Macri "renuncia" para aumentar su poder: quiere influir en la interna del PRO y también en la decisión de Cristina Kirchner
Mauricio Macri buscó maximizar el efecto del "renunciamiento histórico". Su anuncio, cuidadosamente calculado en forma y "timing", busca generar al mismo tiempo un impacto en la propia interna de Juntos por el Cambio, en la interna del peronismo y, paradójicamente, afirmar su condición de líder político que se preserva el rol de juzgar si sus "herederos" están o no actuando correctamente.
La movida aparece como la consecuencia lógica e inevitable del proceso que había tomado la interna opositora. Y, sin embargo, no deja de resultar sorpresiva. De hecho, en la militancia del PRO se percibe una sensación de desilusión tras el anuncio.
Aunque es más probable que el sector más desilusionado sea el peronismo, y muy en particular Cristina Fernández de Kirchner. Con esta jugada, Macri intenta que el Frente de Todos pierda su gran elemento aglutinador: agitar el fantasma del regreso de "la derecha" como forma de mantener unidos los fragmentos de una coalición cada vez hay menos elementos en común.
Lo cierto es que el suspenso en torno a si Macri sería candidato se había alargado demasiado. Después de que Horacio Rodríguez Larreta confirmó oficialmente su candidatura, y de que la propia Patricia Bullrich dijera que su aspiración presidencial no dependía de una decisión de Macri, ya resultaba difícil que el ex presidente anunciara una postulación sin que eso provocara un terremoto en el PRO.
Desde ese punto de vista, resultaba difícil imaginarse a Macri "bajando" a disputar -y arriesgarse a perder- en una interna partidaria. Aun si ganara una PASO, quedarían fisuras, egos lastimados y diferencias expuestas en una interna desgastante.
De manera que su "renunciamiento", paradójicamente, tiene la intención de recuperar el liderazgo en el espacio opositor: Macri quiere mostrarse feliz de haber generado un partido político con capacidad de renovación dirigencial, sin quedar ligado a la coyuntura de un liderazgo personalista. En otras palabras, siente que tiene más para ganar si aparece como el líder que da un paso al costado por decisión propia para no eclipsar a las nuevas figuras, antes que parecer un ex presidente desafiado por sus propias segundas líneas, que lo ven como un representante de "lo viejo".
Mitad decisión, mitad resignación
La inmediata reacción de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich confirman esa percepción. Ambos expresaron sin medias tintas un alivio por el "renunciamiento" y le dedicaron a Macri los típicos elogios típicos ambiguos que se le dice a alguien que, si no hubiese tomado esa decisión, habría significado un estorbo.
El video llegó tras una serie de reuniones "cara a cara" de Macri con los pre-candidatos, en los que -queda ahora en evidencia- se habló sobre esta decisión. Fue obvio que ni Rodríguez Larreta, ni Bullrich ni María Eugenia Vidal se sorprendieron.
El texto fue cuidadosamente redactado, con párrafos pensados para destinatarios diversos y con efectos calculados. La escenificación, con una escena campestre y rumor de agua que le aportó el toque "zen", el tono calmo y parsimonioso del discurso, todo fue deliberadamente opuesta al estilo exaltado de Cristina Kirchner. La elección de una mañana de domingo tranquilo garantizó que el anuncio se transformara en el tema del día, opacando todos los demás, incluyendo el inminente encuentro de Alberto Fernández con el presidente estadounidense Joe Biden.
Pero lo que Macri no logra despejar es el gran interrogante: ¿cuál fue el motivo de fondo, el verdadero, que lo llevó a tomar la decisión? Porque si bien había muchos factores que lo llevaban al "renunciamiento", también es cierto que, hasta ahora, se había comportado como un candidato en campaña.
Cada aparición pública, las cartas que daba a conocer en las jornadas de "banderazos", el tono de las entrevistas que concedía a los medios de comunicación "amigos" y, sobre todo, las presentaciones de su libro "Para qué", tenían todos los elementos propios de alguien que está preparando el camino para volver al poder.
De hecho, había trascendido su enojo con cada insinuación de que debía "jubilarse" de la política. El caso más sonado había sido el de Emilio Monzó, el ex presidente de la cámara de Diputados, de origen peronista, a quien Macri debe en gran medida el armado político en el interior del país durante la campaña de 2015. Monzó había puesto en un plano de igualdad a Macri y Cristina Kirchner como dos exponentes de la política vieja, del mantenimiento de la grieta que había que dejar atrás.
Macri no se lo perdonó, al punto que en entrevistas insinuó que había sufrido su sabotaje político durante la gestión presidencial.
Luego, hace un año, cuando presentaba su libro, Macri había hecho un vehemente alegato en favor de un nuevo período de gobierno que debía ser reformista, sin concesiones al diálogo con las corporaciones. "O somos el cambio o no somos nada" no era apenas un eslogan, sino que muchos lo interpretaban como una desautorización explícita al estilo, al programa de gobierno y a la propia candidatura de Rodríguez Larreta.
En aquella ocasión, sus críticas a quienes "no saben jugar en equipo" y a quienes no tienen la humildad para aceptar otro rol que no sea el de líder parecían tener el significado inocultable de que no aceptaría desafíos a su propio liderazgo. Recurriendo a las analogías futboleras, había puesto el ejemplo de cómo en Boca Juniors se había animado a dejar fuera a cuatro ídolos -incluyendo a Beto Márcico- porque "se creían más importantes que el club".
El "espejo" de Cristina Kirchner
Es por esos antecedentes que el "renunciamiento" no deja de tener su cuota de sorpresa. Macri no se comportó nunca como un "ex" resignado a escribir sus memorias. El propio título de su libro anterior –"Segundo tiempo"- preanunciaba que había quedado con un ansia de revancha para volver a la Casa Rosada.
¿Por qué renuncia, entonces? Es un terreno de especulación infinita, que va desde la sospecha de que su candidatura tiene un "techo bajo" en las encuestas -con lo cual podría perder contra el peronismo- hasta que, una vez más, su comportamiento guarda cierta relación de "espejo" con Cristina Kirchner.
Desde su entorno se ha deslizado siempre la tesis de que, en realidad, Macri estaba dubitativo sobre la vuelta y que, entre los factores que lo animaban a volver, estaba la posibilidad de enfrentar y derrotar a la líder kirchnerista en un "mano a mano" histórico.
Bajo ese punto de vista, Macri habría perdido su principal motivación, dado el anterior renunciamiento -o "proscripción"- por parte de Cristina.
También, claro, hay otra posibilidad, y es que Macri haya intentado incidir sobre la líder kirchnerista. Sin Macri en la contienda, también la propia Cristina perdería una motivación para postularse: ya no podría justificar su discurso sobre la necesidad de frenar "una vuelta al pasado" y, además, arriesgaría a tener que debatir y eventualmente ser derrotada por figuras opositoras que ella no considera a su altura -lo cual no sólo involucra a Rodríguez Larreta y Bullrich sino también al libertario Javier Milei-.
Esto es lo que llevó a que las primeras reacciones de los analistas sean la de considerar que Macri dejó fuera de la contienda a Cristina. "La decisión de no ser candidato casi que reduce a cero la posibilidad de que CFK sea candidata", escribió el politólogo Lucas Romero. En tanto que Andrés Malamud elogió la movida estratégica: "Cuando Cristina anunció que no era candidata, su influencia sobre el FdT se derritió. Cuando Macri anuncia que no es candidato, su influencia sobre JxC se dispara.
Las horas posteriores al anuncio parecen confirmar estas presunciones. Desde República Dominicana, donde se encuentra para participar en la cumbre iberoamericana de presidentes, el entorno de Alberto Fernández evaluó como un hecho positivo la movida de Macri. Creen que tendrá el efecto inevitable de incidir en la decisión final de Cristina. "Me hizo un favor", sintetizó el Presidente ante sus allegados.
¿El gran elector?
¿Cuál será el futuro de Macri? Si la respuesta dependiera de Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, el panorama es bastante claro: lo imaginan lejos. Ya el año pasado la líder de "los halcones" había dicho que el rol ideal para Macri sería el de una especie de "embajador itinerante" que abriera mercados para las exportaciones argentinas.
Y Rodríguez Larreta hizo, en su primer mensaje "post renunciamiento", alguna insinuación similar, al declarar que "su experiencia de gestión y su visión del mundo serán fundamentales para el tiempo que viene". ¿Lo imagina como canciller o con algún destino diplomático destacado como la embajada en Estados Unidos? Es, después de todo, una salida clásica a la que se recurre para que los ex mandatarios no se transformen en un estorbo.
Pero Macri, por lo pronto, está focalizado en el corto plazo. Más concretamente, en incidir en la interna de Juntos por el Cambio y, de paso, en la del peronismo. Para empezar, su anuncio desbloquea automáticamente la candidatura de María Eugenia Vidal, que cuenta con su expresa bendición para postularse.
Vidal mide bajo en las encuestas, pero disputa un perfil de votante que puede restarle puntos a Rodríguez Larreta. Con lo cual, indirectamente, podría jugar un rol para favorecer a Bullrich, la candidata con quien Macri ha demostrado mayor afinidad política y personal.
Por si quedaban dudas, hubo un mensaje entrelíneas que fue debidamente decodificado en el PRO: la mención sobre "la valentía de quienes expresaron el apoyo cuando era mucho más fácil callarse que mostrarse" tiene un tinte personal: cuando Macri fue citado a declarar a Dolores en la causa por el espionaje a familiares de los marinos del ARA San Juan, estuvo junto a él toda la plana mayor del PRO… excepto por Rodríguez Larreta.
Hay otras pistas en el discurso de Macri: su alusión a la necesidad de terminar con los "liderazgos mesiánicos" no alude apenas a Cristina Kirchner, sino también a Javier Milei, el candidato que puede robarle votos "por derecha" a Juntos por el Cambio.
Su otra frase fuerte, la que alude a que "nunca más haya una marioneta como presidente" parece tener un obvio destinatario en Alberto Fernández, pero no se limita a ese caso. Involucra también a eventuales herederos designados por Cristina, por ejemplo una eventual candidatura de Axel Kicillof o Eduardo de Pedro.
Pero, sobre todo, lo que Macri insinúa en su mensaje es que no imagina para sí mismo un rol menor. Más bien al contrario, para la carrera a las PASO quiere influir como "gran elector". Y luego, en un eventual gobierno de Juntos por el Cambio, quiere mantener un rol de "garante" de que la gestión vaya por el buen rumbo.
Parafraseando a otro histórico renunciamiento, el mensaje de Macri es que está dispuesto a abandonar los cargos, pero no el liderazgo.