La verdadera historia de Melchor, Gaspar y Baltasar: no eran 3 ni eran reyes magos
La Iglesia Católica celebra este jueves, como cada 6 de enero, la llegada de los Reyes Magos.
Conocida como la fiesta de la Epifanía, que significa revelación y refiere al hecho de que Jesús, aquel hijo de José y María, fue reconocido a los ojos del mundo como Dios gracias a la visita de unos sabios llegados de Oriente.
El Evangelio de Mateo no especifica si realmenete eran tres. Habla de unos sabios que llevaron tres presentes, eso sí. Y parece que a partir de este número se estableció que eran tres. Como mínimo, son los que se necesitaban a la hora de representarlos artísticamente para que cada uno llevara un presente. Sin embargo, la Iglesia armenia aún hoy considera que son doce.
En cuanto a los nombres, Mateo no los especifica, y los evangelios apócrifos, tampoco. Parece que la primera documentación de los tres nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar) es un mosaico de la basílica de San Apolinar el Nuevo, en la ciudad italiana de Ravena, aunque algunos estudiosos habían atribuido a Beda el Venerable la fijación de estos nombres, comsigna un artículo de La Vanguardia.
Pero el sabio inglés vivió en los siglos VII y VIII, y los mosaicos de Ravena son anteriores o, como mucho, contemporáneos. Otro vestigio está en el evangelio armenio apócrifo del siglo VI que habla de la niñez de Jesús. En cualquier caso, es en esta época cuando se fijan y popularizan los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, que se han mantenido invariables hasta hoy.
Tampoco eran reyes. De hecho, Mateo y todas las referencias posteriores lo dejan claro: "Unos sabios de Oriente".
Según las traducciones de la Biblia, en otros casos se habla de magos, pero también en el sentido de personas sabias, que entronca con la teoría (no compartida por todos los estudiosos) de que eran sacerdotes persas, seguidores de Zoroastro, quien reinterpretó la religión mazdeísta, con dos dioses (uno bueno y otro malo), en uno solo.
La astrología no dejaba de ser una rama de las interpretaciones religiosas, por lo tanto todo cuadra si pensamos que aquellos magos observaban el cielo y siguieron aquella estrella nueva que marcaba un camino.
Con respecto a ese astro, las teorías sobre un posible cometa son variadas, pero ninguna acaba de coincidir con las fechas aproximadas del nacimiento de Jesús, consigna La Vanguardia.
Entonces, ¿por qué hoy son reyes? Esta nueva dignidad se establece a partir de las profecías del Antiguo Testamento, que hablan de la llegada del Mesías, a quien incluso los reyes adorarán.
¿Había uno negro?
Este es otro de los inteerrogantes que plante el diario La Vanguardia. Hasta el siglo XV, no lo parece. Las representaciones de la alta y la baja edad media los muestran como tres hombres blancos, y los diferencian por la edad. Las tres edades del hombre era un tema recurrente en el arte y se aplicó a los tres sabios.
Pero a caballo entre los siglos XV y XVI, con la llegada del Renacimiento, se introduce la piel oscura del tercer sabio y se interpreta como si cada uno proviniera de uno de los tres continentes conocidos: Europa el blanco, Asia el rubio y África el negro.
Aquellos magos observaban el cielo y siguieron aquella estrella nueva que marcaba un camino.
Por eso, en algunas representaciones artísticas (y también en algunos belenes napolitanos) cada rey va con un animal distinto: un caballo, un elefante y un camello.
También se quería representar, a partir de los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet), las tres estirpes que repoblaron la Tierra tras el diluvio universal.
El significado de los regalos
En la simbología de los presentes hay una interpretación clara: cada uno recuerda una de las cualidades del recién nacido. El oro, porque es rey de reyes; el incienso, porque es la ofrenda a los dioses y remarca su carácter divino, y la mirra, que se empleaba para ungir a los muertos, recuerda el cuerpo mortal de Jesús.
Las reliquias de aquellos sabios llegados de Oriente (que acabaron siendo tres, con nombre propio, uno de cada edad, uno de cada continente conocido y con dignidad de reyes) se veneran hoy en la catedral de Colonia, y su leyenda se ha convertido en una de las más bellas de la cristiandad.