COMPROMISO DE CAMPAÑA

Javier Milei insiste con la dolarización: qué cuentas hace para cumplir con su promesa electoral

Para el Presidente, se trata del único mecanismo para bajar la incesante inflación. ¿Por qué asegura que "está muy cerca" de concretarlo?
POLÍTICA - 04 de Febrero, 2024

Cada vez que vislumbra que se le viene la noche, el presidente Javier Milei echa mano de lo que considera desde la campaña electoral su arma más letal, la promesa de dolarizar -uno de sus caballitos de campaña junto con las advertencias a "la casta"-, que todavía sigue presente en sondeos de opinión como uno de los deseos de la opinión pública, aún de los que no entienden bien de qué se trata.

Todavía, cuatro de cada diez personas consultadas siguen respondiendo que preferiría que se dolarice la moneda, porque el peso "no sirve para nada". Según pudo saber iProfesional de fuentes del Banco Central, en línea con esa "sensación" de los consumidores, a fines de junio estarían en la calle los billetes de 10 mil pesos. Para septiembre, se espera que salgan los de 20 mil. La decisión blanquea lo que la gente reclama: realizar toda operación medianamente grande en la Argentina implica una logística descomunal, y muchas veces insegura de traslado de voluminosas cantidades de billetes, que han perdido su valor en forma estrepitosa.

Milei cede parte de la Ley ómnibus, pero se apoya en una eventual dolarización

Muy al tanto de esa preferencia entre sus votantes, y también de muchos que no lo votaron, Milei saca a relucir esta espada en medio de la batalla sin cuartel que libra con el peronismo, el kircherismo residual, sectores del radicalismo y la izquierda. Su Ley ómnibus fue perdiendo de a decenas de artículos a medida que al Gobierno no le quedaba otra que negociar. Pero Milei está convencido de que la imagen positiva que aún mantiene -45 por ciento, según un sondeo de la consultora Circuitos-, está vinculada con tres cuestiones: su rupturista idea de dolarizar, el hecho de que la ciudadanía lo vea como un "dirigente honesto" y la bronca que genera en distintos sectores sociales la "impunidad" con la que todavía se mueve la clase política, que no oculta el enriquecimiento propio y de sus familiares y amigos, acumulado a lo largo de 40 años de democracia recuperada.

Ese sayo de corrupción le cabe a gobernadores, intendentes, legisladores y empleados públicos cuyos patrimonios se han multiplicado sospechosamente en las últimas décadas. "Ya no pueden disimular los fajos de billetes. Todos viven en Puerto Madero o Nordelta", chicanean los mileístas.

Javier Milei logró que la Ley ómnibus se apruebe en el Congreso, aunque debió ceder varios artículos claves.

Los episodios escandalosos de Martín Insaurralde cuando todavía era jefe de Gabinete de Axel Kicillof y el del tarjetero de La Plata que cobraba los sueldos de más 40 empleados de la Legislatura bonaerense, son boyas flotando en un mar de estiércol de corrupción e impunidad que representa un desafío enorme para el nuevo gobierno, que se ofreció como bálsamo para tantos años de robo a cara descubierta de los recursos públicos.

Justamente el ataque a esa "casta" también convenció a muchos de que había que encumbrar al díscolo Milei a la Presidencia. Un 56% lo eligió. El porcentaje más alto desde el retorno de la democracia.

El presidente que más cerca estuvo de dolarizar fue Carlos Menem. De hecho, el plan de Domingo Cavallo fijó el "uno a uno" entre pesos y dólares, claro que tras sacarle cuatro ceros a la moneda local. La gestión de Menem todavía es recordada por los sectores medios como la que les permitió obtener un crédito para adquirir una vivienda a 20 años de plazo, o viajar por el mundo en medio de la robustez del peso argentino, que luego se sabría artificial.

A pesar de las múltiples acusaciones sobre corrupción y manejos poco claros durante la gestión menemista, el riojano es uno de los presidentes que mejor recuerdan los argentinos. Milei lo sabe. Admira a Menem, a quien considera el mejor presidente de los últimos 40 años de democracia. Milei también elogia a Cavallo cada vez que puede. Y el exministro lo elogia a él por haber instalado en el debate político al liberalismo, como nadie pudo antes.

¿Será que todavía el presidente libertario piensa en "superar" a la gestión menemista y dolarizar, como lo han hecho otros países latinoamericanos? Basta con repasar sus últimas declaraciones a medios internacionales para confirmar que esa idea aún da vueltas en su cabeza.

Las cuentas que hace Javier Milei para concretar la dolarización

Estos son los cálculos que está haciendo el jefe de Estado: como en estos menos de dos meses de gestión casi no se expandió la base monetaria -la plata en circulación y los depósitos-, y en paralelo se lograron comprar unos 5.000 millones de dólares por la liquidación de divisas, Milei dice que sería más sencillo dolarizar. La base monetaria estimada por el gobierno ronda, a cotización actual, los 7.500 millones de dólares. Por esa razón, el Presidente repite -¿y advierte?-, que su gobierno está "a muy poco de poder dolarizar".

El Gobierno espera aumentar las reservas con las próximas cosechas para concretar la dolarización.

Y abunda en las razones: "Si nosotros pudiéramos limpiar todos los pasivos remunerados, la Argentina ya estaría en condiciones de dolarizar con muy poquita plata, y de esa manera exterminaríamos la inflación. Lo de dolarizar tiene que ver con la moneda en la que se liquida. Yo siempre hablé de competencia de monedas, y por ende la gente puede hacer transacciones en la moneda que quiera", dice Milei.

En el mercado descreen que el Gobierno pueda avanzar este año en esa idea. Advierten, por ejemplo, que si la Argentina dolarizara prácticamente rompería en los hechos los acuerdos del Mercosur. La decisión afectaría sobre todo la relación comercial con Brasil, que no vería con buenos ojos la medida, y sobre todo con China, que la consideraría una clara intención de alinearse ya totalmente con los Estados Unidos.

Los riesgos de aplicar la dolarización en Argentina

La otra pregunta que se hacen analistas económicos es cuál sería la utilidad de semejante apuesta. Y alertan que representaría quedar totalmente atados a los que decida el Tesoro de los Estados Unidos y la Reserva Federal en cuanto a tasas de interés y fortaleza o debilidad del dólar en el comercio internacional.

Para el exministro de Economía, Martín Guzmán, en la Argentina "ya comenzó la dolarización". Advirtió, además, que ese camino supone que se abandone la posibilidad de "desarrollo" del país. Para Guzmán, el proceso de dolarización se puso en marcha con la emisión por parte del Banco Central de un bono en dólares (el Bopreal para importadores) que consideró "grave para la Argentina porque significará que se dé por vencida y abandone el partido del desarrollo".

En tanto, para Juan Carlos de Pablo, la dolarización no tiene prioridad hoy en la Argentina. Argentina tiene un país bimonetarista que funciona perfecto. ¿Para qué me voy a calentar con algo que funciona frente a otra cosa que puede no funcionar?", se preguntó.

Jorge Remes Lenicov, el economista que piloteó la crisis durante el gobierno de Eduardo Duhalde y formalizó la salida de la convertibilidad, advierte que una de las principales consecuencias que tendría dolarizar es "la pérdida de instrumentos de política". "Un país que se está desarrollando necesita tener todos los instrumentos disponibles. Si uno dolariza, pierde la capacidad de la política cambiaria y monetaria", dice, en línea con el resto de los economistas heterodoxos.

Para analistas, la dolarización provocará que Argentina dependa directamente del Tesoro de los Estados Unidos.

Para el economista Lucas Llach, exvicepresidente del Banco Central, "sacando el bolívar venezolano, el dólar es la peor moneda que podría adoptar la Argentina". Advirtió que "atarse al dólar haría que el país se haga más caro frente al mundo, ya que muchos estarían depreciando frente a la moneda estadounidense. "Lo mejor es ganar competitividad cambiaria, atarse al dólar generaría exactamente lo contrario, porque encarecería al país frente al mundo".

Un sondeo de la consultora Analogías reflejó que la gente empieza, tibiamente, a dudar sobre los beneficios de la dolarización. De acuerdo con esa encuesta, el 53,3% de los consultados se expresó en contra. Sólo el 30,9% a favor. Y hay un 16% de indefinidos.

El círculo íntimo de Milei busca transmitir tranquilidad, e incluso recuerdan que se está cada vez más cerca de que empiece a ingresar un aluvión de dólares por las ventas de la producción sojera. Entre la soja (incluida la harina), el trigo, el maíz y otros productos quedarían en las arcas del Fisco unos 9.000 millones de dólares. El Banco Central, además, podría ir consolidando lo prometido por Luis Caputo al FMI: acumular u$s10.000 millones en reservas para fin de año.

En estos días de zozobra, la mirada de Milei y su gobierno apunta fijamente al Congreso. Luego vendrá su viaje al exterior, con visita al papa Francisco incluida, y pensar en la inauguración de las sesiones ordinarias del Parlamento el primero de marzo. "Que se preparen los legisladores, habrá mucho trabajo", avisan cerca del Presidente. En la vereda de enfrente, el kirchnerismo y la izquierda replican: "Los que se van a tener que preparar son ellos, porque vamos a defender los ingresos de la gente con todas las herramientas nuestro alcance". El rueda política sigue girando. La grieta está vivita y coleando.

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