El país del año y la posición de Argentina, según el prestigioso medio The Economist
El diario "The Economist" selecciona cada diciembre al "país del año". El elegido no es necesariamente el más rico, feliz o virtuoso, sino el que ha experimentado mayor progreso en los últimos 12 meses.
Entre los ganadores previos se encuentran Colombia (por concluir una guerra civil de años), Ucrania (por resistir una invasión no provocada) y Malawi (por avanzar hacia la democracia). En 2023, el premio fue para Grecia, por superar una prolongada crisis financiera y reelegir a un gobierno centrista y sensato.
¿Cuál fue el país del año 2024?
Por derrocar a un déspota y avanzar hacia un gobierno más liberal, Bangladesh es el país del año, según "The Economist". En agosto, las protestas callejeras encabezadas por estudiantes derrocaron a Sheikh Hasina, quien había gobernado Bangladesh, un país de 175 millones, por un lapso de 15 años.
Hija de un héroe de la independencia, en su momento promovió un rápido crecimiento económico. Sin embargo, se volvió autoritaria, manipulando elecciones, encarcelando a opositores y ordenando a las fuerzas de seguridad disparar contra los manifestantes. Durante su mandato, se robaron enormes sumas de dinero.
Bangladesh tiene una historia marcada por la violencia vengativa cuando el poder cambia de manos. El principal partido opositor, el BNP, es corrupto, y el extremismo islámico sigue siendo una amenaza. No obstante, la transición hasta ahora fue prometedora.
Un gobierno tecnocrático provisional, encabezado por Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz, cuenta con el apoyo de estudiantes, el ejército, el sector empresarial y la sociedad civil. Ha logrado restaurar el orden y estabilizar la economía
Qué otros países fueron finalistas y por qué no gano Argentina
Este 2024, la lista de finalistas incluía cinco países. Dos de ellos se opusieron a un mal gobierno. En Polonia, el nuevo gobierno de Donald Tusk, formado tras las elecciones parlamentarias de 2023, pasó el año intentando reparar los daños causados por su predecesor.
El partido Ley y Justicia, que gobernó durante ocho años, socavó las normas democráticas liberales al tomar control de los tribunales, los medios y las empresas, siguiendo el modelo de Viktor Orbán en Hungría.
Tusk ha iniciado el difícil proceso de restaurar las instituciones. También ha fortalecido a Polonia como un pilar clave de la seguridad europea, con un ejército potente y un creciente gasto en defensa. Sin embargo, ha eludido algunas normas constitucionales y las relaciones con Alemania siguen siendo tensas.
A unos 10.000 kilómetros de distancia, los sudafricanos también pidieron un cambio. En las elecciones de mayo, el Congreso Nacional Africano (ANC) perdió su mayoría parlamentaria por primera vez, después de haber gobernado desde el fin del apartheid en 1994. Los votantes estaban cansados del fracaso económico, agravado por los altos funcionarios del partido en el poder, que desmantelaron y saquearon instituciones del estado.
El ANC ahora debe gobernar en coalición, y sus líderes más pragmáticos han decidido hacerlo con la Alianza Democrática, un partido liberal con un buen historial de gestión en ciudades y pueblos. La nueva coalición enfrentará desafíos importantes como el desempleo y la delincuencia, pero representa una oportunidad para un mejor gobierno.
Un país puede ganar nuestro premio por una reforma económica. Las políticas de Argentina han sido durante mucho tiempo desastrosas, caracterizadas por un gasto excesivo, alta inflación, tipos de cambio múltiples y defaults recurrentes.
Pero en 2024, su presidente, Javier Milei, lanzó el experimento de libre mercado más radical del mundo, reduciendo el gasto público y desregulando. Los resultados fueron positivos: la inflación y los costos de endeudamiento disminuyeron, y la economía empezó a crecer nuevamente en el tercer trimestre. Sin embargo, Argentina sigue teniendo una moneda sobrevalorada, y el apoyo público a las medidas drásticas podría no ser sostenido a largo plazo.
El "subcampeón" es Siria. El derrocamiento de Bashar al-Assad el 8 de diciembre puso fin a medio siglo de dictadura dinástica corrupta. En los últimos 13 años, la guerra civil y la violencia estatal han causado la muerte de aproximadamente 600.000 personas.
El régimen de Al-Assad empleó armas químicas y torturas masivas contra opositores percibidos, además de recurrir al narcotráfico a gran escala para financiarse. Su caída provocó alegría entre los sirios y humillación para sus patrocinadores autocráticos: Rusia, que le brindó apoyo aéreo para lanzar bombas de barril, e Irán, que consideraba a Siria (junto con Hamas y Hezbolá) parte de su "eje de resistencia".