En plena crisis con Milei, Macri no se resigna: su plan para recuperar poder en el Gobierno
Ha quedado ya bastante claro, el ex presidente Mauricio Macri está totalmente decepcionado de la posibilidad de llegar a un acuerdo de gobernabilidad con el actual titular de la Casa Rosada, Javier Milei, después de una serie de desaires sufridos en las últimas dos semanas. Pese a que las ideas sobre las soluciones que requiere la Argentina, son bastante similares en la concepción de ambos líderes, la forma de hacer política del presidente, desconcierta a todos quienes se consideran profesionales de la actividad.
Después de que el propio Milei en declaraciones públicas, convocase a un acuerdo, Macri se puso la servilleta en el cuello de la camisa, tomó el tenedor con la mano izquierda y cuchillo con la derecha y se dispuso a esperar la cena.
En definitiva, él había adelantado un quiebre en el Gobierno después del fracaso de la Ley Ómnibus, y el libertario había aceptado públicamente que era necesario llegar a esos consensos.
Pero, contrario a lo que dijo públicamente, el Presidente "empiojó" el acuerdo todo lo que pudo. Puso como interlocutores con la gente del PRO a personas cercanas a él, pero muy refractarias a acordar, ofreció términos inaceptables, demoró un encuentro público con el ex presidente, y, a la vez, se convenció de que el rechazó de su norma fundacional en Diputados no fue una derrota sino un triunfo, que reordenó el sistema político.
¿Milei puso contra las cuerdas al PRO?
Milei siente que el PRO quedó preso en el Congreso. Si no vota sus iniciativas en el futuro, se contradice, decepciona a sus electores a los que llevó a votar al actual presidente en el ballotage, queda alineado con el radicalismo y Macri debería ceder ideológicamente, nada menos que con Horacio Rodríguez Larreta, el de la ancha avenida del medio. La idea de los estrategas presidenciales, es que con el tiempo, no mucho, los legisladores del PRO sean absorbidos sin ningún acuerdo sino de hecho, como los diputados duhaldistas se incorporaron al kirchnerismo allá, entre 2003 y 2005, gradual y naturalmente.
Y, por cierto, no piensa ceder ningún lugar en el Gobierno. Ni ministerios, ni segundas líneas. "Vamos a sumar macristas claro, pero no en el marco de acuerdos de cúpula, sino individualmente, por sus capacidades profesionales, gente que se comprometa con este proyecto por sí, no que venga con la idea de un ejército de ocupación que viene a tomar el Gobierno", dice una voz más que autorizada del entorno presidencial.
"Esto fue un ‘acuerdus interruptus’, nos ofrecieron todo, y cuando nos tiramos en la cama nos dijeron que nos iban a denunciar por violación", dice un hombre muy cercano a Macri que tiene la tendencia a graficar las escenas políticas con actividades sexuales.
"Nos usó, fuimos parte de otra movida comunicacional, en el Ggobierno creyeron que, en ese momento, era conveniente abrir una puerta al acuerdo, nos lo hicieron saber por los medios y las redes, y cuando hubo que concretar hicieron lo que realmente piensan, no quieren nada con nosotros", explica una diputada del partido amarillo.
La estrategia de Macri y su acercamiento a Villarruel
De todos modos, Macri no cede en la idea de arribar al Gobierno con su generalato y ocupar una gran cantidad de cargos, pero el plazo que se ha puesto es un poco más extenso. "Ahora hay que dejar de pensar en integrarse al gobierno, Macri debe centrarse en hacer un hecho político significativo de su retorno a la presidencia del PRO, que ya es una realidad, preparar a los cuadros, tal vez, un gabinete en las sombras, porque antes o después Milei va a tener otro gran tropiezo, seguramente más grave que el de la Ley, y ahí sí, va ser indefectible que nos encarguemos del Gobierno", dice unos de sus más cercanos pensadores políticos.
"Hay que mantener unido el bloque en Diputados a toda costa. Patricia (Bullrich, ministra de Seguridad de Milei), tiene nueve diputados que siempre van a votar con el gobierno. Si los otros veintiocho hacen otra cosa, o cada uno hace la suya, nos desarmamos y dejamos de tener valor en la Cámara, nos transformamos en bloquecitos irrelevantes. En ese sentido, los pocos de Patricia nos marcan el ritmo a todos. Así que, es cierto, en el Congreso, a Macri no le queda otra que jugar con Milei, solamente puede hacer alguna picardía, como hacer faltar un par de diputados en una votación clave para complicarle el quórum, pero nada que abiertamente sea combativo contra el Gobierno", explican cerca del ex presidente.
Sin embargo, y a medida que el nivel de conflictividad política del gobierno crece, Macri empieza a pensar en otras variantes. Su cercanía con la vicepresidenta Victoria Villarruel no es una cuestión de simpatía, sino parte de un tablero de ajedrez alternativo en el que también está jugando el nacido en Tandil.
"Sube la conflictividad con los gobernadores, se incrementa la crisis social, se demora el rebote de la economía, no queda actor de la política al que el presidente no insulte, el gobierno queda trabado en el Congreso y la Justicia le anula todas sus reformas, Milei deniega a los gobernadores los recursos que por ley le corresponden, los mismos gobernadores bloquean la salida de los recursos de sus provincias como aseguró Nacho (Ignacio Torres, gobernador de Chubut), bueno, el país se hace ingobernable, el presidente tambalea, a alguien se le ocurre que la salida es el juicio político, bueno, es el momento de Victoria", especulan algunos macristas como una posibilidad bastante certera.
"Si el Presidente comete suicidio, y el peronismo le trae su cabeza en bandeja de plata, la alternativa es Villarruel, y si así fuese, Macri ya la tiene en el bolsillo. Ese sería sí, un gobierno totalmente macrista, el segundo tiempo como dijo Mauricio", completa el interlocutor. ¿Es exacto entonces decir que hasta Macri está deseando que el presidente caiga? "No, no, ni por casualidad, pero ante la imposibilidad de acercamiento y la radicalización de Milei hay que valorar escenarios para salvaguardar el destino institucional", aseguran en las inmediaciones del ex presidente.
Macri no se resigna
Lo cierto es que, por ahora, no habrá acuerdo ni integración al Gobierno por parte del PRO. Pero que Macri no se resigna a haber puesto a los suyos a jugar abiertamente para Milei y no llevarse nada. Antes o después, quiere estar preparado para tener la potencia política suficiente, como para integrarse al gobierno y conducirlo desde las sombras.
"También es cierto que, cuanto más se demore esto, más habrá Milei profundizado los cambios que hay que hacer y muchos ya serán irrevocables, entonces tal vez convenga que el cuerpo lo ponga él, y nosotros nos incorporemos con todo bien en marcha, porque en ese escenario, cualquier grado de racionalidad que le demos a la situación, parecerá un enorme alivio para la gente", razona un dirigente que suele ser escuchado en las cercanías de Macri.
Milei está en problemas. No tiene volumen propio y su forma de hacer política pone a sus más cercanos potenciales aliados, a pensar en ver su cabeza en una bandeja de plata. Administra esos problemas el presidente, mediante un audaz, y hasta ahora eficiente, manejo de la comunicación. Nos ha sorprendido LLA con la eficiencia de dicha comunicación y su capacidad de controlar su estabilidad política mediante ella. Habrá que ver hasta donde llega con ese recurso, si la economía demora en mostrar resultados concretos en el bolsillo de la gente.