OPINIÓN & ANÁLISIS

De Fátima Florez a Yuyito González: ¿le suma, le resta o es indistinto para la imagen de Milei frente a la sociedad?

A diferencia del duro momento de Alberto Fernández, la relación del Presidente y la exvedette reivindica valores tradicionales del hombre "no deconstruido"
POLÍTICA - 15 de Agosto, 2024

"Lo personal es político", afirma una de las consignas tradicionales del feminismo. Era una frase acuñada en los años ’60, primera etapa de la revolución de las costumbres que reclamó un nuevo sitial protagónico para la mujer, y es hoy nuevamente reivindicado por la nueva ola feminista.

Y tal vez en pocos países como en Argentina se haya comprobado hasta qué punto ese eslogan sigue teniendo vigencia. Porque así como se reclama que el Estado se involucre cada vez más en las situaciones que afectan la vida privada -y, fruto de ello, han surgido instituciones como el ministerio de la Mujer-, de la misma manera las actitudes personales de los gobernantes son analizadas en clave política, tal como ocurre hoy con Javier Milei y su nueva relación con Amalia "Yuyito" González.

Hoy parecen muy lejanos los días de 1990 en que la sociedad tomaba como una anécdota risueña la separación de Carlos Menem y Zulema Yoma, con expulsión de Olivos incluida. Más bien al contrario, cada detalle de la vida conyugal presidencial se ha vuelto un tema político en sí mismo, como está quedando en evidencia con el repudio masivo -caso raro de consenso político sin grieta- y la condena mediática sobre Alberto Fernández tras la denuncia de malos tratos realizada por Fabiola Yañez.

No es que Argentina sea el único lugar en que las disputas conyugales, las infidelidades y las situaciones de violencia verbal o física hayan saltado al primerísimo plano de la opinión pública. En Estados Unidos, Bill Clinton estuvo a punto de sufrir una moción de censura del Congreso tras la filtración de situaciones sexuales con una pasante en el mismísimo Salón Oval de la Casa Rosada.

Tiempo después, fue Donald Trump quien estuvo en el centro de la controversia por su mala relación conyugal, y luego fue llevado ante los tribunales por una actriz porno, que lo acusó de haberla sobornado para silenciar una relación.

Años antes, se habían dado otras situaciones donde lo personal y lo político se entremezclaron, como cuando el senador Gary Hart, favorito en las encuestas para ganar la elección de 1988, tuvo que bajarse de su candidatura por un escándalo de infidelidad conyugal.

Amalia "Yuyito" González, sex symbol y política

Vistas desde Argentina, esas situaciones parecían muy lejanas a la cultura local. Algo más bien propio de sociedades puritanas, que contrastaban con el sentir de los pueblos latinos, más proclives a celebrar la figura tradicional del "macho seductor". Fue en aquellos tiempos que Carlos Menem forjó su fama de playboy global, a quien se le atribuyó una larga lista de romances con estrellas del espectáculo, incluyendo a Madonna, Xuxa y una larga lista de figuras locales, incluyendo a una tal Amalia "Yuyito"González.

La famosa escena de Yuyito con Menem en los 80, a raíz de la cual surgió un rumor de romance

La ex vedette fue una sex symbol en los años ’80, como parte de la escudería televisiva de Gerardo Sofovich. Y ella misma se ha encargado de relatar el origen del rumor sobre su relación con Menem -que siempre desmintió-: contó que en un acto benéfico, cuando el riojano era gobernador ya en campaña presidencial, se sentó en su falda y le preguntó "¿le peso, gobernador?", algo que ella calificó como "un paso de comedia".

Menem fue un visionario en comprender el cambio de época, en el que la política de la era mediática ya no se regía por los mismos códigos que la vieja política de comités barriales y actos callejeros. Y una de sus estrategias para instalar su imagen a nivel nacional desde la lejana La Rioja fue explotar al máximo su presencia televisiva, algo para lo cual recurrió a un look algo extravagante y a su permanente convivencia con el mundo del espectáculo.

Lo cierto es que la fama de seductor le jugó a favor al ex presidente, tanto en la campaña como durante la gestión, cuando intentó imponer la noción de que, gracias a sus reformas y al "uno a uno" del peso con el dólar, Argentina había superado los complejos de país subdesarrollado y había ingresado al primer mundo.

Una tradición argentina

Tres décadas más tarde muchas cosas han cambiado a nivel social. Programas de TV como "Operación JaJa", en el que Yuyito González saltó a la fama y no son posibles en una cultura que condena la "cosificación" de la mujer, siempre expuesta a primeros planos del trasero en medio de chistes de doble sentido.

Pero otras, sin embargo, no han cambiado tanto. Por ejemplo, sigue siendo algo incómodo y difícil de digerir el hecho de que un presidente no tenga pareja, aunque sea informal. Hay una suerte de condena social difusa en esa situación, que sigue siendo fuente de sospechas de que algo no está bien en una persona que quiere conducir los destinos del país pero que no logra resolver el destino de su propia vida privada.

Fue eso, en definitiva, lo que llevó a que muchos matrimonios mal avenidos siguieran actuando la situación de la pareja feliz solamente para el consumo del público. El propio Menem, que estaba separado de Zuelema Yoma y recién se reconcilió para la campaña electoral, fue una prueba de ello.

Pero antes, habían corrido versiones sobre la mala relación conyugal entre Raúl Alfonsín y María Lorenza Barreneche. Eran, en todo caso, peleas de bajo perfil, como también fueron las que ocurrieron entre Fernándo de la Rúa e Inés Pertiné. Con un estilo menos exhibicionista que el de Menem, ambos mandatarios radicales fueron también blanco de rumores sobre relaciones extraconyugales en pleno mandato presidencial.

El famoso beso de Macri y Juliana Awada, tras el debate de candidatos ante Daniel Scioli

La saga continuó en la campaña electoral de 2015, al punto que muchos analistas atribuyeron el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli a la mejor imagen de la pareja: Macri estaba recién casado con la elegante Juliana Awada, con quien tenía una pequeña hija, mientras que Scioli recién se había reconciliado con su ex Karina Rabolini tras una larga separación, en una situación que hacía acordar a aquella reconciliación oportunista de Menem con Zulema. Quedó como postal de aquella campaña el beso cinematográfico de Juliana a Macri tras el final del debate entre candidatos, ante la mirada sorprendida de Scioli, que se mostraba frío junto a Rabolini. El hecho de que el candidato derrotado haya oficializado su separación e iniciado una nueva relación con una mujer más joven no hizo más que confirmar las suspicacias respecto de una pareja por conveniencia, sólo armada para la campaña electoral.

Yuyito cultiva el perfil de "novia presidencial"

Javier Milei, que tenía 12 años cuando "Yuyito" saltó a la fama, recién empezaba a transitar la adolescencia. Por ese entonces le importaba más el fútbol que la economía y la política, por lo que no sería de extrañar que estuviera al tanto sobre la relación de la vedette con el legendario Guillermo Coppola, que representaba a la mayoría de los jugadores de Boca Junios y luego alcanzaría fama mundial al lado de Diego Maradona.

Ahora con Milei en la Casa Rosada y dispuesto a cumplir algunos de los sueños pendientes de la adolescencia, fue Yuyito, veterana de las lides mediáticas y hábil declarante, quien tomó a su cargo la comunicación de la flamante relación. Desde su programa televisivo "Empezar el día", por el canal de cable Ciudad Magazine, oficializó el rumor con sobriedad y sin medias tintas, luego del "piquito" con el presidente en un acto público.

"Estoy contenta. Estoy de novia. Sí, hay que acostumbrarse a la palabra novia también, ¿eh? Hay que acostumbrarse cuando no la venís trayendo de mucho tiempo. Pero bueno, es muy lindo. La verdad que es lindo, es hermoso. Está bueno intentarlo", dijo Yuyito ante la insistencia de sus compañeros, y consciente de que ese tramo del programa sería inmediatamente viralizado en las redes.

Antes de eso, había preparado el terreno con declaraciones en las que calificaba de "fachero" e "inteligente" a Milei, quien la había invitado a compartir palco en el Teatro Colón.

Lo cierto es que la relación, ahora blanqueada, si bien alimenta la comidilla de los medios, no resulta del todo sorpresiva. Después de la ruptura con Fátima Florez en abril pasado, no era de extrañar que Milei buscara otra relación.

Con la actriz e imitadora, aparentemente, la relación quedó en buenos términos, y la ruptura fue comunicada oficialmente por el mismo Milei como consecuencia de la imposibilidad de compartir tiempo juntos, dadas las exigentes agendas de ambos.

Lo que no dijo el comunicado, pero fue una versión que recorrió el ámbito político, era que la relación nunca había resultado totalmente del agrado de Karina Milei, la poderosa secretaria privada y hermana presidencial, que cuida la imagen del presidente y que no está dispuesta a perder el rol de "primera dama de hecho", que la lleva a marcar presencia en todas las situaciones institucionales y diplomáticas.

En principio Yuyito, con una agenda más centrada en la actividad local y, al parecer, con menos aspiraciones de protagonismo en la diplomacia y el protocolo que el que ostentaba Fátima, podría adaptarse mejor a las exigencias del entorno de Milei.

El contraste con Alberto Fernández y las denuncias por violencia de género

En todo caso, para los politólogos e historiadores se presenta aquí un nuevo tema de análisis: la continuidad de una tradición que emparenta a Milei con la tradición peronista.

No son pocos los analistas que ven similitudes en el estilo comunicacional del presidente con el justicialismo: el discurso mesiánico y refundacional, cierta tensión con un Congreso al que le asigna motivaciones destituyentes, la preferencia por una comunicación directa con la opinión pública como fuente de legitimación de sus actos de gobiernos. Y hasta un pragmatismo en la gestión que lo lleva a defender hoy ideas que hasta hace poco repudiaba -como, por ejemplo, el efecto estabilizador del cepo cambiario-.

Y, como para coronar ese estilo peronista de Milei, la soltería condimentada con romances con estrellas del espectáculo es el complemento ideal. Después de todo, para toda una generación de hombres que hoy rondan entre los 45 y los 65 años, Yuyito González encarna el ideal de la mujer argentina voluptuosa y seductora, sin sentimiento de culpa por la propia sensualidad. Y, pese a los mandatos de "deconstrucción" masculina, resulta inevitable que Milei reciba cierta corriente de simpatía cómplice al conocerse su nueva conquista.

De manera que, en principio, esta relación podría hasta resultarse benéfica, siempre que Yuyito mantenga un relativo bajo perfil. Así, el presidente vuelve a "humanizarse" en una relación y aleja las versiones sobre persona carente de afectos que necesita suplir con los perros la ausencia de vínculos familiares.

Pero si su romance con una vedette legendaria no resulta tan extraño a la tradición política argentina, lo que sí resulta llamativo es el "timing" para blanquear la relación: justo en el momento más duro de las acusaciones contra Alberto Fernández.

Es una situación que no solamente deja mal parado al ex presidente sino a toda una corriente política. Porque Fernández no sólo quedó imputado en una causa judicial, sino que es acusado de encarnar la doble moral de un discurso progresista que no se condice con la conducta privada.

¿Javier Milei se beneficia?

Y Milei apuesta a que la opinión pública lo vea como el exacto opuesto. No quiere hablar en lenguaje inclusivo ni justifica la existencia de un ministerio de la Mujer ni de la inclusión de políticas de género en la educación y en la asignación de cupos de la administración pública. Acusa al progresismo de hipocresía y de atentar contra la continuidad de la familia tradicional.

El romance de Milei y Yuyito, en perfecto contraste con el mal momento de Alberto Fernández

Es por eso que se exacerba el contraste: frente a un "progresista" que agredía a su pareja y la engañaba con señoritas en plena Casa Rosada, Milei aparece con cierto halo de ingenuidad, contento por conquistar al sex symbol de su adolescencia. Yuyito se inscribe en la línea de mujer sexy que, si bien cultiva un perfil independiente, no adhiere a los nuevos mandatos de la "deconstrucción" machista y gusta de los gestos de galantería.

De momento, en términos políticos, una relación que parece sumarle puntos al presidente. ¿Le saldrá bien la jugada? Es un tema sobre el que los politólogos no se animan a dar un pronóstico. Los politólogos indican que, a la luz de la historia reciente, este tipo de relaciones tienden a potenciar el humor social: en la medida en que la economía mejore, una foto junto a Yuyito podrá sumar puntos en el marco de una campaña electoral. En cambio, si la situación se complica y sube el desempleo, es posible que esa compañía sea vista como parte de una postura frívola y alejada del sufrimiento social.

Falta tiempo para ver cómo se desarrolla la historia, pero de momento Milei se da el gusto, tanto a nivel personal como político. Y la política argentina, pese a todo, mantiene algunas de sus tradiciones más arraigadas.

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