¿Por qué ganó Milei?: méritos propios, errores ajenos y las razones detrás de un triunfo arrasador
El arrasador triunfo de Javier Milei tiene múltiples orígenes. No puede dejar de considerarse jamás, que su contendiente, Sergio Massa, es el ministro de Economía de un gobierno totalmente desgastado desde todo aspecto, y que la sociedad, desde el inicio del proceso electoral, mostraba mayoritariamente una fuerte vocación de cambio.
Ahora bien. Desde el resultado de las elecciones generales, que dejaron a Massa con casi 7 puntos porcentuales de ventaja, se produjeron una serie de fenómenos que determinaron el resultado de anoche. El primero de ellos es casi evidente. Del 24% de los votos a nivel nacional que obtuvo Patricia Bullrich, una buena parte es voto intrínsecamente antiperonista, y en muchos casos, debió tomar una compleja decisión al optar entre la ex ministra de Seguridad y el economista.
Con Bullrich fuera de carrera, naturalmente se inclinaría por la otra posición valorada y jamás por el candidato del oficialismo. Cuando Patricia y el ex presidente Mauricio Macri, salieron en apoyo de Milei, otro porcentaje de ese voto decidió dejar de lado el impacto de la virulencia de la campaña y se inclinó también por el ahora presidente electo.
"No menos del 90% de nuestros votantes nos acompañaron en la decisión de apoyar a Javier", dicen en el entorno de Bullrich, que fue también, una gran ganadora del día de ayer. A priori, se especulaba con que el 17% de los electores que había acompañado a la ex candidata en las primarias, iba a seguirla en su apoyo a Milei. Pero fue mucho más que eso: "Patricia retuvo casi la totalidad y consiguió transferirlos, algo muy complejo, porque los electores son muy celosos de su decisión individual" dicen responsables de la campaña del PRO.
El caudal propio de Patricia Bullrich y el futuro de Juntos por el Cambio
El dato es importante incluso, para la interna de Juntos por el Cambio. Patricia demostró que ese 24% es caudal propio, que tanto el radicalismo como Horacio Rodríguez Larreta, que se pronunciaron contra Milei, poco aportaron a la construcción de dicho volumen electoral, también ganó en la interna partidaria el día de ayer.
Y ya que pasamos por Larreta y Gerardo Morales, no es ocioso mencionar que su llamado al voto prescindente que tenía como evidente fin favorecer a Massa que era quien tenía diferencia a favor, fue totalmente inconducente. El abstencionismo creció, entre la general y el ballotage 0,5%, el voto en blanco fue de 1,55%, y los votos nulos 1,62%. Si nos aventuramos en que todos esos guarismos son completamente radicales-larretistas, suman un 3,67%. Más o menos la misma cantidad de votos que sacó Ernesto Sánz representando a los radicales en las PASO contra Macri en 2015. Casi la misma influencia electoral de Miryam Bregman.
Otro fenómeno a considerar es el voto de Juan Schiaretti. El todavía gobernador de Córdoba, si bien nunca apoyó a Milei explícitamente, si fustigó duramente a Massa después de la elección general en varias oportunidades. Pero además, alrededor del 4% (de un total de casi 7% obtenido en la general), era voto cordobés. Es decir, esencialmente anti K, de una provincia donde ya había ganado con comodidad el presidente electo. Naturalmente debían volcarse a su favor, y lo hicieron.
El rol de los intendentes peronistas
Podríamos decir que en este caso, la política fue matemática: el 30% que sacó Milei en la general, mas el 90% del voto de Bullrich, es decir un total del 21,5%, sumado a un 4% de los siete puntos totales que obtuvo Schiaretti, dan 55,5%, el resultado que consagró a Milei presidente.
Frente a ese escenario, el recurso con el que contaba Massa, era consolidar una victoria holgada en el histórico e irreductible bastión peronista donde se deciden casi todas las elecciones: el conurbano bonaerense. Pero el tigrense venía entre preocupado y enojado porque contaba con información que se terminó confirmando ayer.
Como anticipó IProfesional, los intendentes y punteros del peronismo bonaerense no trabajaron para el candidato a presidente en esta elección.
"Lo que ocurre es que ahora, todos los intendentes ganaron y ya tienen el sillón esperándolos, los concejales fueron electos, los militantes tienen asegurado su contratito, ¿qué le van a sacar a Massa? Les importa tres carajos", le dijo una fuente a este medio. Parece que fue así, el peronismo le ofreció a su candidato un inexplicable empate en el distrito donde debía hacer la diferencia.
Por fin, algunos consideran que los geniales estrategas brasileños que asesoraron a Massa, metieron fuerte la pata en el debate, ese show televisivo donde el candidato se mostró dominante, avezado y experimentado político, burlón, agresivo y con información privilegiada para vulnerar a su contendiente. Semejante personalidad es posible que genere un buen impacto electoral en otras latitudes, pero no en esta Argentina, en estos tiempos.
El perfil de esta elección no fue, desde el inicio, la búsqueda de un político profesional, sino todo lo contrario. La gente parece haberse cansado de la "canchereada", de la media sonrisa burlona, del arremetedor que presiona sobre las debilidades humanas de su rival. Buscaba alguien diferente, un poco menos contaminado. Massa mostró ese día, especialmente al bajo porcentaje de indecisos que quedaba, que ese que buscaban, era Milei.