Bilardismo político: los candidatos debatieron y jugaron a "no perder"

Si el doctor Carlos Bilardo se hubiese dedicado a la política, uno podría suponer que anoche asesoraba a los tres principales candidatos a presidente de la Nación, que se enfrentaron en el primero de los debates televisados de cara al comicio del 22 de octubre. Lo que estaba en la cabeza del trinomio fue claro toda la emisión: no perder.

En realidad, es una estrategia básica de este tipo de contiendas retóricas, cuando el "pugilista" no cuenta con una oratoria demasiado pulida. En principio, Sergio Massa, por caso el mejor de los tres, tiene un problema no relacionado con el modo en que se expresa, sino con su credibilidad: siendo el ministro de Economía y presidente en funciones de este gobierno paupérrimo, todo lo que propone y todavía no ha hecho, parece inviable.

Javier Milei por su parte, tenía frente a sí un desafío casi personal. En  algún punto, el debate de Milei era contra Milei. Se esperaba que pudiese controlar su carácter, que no quedase frente a toda la población como una persona que no maneja sus propias emociones. Se hizo un profundo trabajo para eso y resultó, no solamente porque se mostró medianamente calmado, sino porque sus contendientes no lo provocaron en su afán de conservar.

Por fin, Patricia Bullrich empezó complicada, no pudiendo profundizar en su discurso económico, aunque luego niveló, articuló mejor su oratoria y también aprovechó que ninguno de sus rivales profundizó demasiado para aprovechar sus vacilaciones. En solo un caso Milei avanzó, cuando le exigió que dijese que haría con las Leliq, pero Bullrich salió airosa contestando otra cosa y mostrándose enérgica.

"Eso no hizo daño, la gente tampoco sabe bien que son las Leliq, Milei no sabe atacar sin agredir, se pone excesivamente técnico y sale de los temas de la gente", dijo alguien del equipo de campaña de la candidata. "Peor fue ese principio confuso, pero pudo sobreponerse. No perdimos nada, eso es mucho", dice el especialista, desnudando la estrategia bilardista.

Los candidatos jugaron a "no perder"

Los otros dos participantes están más lejos en los números. Juan Schiaretti hizo casi un panegírico cordobés, distante como está, arriesgó poco: quiso conservar a los propios cordobeses que ya lo votaron, y por cierto, nadie lo presionó, al contrario, fue cortejado por Bullrich y Milei que buscan los votos mediterráneos.

Milei se mostró medianamente calmado, sino porque sus contendientes no lo provocaron 

Sobre Miryam Bregman tal vez habría que decir que si perteneciese a un partido competitivo ayer hubiese sido clara ganadora. Discurso articulado y claro, capacidad de maniobra retórica en los intercambios, ágil mentalmente y claro, sin presión.

Los equipos de campaña se retiraron bastante satisfechos. En Unión por la Patria prevalecía la idea de que "el formato nos protegió, nadie pudo profundizar demasiado sobre el tema de (Martín) Insaurralde, al no haber cruces directos, el sistema de repregunta tiene solo quince segundos para incomodarte, nadie supo como usarlo. Era nuestro hueco mas notorio y no pasó nada", dijo un fuente oficialista.

Ese es un punto a considerar. Quedó claro que, ni los equipos de campaña ni los candidatos supieron preguntar. Las oportunidades de incomodar a los rivales pasaban por allí y ninguno consiguió redondear coherentemente ninguna de ellas, se perdió mucho en introducciones inconducentes, se afirmó sin preguntar, fueron proclamas desprolijas con respuestas.

¿Qué aportó el primer debate presidencial?

En la intimidad de Milei había una satisfacción palpable. Los riesgos que se corrieron escondiendo al candidato durante toda la semana para que estuviese psicológicamente preparado, resultaron, aunque nadie esta seguro si fue por el trabajo que se hizo o porque "los demás mostraron una incapacidad descomunal para herirlo", decía como habiéndose sacado un peso de encima, una persona de sus equipos de comunicación.

Los rostros también hablaron. El de Bullrich particularmente, denotaba cansancio y eso pudo haber conspirado contra su desempeño. "Esto de la caravana ayudó mucho a reposicionarla, pero llegó muy agotada al debate. Para el de la semana que viene, lo mejor sería que pare 48 horas antes, que en ese lapso duerma bien, hable poco, reflexione, comparta con Guillermo (Yanco su marido) que le da mucha paz. Porque aparte, es su mejor oportunidad. En este el tema principal fue la economía que a ella le cuesta explicar el plan, pero en el próximo el tema central es seguridad, es su momento y hay que aprovecharlo", indica un estratega de su equipo.

Milei fue el único que, a lo Donald Trump, hizo uso de la gesticulación cuando no tenía la palabra, pero alguien se dirigía directamente a él. El economista sabía que en esos casos, la pantalla se partía a la mitad y lo mostraban en primer plano cuando le respondían o preguntaban. Se reía, trataba de burlarse o ridiculizar al rival. Trump se lo hizo a Joe Biden en los debates por la última presidencial norteamericana, es una forma de hablar cuando no se tiene la palabra.

En definitiva, poco aportó el primer debate presidencial y es difícil creer que alguno de los espectadores va a cambiar su voto por lo que haya visto anoche. Habrá que ver si la experiencia recogida en este debate los prepara mejor para el del domingo próximo. Para Milei por ejemplo, le ofrece la tranquilidad de que el esquema casi impide que lo induzcan a perder el control. Respecto de Massa poco tiene para mejorar: su credibilidad no mejorará en una semana, al contrario, el caso Insaurralde seguramente vaya a desarrollarse más en estos días. Bullrich por su parte, deberá llegar mas descansada y con el discurso de seguridad, mucho mas articulado.

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Casi nada para resaltar, y los equipos de campaña conformes. En definitiva, la estrategia principal de todos, conservadora y bilardista, medianamente dio resultados: nadie perdió por escándalo.