Ya es legal Sarco, la máquina para suicidarse, en Suiza: así funciona
Sarco, la cápsula que permite el suicidio asistido, consiguió las autorizaciones oficiales y ya puede ser usada en Suiza.
Se trata de la marca de uno de los productos más controvertidos de los últimos años: una especie de sarcófago con tecnología de última generación que facilita el acceso a la muerte (suicidio asistido) en los países donde esta práctica está aprobada.
El dispositivo, una cápsula de fibra de carbono y vidrio, ya recibió la homologación de la legislación suiza y puede ser comercializado en ese país.
Fallecimiento indoloro
El sistema fue creado hace tiempo por Philip Nitshke, un físico australiano que desde comienzos de siglo lucha por los derechos vinculados a la eutanasia.
La cápsula le permite a las personas controlar desde adentro un sistema por inhalación de nitrógeno que lleva al fallecimiento indoloro de los pacientes.
"El año pasado, buscamos asesoramiento legal de alto nivel sobre el uso de Sarco para muerte asistida en Suiza. La evaluación ya fue concluida y nos sentimos muy satisfechos con el resultado porque confirmó que no habíamos pasado ningún detalle por alto. No existe el menor problema legal", adelantó Nietschke, en una entrevista con un medio local.
Según indica el producto, las personas se duermen y mueren de forma rápida, "sin pánico y sin sensación de ahogo", dice la compañía.
Donde la eutanasia no es legal, este producto, obviamente, no tiene ningún sentido. Sin embargo, cobra relevancia en Suiza, donde el denominado "suicidio asistido" sí lo es.
"A menos que surgieran dificultades imprevistas, esperamos estar listos para que Sarco esté disponible en Suiza a partir del próximo año. Ha sido un proyecto muy costoso hasta ahora, pero creemos que estamos muy cerca de ponerlo en marcha". Además, Nitschke adelantó que se está trabajando en un tercer modelo de la máquina y "si todo va bien debería estar lista para funcionar en Suiza en 2022", agregó su creador.
Eutanasia y suicidio asistido no son conceptos iguales
La eutanasia obliga a que otra persona administre la muerte. En el suicidio asistido, en cambio, esa otra persona unicamente facilita los elementos necesarios para que los pacientes se quiten la vida.
Sarco busca llenar un nicho del mercado que no estaba cubierto: que no se necesite ninguna acción o facilitamiento de esa segunda persona.
La cápsula se puede comprar hecha o generar con una impresora 3D. Se activa desde el interior y se puede llevar a cualquier lugar en donde la persona quiera pasar sus últimos momentos con vida.
A la salida del nitrógeno la puede activar con un botón o simplemente con un pestañeo, en el caso de las personas con parálisis.
Según las indicaciones de la compañía fabricante, Sarco se inunda con nitrógeno, reduciendo de manera rápida (30 segundos) el nivel de oxígeno del 20 por ciento hasta el 1 por ciento.
La persona siente algo de desorientación y luego euforia antes de perder la consciencia.
El fallecimiento se produce en un promedio de ocho minutos, tras sufrir hipoxia (falta de oxígeno) e hipocapnia (falta de dióxido de carbono).
Por ahora, sólo hay dos prototipos de Sarco existente. Hay otro que se está fabricando en Países Bajos y estará terminado en 2022 para poder ser vendido en Suiza.