Balotaje y guerra de encuestas: la diferencia entre clima político y sensación térmica electoral
Una simple definición nos indica que la temperatura es el grado de calor o de frío oficial en la atmósfera; mientras que la sensación térmica es el grado de calor o de frío que los cuerpos experimentan debido a factores meteorológicos determinados. Con las encuestas que se dan a conocer de cara al balotaje y la percepción del ganador en las próximas elecciones sucede algo similar.
Los distintos sondeos de opinión coinciden en que estamos frente a una segunda vuelta muy pareja entre los candidatos. Ninguno arriesga una ventaja superior en favor de uno u otro de más de tres puntos, lo que técnicamente se haya dentro del margen de error. Inclusive, un reciente trabajo de la consultora Analogías que le daba hasta hace pocos días una diferencia de casi diez puntos a Sergio Massa por sobre Javier Milei actualizó sus datos manteniendo las posiciones, pero achicando significativamente la distancia.
El presidenciable de Unión por la Patria no parece sentirse incómodo por la situación. De hecho, sostiene cada vez que puede que su espacio político debe trabajar sin descanso hasta el último día para garantizar la victoria. Confía en triunfar, pero evita el triunfalismo. En tanto, desde el bunker de La Libertad Avanza (anabolizado por Mauricio Macri y sus dirigentes más cercanos) también se cuidan de señalar los sondeos.
Balotaje: la sensación térmica del círculo rojo
Sin embargo, la "sensación térmica" del círculo rojo y los que siguen de cerca el día a día de la política es que la fotografía favorece al oficialismo, cuyo campamento se muestra más organizado y con un mensaje más claro de cara al 19 de noviembre.
Mientras la estética del ministro-candidato es muy cuidada en cada intervención y cada actividad proselitista aparece muy bien hilvanada con las otras las filas libertarias muestran dudas y fisuras. Son muchas las voces que susurran que se trata de un "partido terminado" luego de la sorpresiva recuperación del peronismo el 22 de octubre que subió sin escalas al 37% desde el 27% obtenido en las primarias (el salto aún es más notorio si se cuenta solamente el porcentaje que recogió individualmente en esa oportunidad el hombre de Tigre, un humilde 21% al que se sumaron los seis puntos de Juan Grabois).
¿Será, entonces, que el asunto está cerrado? ¿Fue un golpe de nocaut la remontada massista, como se atreven a señalar en voz baja algunos dirigentes y analistas? La historia reciente llama a la prudencia.
Hace apenas un año era vox populi que del ganador de la interna de Juntos por el Cambio saldría el próximo presidente, siendo Horacio Rodríguez Larreta el favorito a llevarse el premio. Luego de la derrota del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Patricia Bullrich asomaba como la más indicada a llevarse la victoria en una segunda vuelta, pero quedó relegada a un cómodo tercer puesto. La noche de las PASO y las dos semanas siguientes la euforia y el exitismo desbordaban las fronteras libertarias y se anunciaban velozmente ministerios al calor y el ruido de una motosierra revoleada como bandera.
Conclusión: la mayoría de los pronósticos (como sucede con los del servicio meteorológico en varias oportunidades) se vieron desmentidos por la realidad y los que se almorzaron la cena están ahora en medio de un ayuno forzoso. La principal condición a favor de la oposición es la oportunidad de que el balotaje sirva para unificar por abajo al espacio no-peronista, a pesar de la dispersión que por arriba tienen sus dirigentes. Si los radicales escuchan a sus referentes y se abstienen o votan a Unión por la Patria, la situación será insalvable.
El posible impacto del apoyo del PRO a Milei
Pero existe la posibilidad de una rebelión silenciosa y algo avergonzada para superar al rival tradicional. Al menos no se puede descartar la hipótesis. Y esto se aplica en mayor medida dentro de las fronteras del PRO. Bastaría con que los diecisiete puntos que obtuvo Patricia Bullrich en agosto, es decir el núcleo duro anti k y anti PJ, escucharan el llamado de la excandidata y se dejaran conmover por el abrazo animado entre el "león y pato" para que el marcador quede al borde del mágico cincuenta por ciento.
La matemática es abstracta, pero le abre las puertas a la esperanza del "gato" arquitecto de lo que podría ser una nueva coalición en caso de alcanzar el éxito (la derrota acabaría con los sueños y dejaría al intento como una efímera unión transitoria de empresas).
El último debate puede contribuir a consolidar la "sensación térmica" o a tomarse más seriamente el clima que marcan las encuestas. Los últimos días serán frenéticos con todos los actores mirando si Macri ayuda decisivamente a completar los casi ciento mil fiscales necesarios para el domingo de la votación y si los indecisos se conmueven o deciden aprovechar las dudas para disfrutar de uno de los últimos fines de semana largo que propone el calendario de feriados.