¿Cómo funciona el submundo del espionaje en la Argentina?: qué agentes "siguieron" a la Corte y otros políticos
En la superficie hay debates, supuestas ideas, chicanas, frases ampulosas, decisiones personales y también colectivas. Pero debajo hay mucho más que eso. La causa por el espionaje a la Corte Suprema de Justicia, que involucró a un funcionario kirchnerista y un diputado del mismo sector político, y que involucró personajes de toda laya: jueces, políticos, periodistas, pero también actores y modelos, devela una mínima porción de un submundo que está mucho más poblado que el mundo principal.
¿Quiénes son los agentes inorgánicos como el tal Ariel Zanchetta, involucrado en el caso más reciente? Son personas que cobran un monto del Estado de modo irregular, en negro, en efectivo, en alguna de las dos sedes de la Agencia Federal de Inteligencia, que dispone fondos para ese tipo de menesteres. Una de la Dirección General de Reunión, situada en la zona de Parque Las Heras, la conocida "fábrica de pastas", y la otra, la Dirección de Contrainteligencia, con sede en la calle Estados Unidos, justamente, de la que estuvo a cargo el actual diputado Rodolfo Tahilade.
¿De dónde salen los inorgánicos? Algunos de ellos en algún momento fueron orgánicos, pero la mayoría viene de fuerzas de seguridad, muchos incluso son personal exonerado de la policía federal o la policía bonaerense, y no solamente espían para el gobierno, lo hacen para el que les pague. "Son una Pyme, a veces la misma información se la venden a varios. Mezclan información de bases de datos más o menos públicas, con algunos datos conseguidos en los mentideros de la política, y periódicamente, información realmente relevante producto de alguna escucha ilegal o del hackeo de algún celular", explica una fuente que, a veces, compra servicios de espionaje.
Si bien no es el caso de Zanchetta, los más requeridos son los que fueron policías de la bonaerense, si vienen directamente del palo de inteligencia de dicha fuerza, mucho mejor. Uno de ellos, áspero y poco amigable, la confiesa a este cronista: "A mí no me jode nadie, porque hubo hasta jueces que me han pedido espiar a otros jueces. Camaristas que querían saber todo lo que hacía su amante. ¿Te parece ese pelotud…? Casado, enamorado de una pibita 35 años menor, y queriendo pincharle todo, hacerle seguimientos, espiarle las redes, un enfermito", dice el inorgánico cuya organización podría decirse, supera la calidad de Pyme. "Si caigo yo, me los llevo a todos", explica en un lujoso hotel cinco estrellas de Buenos Aires.
El término "carpetazos" tiene ahora matices diversos relacionados con los cambios tecnológicos. "La velocidad de la vida cotidiana lleva a necesitar comunicarse con el otro ya mismo, nadie se toma el trabajo de ir a ver a otro para contarle algo reservado, lo manda por servicios de mensajería y cuando mandaste 20 mensajes y no pasó nada, te acostumbraste, te sentiste seguro, y ahí es donde perdiste", explica un especialista. "Porque los modos de captura de mensajes son múltiples, hay aplicaciones diversas, te llegan por el mismo servicio, o por mail o cuando entrás a determinada web, te puede llegar de un teléfono de máxima confianza", detalla.
Ese submundo tiene múltiples conexiones, no solamente con la política, también con determinadas empresas que requieren los servicios de estos tan diversos espías, pero, además, en muchos casos "tienen vínculos con grupos narcos, que quieren saber de grupos rivales o movimientos de las autoridades. Hacen contrainteligencia de los servicios formales del estado y llevan la información a sus clientes del crimen organizado. No es que unos tienen relación con la política y otros con los narcos, son los mismos y a veces, funcionan como vínculo", detalla un espía, en este caso, uno formal, un histórico de la AFI.
De dónde provienen quienes realizan el espionaje "ilegal"
"Nosotros no tenemos relación con estos tipos, porque en definitiva son delincuentes, no queremos tener nada que ver, nos ensucian, nos desprestigian, nosotros respondemos a la ley de inteligencia a órdenes en el marco de la ley, ellos hacen cualquiera y la gente cree que somos todos lo mismo", se queja amargamente la fuente.
Fiscales, magistrados, políticos, empresarios. También figuras del espectáculo: "¿Sabés la cantidad de primeras figuras que cedieron a extorsiones y nunca se supo? Fijate la lista de personas espiadas por Zanchetta, todos tienen listas así, los medios no lo publicaron para preservar a la gente, pero ¿para que querría esos datos si no es para extorsionar?, así funcionan". La fuente consultada ofreció la lista que ya tiene la Justicia en sus manos y, por cierto, más de la mitad de los espiados son figuras del periodismo y el espectáculo.
Los argentinos de trabajo viven un mundo superficial. Asisten a debates que se pretenden profundos y siguen siendo, en buena parte de los casos, bombas de humo para que no se advierta el movimiento del submundo que maneja realmente los hilos del poder.