Massa y su arriesgada apuesta por el aparato político para sobrevivir electoralmente
Si bien existe la inquietud por la posibilidad de un triunfo de la fórmula Javier Milei- Victoria Villarruel en primera vuelta, el candidato ministro del oficialismo, Sergio Massa, está convencido que será el contrincante del candidato presidencial de la Libertad Avanza en el balotaje que el calendario electoral establece para el domingo 19 de noviembre.
En un escenario de tercios, tal cual predijo la vicepresidente Cristina Kirchner antes del resultado final de las PASO del mes de agosto pasado, hay alguien que no estará en la eventual segunda vuelta.
Y, en ese juego de la silla, la que se va a quedar sin el asiento, según los cálculos electorales de Sergio Massa y su equipo, es la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich.
Ahora bien, ¿en qué basa el candidato oficial sus chances electorales? Si se tiene en cuenta el reciente escándalo de corrupción agravada del ex jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires y referente del peronismo bonaerense Martín Insaurralde, sumada a la investigación por la financiación política espuria descubierta tras la detención del puntero, Julio "Chocolate" Rigau y a la pesada mochila repleta de malos resultados macroeconómicos que impactaron de lleno en las finanzas de las familias y de los individuos cuyos efectos apenas fueron morigerados por planes de subsidios al consumo entregados en las últimas semanas de manera apresurada, las chances del candidato presidencial de Unión por la Patria de realizar una mejor elección que la que realizó en agosto pasado cuando salió tercero, parecen estar alejadas.
La confianza de Massa en el "aparato" y la búsqueda del voto casa por casa
Sin embargo, Massa confía y se entrega al aparato político. Debe confiar y creer en él no por vocación sino por necesidad. Y lo hace sabiendo que deberá enfrentar una elección en donde se deciden numerosos cargos ejecutivos en intendencias de la provincia de Buenos Aires donde podrían registrarse numerosos sufragios que incluyan la modalidad del corte de boleta.
Las tijeras abundan en las oficinas de los partidos políticos bonaerense y escasean en las librerías de los barrios del conurbano pero en el entorno de Massa confían en que los punteros van a jugar lealmente y, además, van a movilizar para aportar los votos peronistas o de aquellos que votaron la fórmula Alberto Fernández- Cristina Kirchner cuatro años atrás y que no fueron a sufragar en las recientes PASO, seguramente desmotivados para hacerlo por la mala gestión económica y social de la administración del Frente de Todos.
En ese sentido, Massa sabe que "la gente está enojada". Y que hay muchos peronistas que votaron a Néstor, a Cristina y, hasta a Alberto, que en las últimas elecciones no fueron a votar. No los sacaron de la cama, el domingo de elecciones, por la bronca que tienen y en las oficinas de Unión por la Patria van por ellos.
En los últimos días se hicieron timbreos en muchas casas de clase media baja de los barrios más populares del conurbano.
Casi como una copia de lo que hacía Cambiemos cinco años atrás cuando los candidatos de Macri, Vidal y Larreta recorrían los barrios del AMBA golpeando las puertas de los votantes, en el oficialismo entienden que deben ir a convencer a aquellos que no fueron a sufragar porque están desencantados e intentar convencer a los posibles votantes en los barrios carenciados más alejados.
Para algunos punteros peronistas la gente no fue a votar, "no porque estuvieran desencantados" sino porque hay personas que "están viviendo muy precariamente, sin transporte para llegar hasta una escuela donde votar, sin siquiera saber dónde tienen que ir a votar y si llegara a llover el domingo 22, vamos a poner todos los recursos para movilizarlos".
A la caza de votos radicales
Cuando se habla de "aparatos políticos", se asocian estos dos sustantivos al peronismo. Pero, existen otros "aparatos políticos" que Massa tiene en mente, y, el principal, es el radical.
"En un balotaje ¿con quién te crees que va a jugar Gerardo Morales, con Massa o con Milei? responde con una pregunta, sabiendo la respuesta de antemano, un asesor del candidato oficialista. "El radicalismo es la otra gran apuesta de Sergio para un balotaje y quizá, también, para las generales".
Porque la apuesta íntima de Massa pasa por una movilización silenciosa de algunos punteros "boinas blancas" que se sienten más representados por su figura y sus ideas que con las de Bullrich y el ala "halcón" del PRO, representada por los políticos que responden a Mauricio Macri.
De cómo trabaje el aparato radical el domingo 22 de octubre es un problema más acuciante para la candidata Patricia Bullrich, que hace malabares para mantener la unidad de Juntos que le permita posicionarse en un eventual ballotage, que de Sergio Massa.
Sin embargo, los contactos de dirigentes radicales como Emiliano Yacobitti, que ya adelantó el apoyo para el dirigente de Tigre en un posible balotaje ante Javier Milei, preocupa y mucho en el búnker de Juntos por el Cambio.
"Yaco", un dirigente que ha ganado posiciones hacia el interior de la UCR, afirmó el 22 de septiembre pasado, "…siendo un firme militante del radicalismo, ¿cómo podría considerar siquiera la opción de votar a Milei, quien sostiene que Alfonsín fue el peor presidente?".
La estrategia del miedo se incrementa
Con ese escenario de dudas acerca de la lealtad de los militantes políticos radicales en el tramo presidencial de la boleta de Juntos en el conurbano bonaerense, la estrategia de campaña de Sergio Massa está abocada a tiempo completo a la estrategia del miedo contra el ascenso del partido de Javier Milei y la confianza en el músculo del aparato político peronista para arrimar los puntos necesarios que le permitan disputar la instancia electoral de ballotage.
Para Massa, en el balotaje será "a matar o morir" con Javier Milei, con quien polariza desde los spots de campaña hasta los carteles en la vía pública donde compara tarifas de transporte con y sin subsidios.
Para el día después de las elecciones, de ingresar al ballotage, el equipo de campaña de Massa espera con ansias la implosión de Juntos por el Cambio para abrazar a aquellos que fueron descriptos como "palomas" dentro de la coalición opositora y que podría redundar en recibir los apoyos de dirigentes de la UCR, el socialismo, y de dirigentes moderados que, hoy, ven y piensan a Javier Milei, como un peligro para la democracia.
Desde ese momento, a Massa le aguardan tres semanas de movimiento febril, de un acto tras otro, de visitar toda provincia y localidad posible, de no faltar a ningún set televisivo o radial, y de protagonizar una campaña agresiva contra los integrantes y las ideas de La Libertad Avanza al tiempo que esperará que los propios no cometan más errores o salgan a la luz más casos de corrupción como el "yategate" y que Cristina permanezca con el silencio de radio que se ha autoimpuesto, un poco por necesidad electoral y, otro poco, porque dicen cerca suyo que "está muy cansada de la lucha electoral".