco de 1930, que también trajo de Chile, y una Telefunken alemana de 1931, adquirida en una tienda de antigüedades en Mendoza.
Hay una radio que siempre soñó tener y que recién ahora consiguió: una Westinghouse de los 50, conocida como la "heladerita" porque venía con una heladera incorporada para la hora del picnic, "La conseguí gracias a un chico de Rosario que me contactó tras la muerte de su abuelo, que también coleccionaba radios. Tiene 97 piezas; unas cosas increíbles", dice entusiasmado, contando los días para viajar e ir a buscarla.
No obstante, como los sueños están para renovarse, ahora, dice su sueño es tener una Rocola, pero que aunque la pasión es grande, Di Giuseppe mantiene firme los límites económicos que no está dispuesto a cruzar. "Por una pueden pedir entre 2 y 3 millones de pesos, no me parece", dice un poco resignado.
El futuro de una colección única
Para mantener en funcionamiento su colección, Di Giuseppe tiene también un impresionante stock de repuestos en una despensa: válvulas, perillas, botones, tornillos y tornillitos; no le falta nada. Cuando puede, se hace traer válvulas del exterior y, para reemplazar las que ya no se consiguen, utiliza válvulas nuevas diseñadas para amplificadores de guitarra. "De todas maneras, sigue habiendo mucha cantidad de válvulas N.O.S, es decir, New Old Stock (Nuevas de Viejo Stock), por lo que buscando se pueden encontrar originales de repuesto", explica.
El futuro de las radios es una pregunta constante para el coleccionista, especialmente desde que su hermano falleció hace dos años. Entre sus pensamientos sobre qué hacer con las radios cuando él ya no esté, se debate entre vender todo y quedarse con las tres o cuatro que más quiere o la idea de poner un museo o un bar temático.
Por ahora, está pensando en que lo mejor es dejarle anotados a su hija mayor, Agustina, los valores que puede pedir por cada radio para que, si decide venderlas, al menos no las malvenda.
Mientras observa cada radio con una mezcla de orgullo y nostalgia, Di Giuseppe dice que para él, coleccionar radios antiguas no es solo un pasatiempo, sino una forma de conectar con su historia, con su hermano y con esos años en que aprendía a reparar cada pieza con esmero y curiosidad.
"Al final, lo más valioso no es la radio en sí, sino los recuerdos y la pasión que despiertan", reflexiona.