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El poema budista que leyó Quintana para despedirse de sus colaboradores

El ex vicejefe de Gabinete dejó su cargo luego de la reestructuración de ministerios anunciada por el presidente Mauricio Macri el lunes
04/09/2018 - 21:06hs
El poema budista que leyó Quintana para despedirse de sus colaboradores

Finalmente, Mario Quintana dejó su cargó como vicejefe de Gabinete y rechazó seguir en el Gobierno luego de que Mauricio Macri le ofreciera seguir en otro cargo. 

Quintana había vendido recientemente las acciones de la cadena de venta de medicamentos y artículos de belleza Farmacity y quedó fuera del organigrama del Ejecutivo luego de que Macri ordenara una reestructuración de los ministerios.

En su último día en la Rosada, el ex vicejefe de Gabinete recitó un poema del monje budista Thich Nhat Hahn, que comenzó con la frase: "No digas que partiré mañana porque todavía estoy llegando".

El poema completo

No digas que partiré mañana

porque todavía estoy llegando.

Mira profundamente: llego a cada instante

para ser el brote de una rama de primavera,

para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles

que aprende a cantar en su nuevo nido,

para ser oruga en el corazón de una flor,

​para ser una piedra preciosa escondida en una roca.

Todavía estoy llegando para reír y llorar,

para temer y esperar,

pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte

de todo lo que vive.

Soy el efímero insecto en metamorfosis

sobre la superficie del río,

y soy el pájaro que cuando llega la primavera

llega a tiempo para devorar este insecto.

Soy una rana que nada feliz

en el agua clara de un estanque,

y soy la culebra que se acerca

​sigilosa para alimentarse de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,

con piernas delgadas como cañas de bambú,

y soy el comerciante de armas

que vende armas mortales a Uganda.

Soy la niña de 12 años

refugiada en un pequeño bote,

que se arroja al mar

tras haber sido violada por un pirata,

y soy el pirata

cuyo corazón es incapaz de amar.

Soy el miembro del Politburó

con todo el poder en mis manos,

y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre

a mi pueblo, muriendo lentamente

en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida

que abre las flores de toda la Tierra.

Mi dolor es como un río de lágrimas,

tan desbordante que llena todos los Océanos.

Llámame por mis verdaderos nombres

para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,

​para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.

Por favor, llámame por mis verdaderos nombres

para que pueda despertar

y quede abierta la puerta de mi corazón,

la puerta de la compasión.

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