Qué hay en juego en el debate: un posible Milei "errático", el ministro pro mercado de Massa y el test de Bullrich
Los politólogos suelen minimizar la importancia de los debates presidenciales, y no les faltan argumentos para ello: dicen que los ve poca gente, que en general quienes los siguen ya es gente convencida de su voto y que tiende a decodificar los mensajes de forma tal de refozar sus creencias previas y que, en definitiva, los argumentos programáticos son poco escuchados.
Sin embargo, también es cierto que en los últimos tiempos esa percepción ha cambiado. Es posible que los debates no tengan un alto rating, pero también es verdad que hay una gran audiencia para el "post debate". En los días siguientes aparecen en la TV y redes sociales los fragmentos editados y comentados, con frases seleccionadas y muchas veces sacadas de contexto.
Es por eso que los equipos de "coaching" electoral tiene que extremar sus cuidados para no dejar nada librado a imponderables. Un candidato que haga una argumentación sólida desde lo técnico pero que aparezca como agresivo desde lo gestual o que diga frases que puedan malinterpetarse puede terminar perdiendo la partida, aun cuando haya lucido más convincente a la hora de describir su programa.
Y en el caso de el debate que protagonizarán este domingo los candidatos en Santiago del Estero, hay una cuota adicional de curiosidad, que estuvo alimentada por la incertidumbre política y económica de los últimos días.
La primera incógnita a despejar es Javier Milei: su desaparición de los medios y los actos de campaña -incluida la comentada cancelación de la entrevista con la cadena estadounidense CNN- dio lugar a todo tipo de conjeturas.
Entre las muchas especulaciones sobre por qué su equipo quiso "guardarlo" para el debate se incluye una presunta depresión por la reunión con el embajador estadounidense Marc Stanley, que no habría sido todo lo entusiasta que el candidato esperaba respecto de la iniciativa dolarizadora.
Pero eso no es lo único: las redes y los medios se llenaron de versiones respecto del estado anímico de Milei. Un comentado video, en el que se lo ve cambiando de expresión -pasando de la euforia a un gesto de preocupación y temor- al momento de recibir una réplica del bastón presidencial, abonó todo tipo de teorías respecto de la estabilidad emocional del candidato.
Es por eso que, antes que sus argumentaciones sobre la situación económica del país, la curiosidad de la clase política que asistirá al debate estará centrada en las señales que Milei deje entrever sobre su estado emocional. Ahí, precisamente, reside una de las principales preocupaciones de sus "coachs" en la preparación del debate: que ante un bombardeo de chicanas y provocaciones sea capaz de mantener la calma, sin dejarse traicionar por su personalidad impulsiva.
No es una tarea fácil, habida cuenta de los antecedentes de Milei y sus peleas mediáticas. ¿Corre, por ejemplo, el riesgo de que en el intercambio con la izquierdista Myriam Bregman diga una frase que se pueda interpretar como misógina? Es algo que los asesores temen más que al debate económico, porque puede impactar en el electorado joven donde Milei tiene su base de apoyo.
¿Quién manda en el equipo económico de Milei?
Pero no es lo único que está en juego en el debate para el candidato libertario. Para el público que está más preocupado por las definiciones sobre la economía, las últimas semanas fueron de confusión, al punto que se está imponiendo una pregunta todavía sin respuesta: ¿quién manda realmente en el equipo económico de Milei?
El candidato dijo que ya tenía definido su eventual ministro de economía pero que no estaba dispuesto a revelar su nombre, como forma de preservarlo de los ataques políticos. No está tan claro que sea una buena decisión, porque hasta ahora se multiplican los mensajes confusos y hasta contradictorios.
Después de haber hecho una campaña intensa con el mantra de la dolarización, el ahora pre-designado presidente del Banco Central, Emilio Ocampo, ha tenido frases que relativizaron ese propósito y que dan a entender que, en realidad, lo que se está preparando es una coexistencia del peso con el dólar durante un período relativamente extenso.
Mientras tanto, otros referentes han tenido intervenciones que no terminan de despejar las incógnitas sobre los temas principales. Darío Epstein, que viene de reunirse con un grupo de inversores en Nueva York, dijo a su regreso que la prioridad absoluta, antes incluso que la reforma cambiaria, debería ser solucionar el problema de las Leliqs. Adelantó que trajo "algunas ideas concretas" de su viaje pero que debía conversarlas con Milei.
Lo que sí dejó en claro es que no comparte algunos diagnósticos "de voluntarismo fácil" sobre que las Leliqs pueden ir disminuyendo gradualmente apenas con una mejora en la credibilidad y un crecimiento en la demanda de pesos. Prometió una solución "sin sorpresas, sin licuaciones ni Plan Bonex".
Además, dio otra pista importante cuando le preguntaron sobre si mantendría el mecanismo de "rolleo" de los vencimientos de deuda en pesos. Descartó cualquier tipo de "reperfilamiento" aunque sí admitió que la intención es bajar drásticamente la tasa de interés.
Sin embargo, provocó "ruido" en el mercado financiero la prédica de Carlos Rodríguez, el rector de la Ucema y ex viceministro de economía en la gestión menemista, quien insinuó que se podría hacer una quita de capital sobre la deuda indexada del Tesoro, y que habría una alternativa para hacerlo de forma legal, sin que se lo pudiera asimilar a una ruptura contractual.
Sus comentarios tuvieron en las redes tuvieron amplia repercusión, recibió críticas tanto de parte de quienes se oponen a Milei como de quienes están a favor y creen que perjudica sus chances electorales. No faltan quienes acusan a esos argumentos por las bajas en las cotizaciones de los bonos de deuda soberana.
En todo caso, para Milei esta situación se está transformando en un problema. Mientras él mantiene el silencio, sus colaboradores son confusos o se contradicen entre sí en temas de extrema sensibilidad. El debate presidencial puede ser un punto de quiebre: es la oportunidad para aclarar los temas oscuros… o puede ser también la confirmación de lo que parte del mercado sospecha: que todavía no hay definiciones tomadas sobre temas cruciales.
Massa, a la defensiva y ¿con ministro?
Para Sergio Massa, el debate supondrá un desafío para su reconocida habilidad retórica. Cualquier otro ministro de economía que llegara en este momento a un debate presidencial consideraría que tiene todo para perder: se acaba de publicar el dato de 40,1% de pobreza, en medio de una inflación que ya está en 124% anual y que los economistas pronostican subirá a 170% sobre fin de año.
Para colmo, las recientes medidas de aliciente al consumo -como la virtual eliminación de Ganancias a los asalariados y la devolución del IVA para alimentos- implican un costo fiscal por pérdida de fuentes de ingreso tributario, lo cual puede implicar una expansión monetaria que agrave la presión inflacionaria. Y es algo que ha irritado al propio Fondo Moonetario Internacional.
Sin embargo, Massa ha demostrado que está preparado para las críticas de sus oponentes. De hecho, ya insinuó cuáles serán las líneas generales de su defensa.
Cuando se le reproche la inflación, recordará que por la crisis climática del campo este año ingresaron u$s20.000 millones menos de lo previsto y que eso cambió todo el contexto económico, pero que se trata de una crisis que se solucionará el año que viene, gracias a las lluvias y a los dólares que ingresen por "su" nuevo gasoducto.
Cuando le reprochen la inestabilidad cambiaria y la aceleración inflacionaria de las últimas semanas, culpará al FMI, que "impuso" el salto devaluatorio como condición para hacer el desembolso de u$s7.500 millones con los cuales seguir el calendario de pagos.
Y, llegado el momento en que lo acusen de irresponsabilidad fiscal por el "Plan Platita" dirá que lo que se pierde por Ganancias se compensará por la aplicación del impuesto PAIS a las importaciones, y que el reciente anuncio de un "nuevo IFE" para los trabajadores informales se compensará con el adelanto de Ganancias para los sectores "beneficiados por la devaluación", entre los que ya apuntó a los bancos, las compañías financieras y las aseguradoras.
Pero, sobre todo, tiene su argumento preferido: que en la presentación del presupuesto 2024 incluyó una "separata" en la cual se enumeran subsidios y exenciones impositivas a sectores empresariales, cuya eliminación permitiría un ahorro de 4,5 puntos del PBI.
Trascendió en las últimas horas que el ministro-candidato quiere reforzar su discurso con un anuncio de alto impacto: el nombre de su eventual ministro de economía. No es un recurso nuevo, y tiene el potencial tanto de beneficiar como de restarle votos al candidato. Los politólogos saben que, para que ese anuncio tenga buen resultado, se debe cumplir un requisito: el funcionario designado debe ser de confianza del mercado y despejar todo temor de que haya políticas extremistas.
En el caso de Massa, el nombramiento del ministro debe despejar dudas en el sentido de que su eventual gestión presidencial pueda tomar un "giro kirchnerista" con una agenda estatista y mayor intervencionismo económico. Pero claro, tampoco puede tratarse de un economista sospechado de simpatías "neoliberales" que provoque el rechazo de sus socios en la coalición Unión por la Patria.
Lo cierto es que se disparó una ola de rumores en el mercado, donde sobresale la mención a Marina Dal Poggetto, una respetada economista -a quien Massa ya había tentado el año pasado para ocupar el cargo de viceministra- que tiene la confianza del sector financiero y ha sido una de las más feroces criticas de la dolarización. También trascendió que el nombre elegido para para presidir un consejo de asesores sería el de Roberto Lavagna, el veterano ex ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, cuyo nombre quedó asociado a la rápida recuperación de la economía tras el colapso del 2001. Lavagna negoció en aquel momento el mayor default soberano de la historia, y siempre se jactó de haber recuperado el superávit en los plano fiscal y externo.
Examen de economía para Bullrich
La participación de Patricia Bullrich en el debate es la que genera menos incógnita. Se descuenta cuáles serán los temas sobre los que basará su presentación: ser la garante del único cambio duradero. Aunque el lugar donde se siente más cómoda es en la confrontación con el peronismo, sabe que en este momento su "partido" personal se juega en la diferenciación respecto de Javier Milei.
Llega con el impulso anímico de las victorias de Juntos por el Cambio en los comicios provinciales de Santa Fe, Chaco y Mendoza, lo cual le permite reforzar el concepto de que, a diferencia del libertario, ella sí contará con una vasta red de alianzas políticas que le permitirán llevar a cabo su programa sin condicionamientos.
Pero Bullrich sabe que su flanco débil es la economía. Sus explicaciones confusas y las dificultades para argumentar han dejado en evidencia sus carencias de formación en esa materia hiper sensible. De manera que su test personal estará basado en qué tan bien haya aprendido la letra que en los últimos días se pasó Carlos Melconian, su pre-designado ministro de economía, quien se mostró firmemente crítico de la propuesta de dolarización.