Fin a un misterio de 500 años: resuelven un enigma anatómico que desvelaba a Leonardo Da Vinci
En los ventrículos del corazón se extiende una red de protuberancias bautizada como trabécula carnosa. Si bien se cree que juega un papel importante cuando el sistema cardiovascular se está desarrollando, los científicos nunca han podido aseverar con certeza cuál es la función que desempeña en nuestro organismo.
Desde la antigüedad estos extraños pliegues han atraído la atención de los especialistas en anatomía humana. Las notas tomadas en el siglo XVI por Leonardo da Vinci son algunas de las descripciones más antiguas y detalladas que se conservan. Una de las bandas de tejido más prominentes y una gruesa parte de músculo por primera vez observada por Da Vinci son conocidas como trabécula septomarginal.
Las investigaciones realizadas durante siglos han proporcionado un gran abanico de ideas sobre las funciones que algunos de estos tejidos musculares podrían desempeñar en el organismo humano. Por ejemplo, se cree que la trabécula septomarginal ayuda a prevenir que el corazón se infle demasiado.
También existe la hipótesis de que esta podría servir como un pequeño atajo para la conductividad, dado que envuelve un importante grupo de nervios, recoge el portal ScienceAlert.
El resto de las protuberancias podría tener una variedad de usos, según consigna Sputnik News. Es posible que la superficie desigual de los ventrículos deje suficiente espacio para que los nutrientes y el oxígeno puedan viajar por dentro del tejido antes de que se acelere la circulación sanguínea.
Para profundizar en el tema un equipo internacional de científicos comparó imágenes de resonancia magnética de unos 25.000 pacientes.
"Leonardo da Vinci dibujó estos músculos complejos dentro del corazón hace 500 años, y no ha sido hasta ahora cuando empezamos a entender lo importantes que son para la salud humana. Este trabajo propone una nueva y emocionante dirección para la investigación de la insuficiencia cardíaca", señaló el científico clínico Declan O'Regan del Instituto de Ciencias Médicas de Londres.
Para determinar la función real de estas protuberancias el equipo simuló el flujo sanguíneo a través de corazones revestidos con diferentes patrones de trabéculas.
Combinando sus observaciones con los datos médicos y genéticos guardados en el UK Biobank, se dieron cuenta de que su textura servía para interrumpir el flujo de sangre, ayudando a que este se deslizase más fácilmente.