Punteros e intendentes, en la mira del equipo de Massa: qué tiene en alerta al candidato rumbo al balotaje
Las cosas no están saliendo como Sergio Massa hubiese deseado. No es que la elección esté perdida ni mucho menos, pero lo cierto es que la campaña del miedo parece no estar aterrorizando a nadie, el debate no dio los resultados esperados y, fundamentalmente, hay quienes aseguran que los punteros del conurbano no están haciendo su trabajo.
Este último aspecto es, tal vez, el que más desespera a los dirigentes del Frente Renovador. Es que, si se miran con detenimiento los resultados electorales y la migración del voto, puede observarse que el candidato oficialista que consiguió algo menos del 27% de los votos en las PASO y creció hasta rondar el 37% en la elección general, experimentó un fenómeno basado en el clásico trabajo territorial peronista.
Entonces, la pregunta es, ¿cuál es el motivo para asegurar que los punteros no se esforzaron en las primarias y sí lo hicieron en la general?. "En la mayoría de los distritos no había internas, no teníamos que ganarle a nadie, íbamos con lista única y ayudamos a que (Javier) Milei le ganara al macrismo, ése era el objetivo. En los distritos donde sí hubo interna, como La Matanza, cada grupo se centró en que gane su candidato sin darle mucha bolilla a la presidencial. Por ejemplo, la gente de (Fernando) Espinoza, repartía boletas cortadas de él con Milei, para que lo votaran todos, le guste o no Massa", indica un dirigente bonarense.
Sin embargo, para las elecciones generales las cosas cambiaron: "Porque ahí, todos se jugaban su cuello. Los candidatos iban por la suya, su municipio, sus concejales, los militantes se jugaban su contrato y, si bien repartieron boletas cortadas, fue mucho menos porque el corte del último paño no era conveniente debido a que necesitaban que también ganara Axel (Kicillof) para garantizarse no solo ganar, sino sus fondos", explicó.
Cuando se reparten boletas cortadas, el fraccionamiento tiene que ser sencillo y estratégico. La boleta en Provincia de Buenos Aires fue muy larga: presidente, senadores nacionales, diputados nacionales, parlamentarios del Mercosur, gobernador, senadores provinciales (en algunas secciones), diputados provinciales, intendentes. Solo el corte en el paño final, es decir, en el tramo de intendentes, tenía cierta prolijidad. Ponerse a fraccionar la boleta por la mitad a la altura del gobernador, requería una mayor complejidad y generó confusiones al votante, por eso, fue mejor militar en la elección general la boleta completa.
La gran preocupación de Massa
"Lo que ocurre es que ahora, todos los intendentes ganaron y ya tienen el sillón esperándolos, los concejales fueron electos, los militantes tienen asegurado su contratito, ¿qué le van a sacar a Massa? Les importa tres carajos", concluyó el dirigente conocedor del mundo conurbano.
El problema es que esos diez puntos que recuperó el candidato oficialista entre ambas elecciones estaban compuestos por: gente que nadie movió a los centros de votación con el aparato habitual en las PASO y, directamente no sufragaron, pero que sí fueron llevadas en la elección general, y otra gente que había votado por Milei espontáneamente en la primaria y cambió su voto a Massa cuando fue "por los puntos" en búsqueda de su contrato, su prebenda, su plan, o lo que sea que le hayan repartido con tal objetivo.
"Lo que más preocupa es que, sin el impulso de los intendentes o el aparato, vuelvan a no ir a votar o, lo que es peor, que los que prefirieron a Milei en las PASO vuelvan a votarlo porque nadie les está dando nada", explican en el massismo.
El peligro es concreto y la explicación sencilla: en la elección general, los intendentes y su aparato jugaron para sí mismos y, en el mejor de los casos, para Kicillof, pero a nadie le importó el candidato a presidente. Hoy, todos los cargos que el peronismo necesitaba retener están elegidos y, volver a poner en marcha la estructura, es costoso no sólo desde el punto de vista del despliegue y esfuerzo que se requiere, sino también financieramente.
Hay quienes agregan un dato adicional: Cristina Kirchner podría preferir que gane Milei porque, en cuatro años, Kicillof no puede ser reelecto en Provincia e iría por la presidencia. Con Massa sentado en la Casa Rosada, la batalla interna sería un infierno. "Por eso La Cámpora no se mueve. Mirá en Quilmes, no hay nadie trabajando la elección", dijo indignada la fuente massista, aludiendo al municipio que administra Mayra Mendoza.
"El resultado del debate no fue bueno, seguramente, porque hubo un error estratégico de su campaña. Se esmeró tanto en dominar, operar y vituperar al rival que lo colocó en el lugar de víctima. Eventos como un debate no están dirigidos a los militantes que ya tienen decidido su voto, sino a los indecisos, a los neutrales en duda y esos electores son proclives a proteger al débil, al abusado. Es como cuando mirás un partido de fútbol entre el Real Madrid y Defensa y Justicia y sos de Boca o de River, no te apasionás, pero, íntimamente, querés que gane Defensa, que dé el batacazo el más débil", explicó un analista con clara inclinación futbolera.
Pero, en todo caso, lo que ocurrió allí es que Massa no consiguió captar mas votos. Lo mismo puede decirse de la campaña del miedo. Si, como se especula, provocó más rechazos que miedo, en todo caso, no sumó. El problema es que la falta de actividad del aparato peronista puede restar. "Y sí, el riesgo de que se pierdan votos es concreto y no estamos en condiciones de sacrificar ni uno", dijo con el ceño fruncido el dirigente del Frente Renovador.
En definitiva, incluso si esa preocupación fuese justificada, la paridad entre los candidatos puede hacer que el postulante de Unión por la Patria gane de todos modos, pero, si lo hace, "vamos a contar bien, uno por uno, a quien le debemos algo, porque después, aunque ganemos solitos, a pedir van a venir todos", señaló la fuente, realista y vengativa.