Relegado, sin protagonismo y con objetivos incumplidos: así vive Alberto sus últimas semanas en el poder
Mientras realiza sus últimos viajes representando a la Nación Argentina ante distintos organismos internacionales y países donde es recibido, Alberto Fernández, decidió pasar desapercibido ante la opinión pública, a pesar del apasionante proceso electoral que está viviendo la Argentina.
No se trata de un plan preparado de antemano sino uno, producto de las circunstancias que lo ubican como uno de los dirigentes con peor imagen en la sociedad.
Un reciente relevamiento de la consultora D’Alessio-IROL indicó que la "aprobación de la gestión del Gobierno nacional cayó 9 puntos en el mes de agosto, alcanzando un piso del 16% que representa la cifra más baja desde que llegó al poder" en diciembre de 2019. Incluso entre los simpatizantes del Frente de Todos hay un 46% de desaprobación de la gestión.
Alberto Fernández: un presidente relegado y con peor imagen
Por ello, en casi todas los discursos improvisados que ofrece el primer mandatario en algunas visitas al interior del país, que ha sido una de sus marcas de gestión, es uno de los presidentes que más viajó a las provincias por pactos protocolares o inauguraciones de obras, suele exponer, de manera repetitiva, "las plagas de Egipto" que condicionaron su gestión: la pandemia de Covid-19; la guerra en Ucrania y la deuda del FMI tomada durante la administración de Mauricio Macri.
Sin embargo, puertas adentro, no se olvida del maltrato de Cristina Kirchner y tiene poca autocrítica por dos cuestiones apuntadas por por el candidato y ministro oficialista Sergio Massa, acerca de dos puntos que lo alejaron de la consideración de la gente.
Massa suele referirse a la foto de Alberto Fernández en Olivos, festejando un cumpleaños de su esposa Fabiola Yáñez, durante una estricta cuarentena, dictada por el mismo Presidente, junto a su diseño de gobierno horizontal, donde la toma de decisiones nunca estuvo clara ni fue la correcta, teniendo en cuenta que hubo casos donde un secretario de Estado, sustentado por la vicepresidente Cristina Kirchner, tenía más poder que un ministro, como factores que terminaron por generar un caos administrativo y una parálisis en la toma de decisiones que minó la credibilidad de un gobierno eficiente y de cientificos como gustaba llamarlo.
Con este contexto en mente, no es casual el segundo y hasta tercer plano de Alberto Fernández en la campaña electoral de Unión por la Patria.
Por ello, además de realizar costosos viajes al exterior, a pesar del calamitoso estado de las cuentas públicas de la Nación, Alberto Fernández está pensando en los objetivos políticos que no pudo cumplir, en el estado de su patrimonio con el que contará cuando vuelva al llano y, en algun plan para el futuro próximo.
Alberto Fernández perdió el 82% de su patrimonio
En este punto, y, hasta el momento, hay que decir que Fernández cumplió con su prédica anti corrupción.
Suele decir que "la corrupción es algo absolutamente intolerable" y, llega a poner las manos en el fuego por los miembros de su gobierno al señalar que "se van a su casa casi igual que cuando llegaron, ninguno más enriquecido".
Bueno, esto último está por verse. Sí, se puede hablar de la reciente declaración ante la Oficina Anticorrupción del Presidente que enseña una reducción de su patrimonio, deudas con privados y un Toyota Corolla del año 2019, como su bien material más preciado.
La reducción patrimonial no se produjo por los efectos devastadores de la inflación y la depreciación de la moneda nacional sino por un inmueble.
Alberto Fernández especificó que comenzó el año 2022 con $17.833.320 y lo terminó con $9.778.594 por lo que comenzó su último año de mandato más empobrecido.
El bien inmueble que le produjo la reducción patrimonial era una vivienda de 175 metros cuadrados ubicada en la avenida Callao, adquirida en julio de 2000. Se trata de una propiedad que compró con quien era su esposa, Marcela Luchetti, donde la excónyuge del jefe de Estado continúa viviendo.
En 2021, el departamento que figuraba a nombre del Presidente llegó a cotizarse $12.221.253,18 (su valor fiscal). Al cierre del período lo valuó en "0,00" pesos.
Cerca del Presidente, señalaron que fue un hecho producto de la separación de bienes con su exesposa; estaban divorciados, pero no habían hecho ese trámite.
Por lo que se quedó con un automóvil Toyota Corolla del 2019 que tiene una cotización de $4.576.000, y es el bien más suntuoso que figura en la declaración jurada del mandatario. En su caja de ahorro en pesos, declaró poseer $21.629, mientras que a principios de año tenía $444.617.
También continúa con una deuda en moneda extranjera que arrastra desde el año 2019. En el documento se registra un pasivo de 102 mil dólares al empresario Héctor Horacio Martínez Sosa. La deuda figura intacta en las cuatro presentaciones ante la OA.
Fernández declaró otras cuatro deudas a principios de 2022 y tres de ellas -de tarjetas de crédito- las saldó al final del año: dos con el Banco Santander y otra de la tarjeta de crédito American Express. Mientras le paga un saldo deudor a la AFIP por $33.823.
El legado político incompleto de Alberto Fernández
Imposibilitado de dejar un legado claro de su errática gestión que termina con un proceso inflacionario de difícil resolución económica y altos niveles de inseguridad ciudadana, Alberto Fernández, intentó, sin éxito, democratizar el peronismo.
Un movimiento de masas poco afecto a dirimir sus internas a través del voto popular, la mano alzada o el método que fuera que tomara en cuenta la igualdad de opiniones. O sea, un afiliado o un simpatizante de la causa es igual a un voto.
Por el contrario, el movimiento peronista busca siempre un liderazgo fuerte que imponga las listas de candidatos y la conducción de la unión de partidos que representa.
Acaso influido por los descendientes de Antonio Cafiero, alma máter de la renovación peronistas de la década del 80 del siglo pasado, cuando se realizó la única interna en serio en el peronismo que se recuerde de la cuál emergió el liderazgo del riojano Carlos Menem, Fernández intentó sin suerte insistir en presentar candidatos en las recientes elecciones PASO del 13 de agosto.
No pudo. El acuerdo entre el kirchnerismo y el Frente Renovador pudo más que su insistencia en respaldar a Daniel Scioli hasta que le soltó la mano. Previamente, se la había soltado a los propios "albertistas" que proponían intentar la reelección.
El "albertismo" nunca arrancó y Cristina Kirchner volvió a ganarle la pulseada para continuar gravitando, desde el peronismo de la provincia de Buenos Aires, como la dirigente a la que hay que consultar para nominar una candidatura presidencial o bonaerense.
Alberto Fernández se quedó con sus declaraciones públicas frente al dedazo de su vicepresidente que alguna vez lo favoreció, al elegirlo, a él mismo.
El ataque al personalismo político de Cristina Fernández no fue honesto porque nunca se quejó cuando lo nombró, sorpresivamente para la militancia kirchnerista, como su candidato presidencial en el año 2019.
Sin embargo, en un acto que los adscriptos al kirchnerismo consideraron de deslealtad a la jefa política del peronismo bonaerense, Alberto Fernández opinó acerca de la dedocracia, "Si Perón viviera, sería más cuidadoso en todo lo que estoy diciendo sobre el personalismo, pero Perón es uno y es irrepetible", aclaró. "No tenemos un Perón de reemplazo. ¿Qué es organizarse en una fuerza política? Democratizarla. Mi problema no es si Cristina conduce o no conduce. Yo quiero que conduzca por decisión popular", definió.
Tampoco sucedió. Por lo que a Alberto Fernández le restará finalizar su mandato presidencial para organizar su escaso legado, y preparar su futuro luego de dejar el poder, seguramente, disertando y ocupando funciones de coordinador, en el grupo de Puebla, un foro político y académico integrado por representantes de la izquierda política latinoamericana, fundado el 12 de julio de 2019, en la ciudad mexicana de Puebla y que se convertirá en un antagonista activo de posbiles gobiernos liberales de la región latinoamericana y, fundamentalmente, si triunfara la oposición, del futuro gobierno de la Argentina.
La "academia" social demócrata le reservará un lugar en cuanto foro tenga lugar de esa corriente política que, para los peronistas tradicionales, ha sido la adscripción a esas ideas la que ha llevado al movimiento fundado por Juan Domingo Perón a los índices más bajos de popularidad.