Por qué las mujeres son más deseadas a los 18 y los hombres a los 50
El sexo, esa actividad tan repleta de tabúes, clichés y convenciones sociales, no se escapa de la influencia biológica, intangible pero omnipresente, en el comportamiento humano
Tal como escribió el catedrático en psicología social David Buss, a fin de cuentas todos y cada uno de nosotros somos el resultado de una cadena ininterrumpida de ancestros que han resuelto, con éxito, una serie de problemas para reproducirse. Por tanto, como descendientes de ellos que somos, los hombres y mujeres modernos hemos heredado las estrategias de contacto sexual que ellos usaron.
A diferencia de lo que ocurre con otros animales, el comportamiento sexual del ser humano no es tan sencillo de estudiar porque, junto a esa influencia biológica, existe una potente influencia cultural.
Pero, gracias a Internet y, en concreto, a las múltiples páginas y aplicaciones que existen para buscar pareja (sea del tipo que sea) los biólogos y psicólogos evolutivos pueden ahora acceder a una enorme cantidad de datos con los que tratar de rastrear esa influencia biológica, ancestral y políticamente incorrecta, eso sí, también marcada por los tics de Internet.
Con este fin, un estudio publicado recientemente en la revista Science Advances ha recurrido a los datos suministrados por una popular web de citas.
La información es fruto del uso que hicieron de ella 200.000 usuarios, hombres y mujeres heterosexuales de varias etnias, todos habitantes de cuatro grandes ciudades de Estados Unidos (Nueva York, Boston, Chicago y Seattle).
La investigación, encabezada por Elizabeth, E. Bruch, socióloga de la Universidad de Michigan (EE.UU.), ha analizado cuán deseables son los usuarios, entendiendo que los muy deseables son los que reciben muchos mensajes para establecer contacto, y lo ha contrastado con la demografía de los mismos. Así, han confirmado, con firmeza estadística, varias tendencias claras.
Mujeres jóvenes, las más atractivas
Una de las más interesantes es una verificación de lo ya concluido en muchos estudios anteriores: el grado de "deseabilidad".
"Lo atractivo que resulta de hombres y mujeres varía con la edad, pero cambia más fuertemente en las mujeres, y sus efectos van en direcciones opuestas: las mujeres mayores son menos deseables, mientras que los hombres mayores lo son más", escriben los autores del estudio.
En concreto, según los datos cosechados por estos autores, las mujeres alcanzan su pico de atractivo a los 18 y, desde entonces, este declina. En el caso de los hombres, el atractivo aumenta con la edad hasta alcanzar el máximo a los 50, momento en que también comienza a declinar.
Esto coincide, por ejemplo, con los datos publicados por la web OkCupid en 2010 y según los cuales los hombres de 22 a 30 años se centran casi exclusivamente en mujeres que son más jóvenes que ellos.
"El hombre medio de 30 años pasa tanto tiempo mandando mensajes a chicas adolescentes como a mujeres de su edad", escribieron representantes de dicha compañía.
Además, estos informaron de que, a medida que un hombre envejece, busca cada vez mujeres más jóvenes, mientras que su límite superior de edad permanece justo por encima de la suya.
"Esto no es sorprendente si consideras que no refleja más que las preferencias iniciales a la hora de buscar pareja", ha explicado a ABC Michelle Drouin, psicóloga de la Universidad Purdue, en Indiana (EE.UU.) especializada en la interacción entre la tecnología y las relaciones.
"Las personas que buscan relaciones en Internet normalmente mandan mensajes basándose en fotografías o, como mucho, en una breve descripción, sin otras pistas que puedan llevar a construir una relación larga. Por tanto, la gente tiende a reflejar las atracciones básicas".
Según Drouin, estas son las esgrimidas por psicólogos evolutivos: "Estos relacionan la edad con los factores reproductivos: los hombres están inclinados a buscar mujeres en la cumbre de su fertilidad y las mujeres se sienten atraídas por hombres con más recursos, que deben de estar mejor preparados para cuidar a la descendencia".
Naturalmente, según estos biólogos evolutivos esto no es una regla seguida a rajatabla por cada individuo, sino una tendencia observada en la población.
¿Por qué ocurriría esto? La causa se remonta al concepto de "selección sexual", introducido por Charles Darwin para explicar las ventajas reproductivas que poseen unos individuos sobre otros, del mismo sexo y especie, y que les permiten dejar más descendientes.
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Tal como el biólogo Robert Trivers postuló en 1972, la selección sexual tiene implicaciones distintas en función del género. Este científico establece que la inversión parental, el gasto energético y el tiempo que se dedica a los hijos, a expensas de seguir reproduciéndose, no es el mismo en hombres y mujeres, y que, por tanto, cada sexo optará por una estrategia distinta de reproducción en concordancia con el costo que le genera.
"La inversión del padre se limita al gameto masculino, mientras que las mujeres por lo menos aportan el gameto femenino, la gestación y la lactancia del infante, lo cual, en la mayoría de las sociedades, tiene una duración de años", escriben en un artículo publicado en Salud Mental Leonor E. Hernández-López y Ana Lila Cerda-Molina. Esta mayor implicación femenina conlleva que "existen más hombres disponibles para la reproducción que mujeres. En consecuencia, las mujeres se consideran un recurso limitado y, por lo tanto, se genera la competencia intrasexual masculina y se agudiza la selectividad en la elección de pareja por parte de las mujeres", prosiguen Hernández-López y Cerda-Molina.
Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los mamíferos, el hombre alarga su inversión en la progenie, para asegurar la supervivencia de sus hijos. Esto genera, según estas teorías evolutivas, una competencia intrasexual femenina.
"Así pues, las mujeres compiten por aquellos hombres que tienen la posibilidad de generar mayores recursos y por periodos prolongados, en beneficio tanto de ellas como de su progenie". Y, dado que todos los hombres no tienen estas cualidades, "los que disponen de ellas también se convierten en un recurso limitado".
Tal como explican Hernández-López y Cerda-Molina, estas tendencias biológicas crean conductas que no tienen valor adaptativo en el presente. Esto puede explicar por ejemplo el uso de cosméticos o incluso la cirugía estética por parte de mujeres maduras, para mantener una apariencia juvenil, "aunque les quede claro que ya no son jóvenes ni aptas reproductivamente. No obstante, continúan intentando prolongar esa apariencia. La contraparte es que los hombres conscientemente también saben que dichas mujeres ya no son ni jóvenes ni fértiles y, a pesar de esto, las siguen encontrando atractivas porque cumplen con las características que evolutivamente se han seleccionado como adecuadas para la reproducción".
En todo caso, otros trabajos también destacan algo evidente: los hombres no son los únicos que valoran el atractivo físico. Este tambiéntambién tiene importancia para las mujeres: generalmente ellas prefieren hombres altos, atléticos, con una tasa de cintura cadera de 0,9 y con un cuerpo simétrico. Su rostro debe tener ojos ligeramente grandes, mandíbulas prominentes y simetría facial.
Esta influencia biológica tiene más consecuencias políticamente incorrectas, que se pueden intuir en el estudio de Elizabeth E. Bruch. Y es que, según las conclusiones obtenidas en esta investigación, el nivel de estudios también influye en lo atractivos que resultan los usuarios de la web de citas analizada.
"En los hombres un mayor nivel educativo siempre es más deseable. En las mujeres, lo más deseable es una licenciatura, mientras que estudios de posgrado se asocian con una reducción de su deseabilidad". ¿Cómo se puede explicar esto? Según Drouin, "es posible que las mujeres con altos niveles educativos se perciban como más implicadas en el trabajo y menos en la familia o las relaciones".
Al margen de esto, las principales conclusiones del estudio de Elizabeth E. Bruch son las que hacen referencia a cómo se enfrentan los usuarios de la web de citas al problema de establecer contacto con parejas atractivas.
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Observaron que lo más común es que mujeres y hombres contacten con potenciales parejas que comparten su rango de "deseabilidad", medido como el número de mensajes y de interés que recibe esa persona. Sin embargo, aquellos que no tienen un comportamiento tan típico tienden a enviar mensajes a personas con una "deseabilidad" un 25% mayor.
Los análisis también revelaron otras diferencias entre hombres y mujeres. Ellas suelen recibir más respuestas y, según algoritmos de análisis de palabras, tienden a usar palabras más positivas en dichos mensajes. Ellos, por el contrario, usan menos palabras positivas y, de hecho, cuando las usan obtienen menos respuestas.
Sin embargo, tanto unos como otros recurren a una misma estrategia: cuando abordan a personas más "deseables" que ellas, alargan la longitud de sus mensajes, lo que indica que optan por la calidad frente a la cantidad. Por último, los usuarios muy atractivos tienden a no enviar mensajes a los que lo son menos.
Mayor competencia por las parejas en internet
Los autores del estudio resaltan una implicación que es fundamental para interpretar los datos obtenidos. Según ellos, la búsqueda de pareja en internet es muy distinta a la del mundo real, "porque a causa del elevado volumen de potenciales parejas y lo fácil que es mandar un mensaje, la competencia por la atención de parejas es mucho más fiera en la red que fuera de ella".
Por esto, consideran, en el entorno de internet está más presente la jerarquía de la «deseabilidad». Por este motivo, la inclinación de las personas a responder a parejas menos deseables disminuye.
"Cuando hay muchos peces en el mar, puedes permitirte descartar unos pocos", escribe Elizabeth E. Bruch en el estudio.
Estas frías y calculadas tendencias son, según dijo Drouin en The New York Times, la realidad sobre las preferencias a la hora de buscar pareja, pero no la realidad sobre el proceso de buscar pareja. En su opinión, las estrategias a la hora de enviar mensajes en una página de citas son algo vinculado a un juego de apuestas.
"Una inversión pequeña puede suponer una gran premio, así que, ¿por qué no optar a la mayor ganancia?".
A pesar de esto, Michelle Drouin cree que la búsqueda de pareja por internet "está definitivamente cambiando el juego de la selección y conservación de parejas. El rango de opciones es más amplio y se puede encontrar parejas potenciales con un solo click y con una inversión inicial pequeña", ha explicado.