Ley ómnibus: el peronismo se abraza al cambio electoral
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El tratamiento de la Ley Ómnibus que el presidente Javier Milei envió el miércoles al Congreso, encontrará su principal obstáculo claro, en el principal partido de oposición en el parlamento, el peronismo. Sin embargo, los herederos del General deberán maniobrar para impedir que se sancione buena parte de la iniciativa y, a la vez, aprobar la reforma electoral enviada por el presidente, así como la reducción del número de diputados nacionales que postula la iniciativa.
El motivo es simple: el diseño propuesto por el presidente revierte, a priori, una lógica histórica: le facilita al peronismo el control de la Cámara de Diputados. Considerando que desde la recuperación democrática ese partido se adueña del Senado, todo el Poder Legislativo quedaría en sus manos, casi como regla general. Los antecedentes demuestran que siempre que hubo gobiernos no peronistas, estos tuvieron en su poder la Cámara Baja y problemas en el Senado: le pasó a Raúl Alfonsín, a Fernando De la Rúa y a Mauricio Macri.
Considerando el proyecto que modifica la composición de Diputados hay dos cuestiones a tener en cuenta: una es que se quita el mínimo de 5 diputados por provincia, que favorecía a aquellas con baja población a las que, tomando en cuenta la cantidad de diputados por habitante legalmente fijada, le correspondían menos (por ejemplo, Tierra del Fuego solo tendrá, con la nueva ley, dos diputados).
Pero el segundo aspecto es el más relevante: la Provincia de Buenos Aires, bastión casi inexpugnable del PJ, solo doblegado alguna vez por el "Titán" Alejandro Armendáriz y por María Eugenia Vidal, pasará de tener 70 diputados nacionales, a la friolera de 90 representantes del pueblo. Como contrapartida, la Ciudad de Buenos Aires, donde el justicialismo nunca gana y suele obtener unos pocos legisladores, bajará sustancialmente su representación en la Cámara: pasa de 25 diputados a solamente 17.
Es cierto, algunos distritos como Córdoba, también hostil, especialmente al kirchnerismo, sube su representación, pero solamente en dos legisladores, con lo cual el peso de los mismos no equilibra la ventaja sideral que el nuevo esquema le otorga en el territorio bonaerense.
El fin de las listas sábana
A eso debe sumarse la elección de los diputados de forma uninominal y por circunscripciones y el diseño que el proyecto de ley de Mieli pretende darle a tal división territorial. Dice la iniciativa: "La división de los distritos en circunscripciones será efectuada por el Poder Ejecutivo Nacional quien deberá tomar como base el censo nacional de 2022 y procurar asegurar que en cada circunscripción no existan diferencias superiores al TRES POR CIENTO (3%) del número de habitantes. Asimismo, al fijar los límites territoriales de las circunscripciones se deberán respetar los límites geográficos y políticos preexistentes".
¿Cómo funcionaría entonces esa partición? Bueno, teniendo en cuenta la densidad poblacional, un distrito como La Matanza, que contiene el 10% de la totalidad de habitantes de la Provincia, debería ser dividido en 9 circunscripciones, enviando al Congreso 9 diputados nacionales. Huelga decir que en dicho municipio siempre gana, con holgura, el peronismo. Lo mismo pasaría, aunque en menor proporción, con territorios como Avellaneda y Almirante Brown.
Es decir, en el Conurbano bonaerense, donde está la mayor densidad poblacional y donde el peronismo suele arrasar, se concentrará el grueso de los diputados a elegir por la Provincia de Buenos Aires. Al contrario, en el Interior agropecuario de la misma, donde el peronismo no gana casi nunca, se elegirían unos pocos diputados, porque la población es muy poca. Digamos que, para igualar a La Matanza, habría que sumar unos 15 distritos como Junín o Pergamino.
Combinados los cambios: la reducción del número de diputados, la redistribución de los mismos por población, y la elección uninominal, la Provincia de Buenos Aires tendría el 40% de la Cámara Baja y el peronismo, más del 80% de los diputados de ese distrito, de manera que, antes de empezar a contar, el justicialismo larga la carrera controlando el 30% de los diputados.
Estrategias
Conseguir esa ventaja que le ofertó grácilmente Milei, va a requerir una estrategia compleja. Por naturaleza, el peronismo debe oponerse al proyecto, pero a la vez, debe facilitar la aprobación del cambio electoral propuesto, porque además, termina con las elecciones PASO, algo que al partido del General nunca le hizo ninguna gracia y que nunca utilizó para dirimir candidaturas importantes, al contrario, si le resultó útil a la oposición para consolidar sus postulaciones, como ocurrió con Macri en 2015.
Una de las posibilidades que se barajaban anoche es: primero dar quórum, después votar en contra en la votación en general del proyecto, pero sacando a varios legisladores del recinto para perder esa votación. Luego, que los legisladores que se fueron vuelvan a entrar para la votación en particular y votar en contra de los artículos de delegación de facultades impidiendo que se sancionen, igual que respecto a los cambios en materia económica o de educación. Pero votar masivamente a favor de los cambios electorales.
De este modo, quedaría sancionada la ley, pero los artículos efectivamente aplicables, serían solamente los que el peronismo decidiese votar a favor en la votación en particular. En definitiva, el rebusque que se utilice al efecto, dependerá de los estudiosos del reglamento del bloque opositor, pero sin duda, las huestes del General sabrán aprovechar la ventaja inexplicable que les ha llovido del cielo, nada más ni nada menos, que gracias a las Fuerzas del Cielo.