Milei quiere compensar su traspié del debate y recuperar la confianza del voto agrícola pampeano: ¿demasiado tarde?
Entre los muchos errores que cometió Javier Milei en el debate con Sergio Massa del domingo pasado, tal vez el más grave haya sido el de sembrar una nota de incertidumbre en uno de los electorados que, en la previa, estaban más proclives a votar por la oposición: la clase media rural.
Es un grupo social que moldea la opinión pública en la zona pampeana, sobre todo en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y parte del interior rural de Buenos Aires, que arrastra una larga historia de resentimiento con el kirchnerismo, desde los conflictivos días de la resolución 125 -que establecía retenciones móviles a la soja- hasta la intentona de estatización de Vicentin por parte de Alberto Fernández.
Allí el kirchnerismo suele perder por amplio margen, y la previa hacía suponer que Milei debería no solamente ganarle a Massa sino hacerlo por una diferencia importante, al captar a la gran mayoría de los votantes que en primera vuelta habían sufragado por Patricia Bullrich o por Juan Schiaretti.
Sin embargo, los analistas ya están notando que ese caudal de votos podría ser mucho menor al esperado. De hecho, Massa está entusiasmado por la mejora que tuvo entre las PASO y la elección de octubre: en Santa Fe subió del 20% al 29%, mientras que en Córdoba pasó de un ínfimo 8% a un 13%. Y en ambos casos aparece con chances de mejorar su performance para el balotaje.
En el caso de Santa Fe, hay en disputa 36 puntos remanentes de la primera vuelta: 27 que habían ido a Bullrich y 9 que habían optado por Schiaretti. Y en el caso de Córdoba, ese electorado neutral asciende nada menos que a 51%, con 29 puntos del "locatario" Schiaretti y 22 de Bullrich.
Es un electorado que, luego del pacto de Milei con Mauricio Macri, y luego de las críticas públicas de Schiaretti para Massa -que lo ligó al kirchnerismo por el juicio político a la Corte Suprema de Justicia-, parecía que Milei tendría ya asegurado.
Sin embargo, en los últimos días empezó a ponerse en duda que ese traspaso de votos fuera a resultar tan lineal, y luego del debate las dudas se acentuaron. Ya son mayoría las encuestadoras que afirman que la ventaja que tenía Milei antes del debate -y que se encuadraba dentro del margen de error estadístico- ahora desapareció.
El consultor español Alfredo Serrano Mancilla, uno de los más escuchados en el peronismo, y que figura entre los que más cerca estuvo de pronosticar correctamente el resultado de la primera vuelta, sostiene que hay un electorado volátil, que ya venía mostrando temor hacia las propuestas más polémicas de Milei, como la dolarización, y que tras el debate quedó más inclinada hacia Massa.
"Me sorprendió que Milei no le hablar a la gente a la que todavía necesita convencer, que no hiciera un guiño a la ciudadanía, siguió en su lugar de confort con el tema de los datos. Es rarísimo que en todo el debate no se haya hablado de precios, del asado, del pan, de la carne, algo que a él le habría resultado mucho más rentable", afirmó el analista, entrevistado en El Destape.
Y, en el caso específico de los votantes de Schiaretti, que concentró en la zona pampeana el 70% de su electorado de 1,8 millón de votantes, también hay dudas sobre si Milei tendrá la misma prédica luego de sus errores de campaña.
"No creo que Milei consiga quedarse con los votantes de Schiaretti, a quienes nosotros notábamos desde el punto de vista ideológico más cercanos a Massa, y a quien ven como más capacitado para gobernar", apunta Serrano Mancilla.
El inesperado golpe a un electorado propio
Uno de los errores principales de Milei consistió en haber dejado una imagen de desconocimiento sobre el funcionamiento del comercio internacional, y de haber ratificado sus prejuicios ideológicos respecto de Brasil y China.
En lo que va del año, Brasil fue el destino del 17,4% de las exportaciones argentinas, lo que lo convierte en el principal comprador de la producción nacional. Y China, con 7,9%, ocupa el segundo lugar. Y debe considerarse el dato de que este año, por los problemas climáticos, China disminuyó su participación entre los compradores, porque su ponderación el año pasado había superado el 9%.
También son los dos principales proveedores de las importaciones argentinas: respectivamente Brasil le vende al país 24% y China un 19%.
En el debate, la astucia retórica de Massa se reflejó en el hecho de que hizo aparecer a su rival como un riesgo para el mantenimiento del flujo comercial nacional, en particular el de la agroindustria y el del sector automotor -que depende de Brasil, en un intercambio con alta injerencia estatal-.
La explicación de Milei -en el sentido de que el comercio dependerá de los privados, sin intervención de los gobiernos- no sonó convincente, y de hecho pareció una admisión tácita de que el vínculo diplomático con Brasil y China era un tema que no tenía previsto cultivar.
Fue uno de los momentos clave del debate, porque le permitieron a Massa hacer una advertencia a los trabajadores de la industria automotriz, del sector frigorífico y a los productores de las economías regionales sobre el riesgo en su estabilidad laboral por posible pérdida de mercados de exportación.
Para cualquier analista esto podría calificarse como una situación insólita: Massa, que tiene grandes dificultades para sostener el ritmo importador -en un contexto de endeudamiento de los importadores por más de u$s50.000 millones, que no encuentran respuesta en el BCRA-, terminó asumiendo el rol del garante del comercio internacional frente a un candidato que supuestamente encarnaba la adhesión al "laissez faire".
Increíblemente, Milei casi no se refirió a otro tema que ha sido uno de los "talones de Aquiles" del peronismo: su histórica relación conflictiva con el campo, el sector más dinámico de la economía nacional. Y después de una campaña en la cual se debatió sobre cómo mejorar los incentivos para que el agro pudiera incrementar su producción, el candidato opositor no hizo mención a la cuestión de las retenciones a la exportación.
Massa, en plan de seducción al campo
De hecho, quien sí habló del tema retenciones fue Massa, que se jactó que, desde su asunción como ministro, se habían eliminado los impuestos de exportación a las economías regionales. Y, además, en los días previos al debate, había hecho su incursión en Córdoba y Santa Fe, donde había adelantado su disposición a empezar un camino descendente de las retenciones para los mayores cultivos, como la soja, el maíz y el trigo.
"Tenemos que pensar juntos, cuando termine la elección, para que no digan que hago anuncios de campaña, en la obligación de bajar retenciones al trigo, al maíz y la soja como forma de aumentar nuestro volumen exportador, como una forma aumentar nuestra competitividad productiva, el trabajo y la generación de valor de nuestro campo", prometió Massa al encabezar un acto en la planta Bio4, en la ciudad cordobesa de Río Cuarto.
Massa sabe mejor que nadie lo difícil que es la reconciliación con ese electorado, en particular con la clase media rural que ha sentido su estilo de visa amenazado por la actitud hostil que mantiene desde hace años el kirchnerismo. Después de todo, fue en Santa Fe donde nació el movimiento de los "banderazos" como repudio al intento de estatización de Vicentin.
Y luego hubo una sucesión de incidentes y desencuentros, como la suba de retenciones, el cierre temporario de la exportación de maíz y la intervención que impuso subsidios cruzados en el sector aceitero. Pero además hubo señales políticas que exacerbaron los ánimos, como los sospechosos ataques a los silobolsas, ocupaciones de terrenos -entre las que sobresale el recordado experimento de Juan Grabois en un predio de la familia Etchevehere, en Entre Ríos- y todo matizado con frases ambiguas del Presidente sobre el respeto a la propiedad privada de la tierra.
Massa tiene, pese a todo, un argumento en su favor: fue justo en el momento de mayor tensión -cuando los productores realizaban "tractorazos" de protesta y Cristina Kirchner pedía una suba de retenciones por decreto- que Massa, recién asumido, hizo gala de su reconocido pragmatismo, con la aplicación del primer "dólar soja". Lo criticaron desde ambos lados de la grieta, pero los productores sacaron su soja de los silobolsas todos le terminaron reconociendo que logró dólares para salir de la emergencia de reservas.
Milei intenta recomponer el daño
Ahora, la pregunta que se plantea entre los analistas electorales es si Milei, que en el debate casi no mencionó los problemas del campo -apenas se refirió de pasada a la presión impositiva y no profundizó en el tema de las retenciones- logrará recomponer el vínculo con ese electorado.
Por lo pronto, el lunes post debate el candidato hizo un raid mediático con entrevistas en medios que le dispensaron un trato amigable. Su intención fue revertir la sensación generalizada de que Massa no sólo había estado más sólido sino que lo había hecho aparecer como una persona poco preparada para ocupar la presidencia.
Pero claro, no es fácil cambiar la imagen dejada tras el debate: se trata de compensar en programas de TV cable, con una audiencia relativamente baja, acotada al público más politizado, en contraposición con un debate que tuvo una audiencia récord de 48 puntos de rating en televisión abierta, más la repercusión en las redes sociales.
¿Alcanzará con sendas caravanas de cierre en Rosario y en la capital cordobesa para recomponer la imagen de candidato aliado al interior productivo? En principio, los analistas lo ven difícil, sobre todo cuando ya parte del partido de Schiaretti -más concretamente, el sector que responde al nuevo gobernador Martín Llaryora- dio su visto bueno para que sus militantes hagan abiertamente campaña a votar por Massa.