Efecto canje: un kirchnerismo cada vez más incómodo con el apoyo a Massa, entre acusaciones de "menemización"
"Tengo que ser sincero: si esto lo hacía Macri, yo lo mataba", dijo en su programa radial Roberto Navarro, uno de los más influyentes formadores de opinión del público kirchnerista, en alusión al canje de bonos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses. No solamente no convalidó la tesis oficial de que el FGS se beneficia al entregar bonos en dólares y recibir bonos en pesos indexados, sino que pidió revisar la medida antes de entre efectivamente en vigencia.
Unas horas antes, Claudio Lozano, economista cercano a la CTA, ex director del Banco Nación y también precandidato presidencial en la interna del Frente de Todos, calificó como "alquimia financiera" al canje de bonos, pronosticó que su efecto de anestesia sobre el dólar paralelo será "absolutamente coyuntural" y dijo que, a esta altura, el Gobierno representa "una variante más del ajuste". Sin medias tintas, calificó como un error que la coalición haya respaldado la entrega del poder de la gestión a Sergio Massa.
Otro referente del universo kirchnerista, Horacio Rovelli, que ocupó el cargo de director de Programación Macroeconómica del ministerio de Economía durante el primer período de Cristina Kirchner, fue todavía más duro: "Esto ya es menemismo explícito", dijo sobre la medida de Massa, y comparó a la venta de los bonos de Anses con las privatizaciones de la década de los ’90.
Los ejemplos de este tipo se acumulan con el paso de las horas y dejan en evidencia la situación de tensión interna que se vive en la coalición gubernamental. El kirchnerismo quedó en estado de shock después del anuncio de Massa, y ya no queda ánimo de salir a justificar al ministro. De hecho, empieza a notarse un estado de rebelión en las propias bases militantes, para que marcar un límite en el apoyo tácito que Cristina Kirchner le ha dado al ministro.
Una larga lista de "sapos"
No es una situación que sorprenda, por cierto. Desde que Massa asumió la conducción de la gestión económica con amplios poderes, el kirchnerismo ha tenido que "tragar sapos" como concesión a la estabilidad financiera -y, por ende, en el ámbito social- prometida por el tigrense.
A esta altura, la lista de sapos generada por la gestión massista es larga:
- El "dólar soja" en sus dos ediciones.
- Los tipos de cambio sectoriales.
- La aceleración de la tasa devaluatoria y de la tasa de interés en respuesta al pedido del FMI.
- El ajuste real sobre el poder adquisitivo de las jubilaciones -estimado en 14% interanual-.
- La negativa al pago de una suma salarial fija por decreto.
- La negativa a un programa de congelamiento general de precios.
- La pauta salarial del 60%; el canje de bonos con cláusula de salida garantida para los bancos.
- La flexibilización para que los bancos puedan distribuir dividendos, sacar dólares del país y empeorar la calidad del respaldo que garantiza los plazos fijos.
- Finalmente, este canje que pone en riesgo la capitalización nada menos que del FGS, uno de los orgullos kirchneristas, derivados de la estatización de las AFJP.
Hasta ahora, hubo algunas tibias críticas respecto de algunas de estas medidas, sobre todo de parte del diputado Máximo Kirchner y de dirigentes sindicales como Pablo Moyano. Pero la realidad es que fueron objeciones esporádicas en un clima de resignación.
No faltan las declaraciones de reconocimiento -entre las que destaca la del flamante interventor de Edesur, Jorge Ferraresi, quien reconoció que Massa asumió "un día antes de que nos vayamos en helicóptero"- y eso es lo que ha compensado el enojo por el tenor de la política de Massa.
En definitiva, quien mejor representó esa ambivalencia fue la propia Cristina Kirchner, quien en sus apariciones públicas suele elogiar la gestión de "Sergio" por haber puesto freno al escenario de caos financiero que dominaba en julio del año pasado. Sus únicas objeciones han sido la de poner excesivo celo en la austeridad fiscal y no haber avanzado con mayor agresividad sobre las rentabilidades de "los grupos concentrados".
¿Llegó el límite del apoyo a Massa?
Sin embargo, esa resignación a que Massa haga ostentación de pragmatismo a través de medidas "ortodoxas" o de hacer concesiones al sistema financiero puede estar alcanzando un punto límite. Son cada vez más las voces que empiezan a hacerse oír para reclamar que, ante la campaña electoral, el kirchnerismo no pierda su identidad. Y eso implicaría un corte al apoyo a las políticas "market friendly" del ministro.
A nivel oficial, la cúpula kirchnerista ha mantenido silencio ante el nuevo canje de bonos. Lo que supone una obvia intención de tomar distancia y no aparecer como co-autores de la medida.
Los que sí han hablado lo han hecho en tono crítico. Y ocurrieron dos situaciones irritantes para el kirchnerismo: la crítica desde la izquierda y la que proviene de ex funcionarios de la propia gestión de Cristina.
Entre los primeros, sobraron los ejemplos, como el del diputado Nicolás del Caño, que escribió: "Le entregan a fondos de inversión y bancos los bonos en dólares del FGS de la Anses a cambio de títulos en pesos. Con la plata de los jubilados financian la fuga de capitales".
Es una crítica que lastima en un punto particularmente sensible del "relato K", dado que la prédica de Cristina se ha basado en su defensa de las escasas divisas de la "economía bimonetaria" y en la condena a la economía macrista que propició la "fuga".
El otro hecho irritante lo protagonizó Diego Bossio, ex titular de Anses durante la gestión de Cristina, quien criticó impiadosamente la medida de Massa. Hizo un detallado análisis técnico sobre cómo sufriría el FGS y luego, invitado por los canales de TV críticos del Gobierno, castigó con esta frase: "No se puede apoyar que la Anses entregue bonos de 11.800 millones de dólares a los bancos para que le entreguen 2.500 millones de dólares".
Peor aun, Bossio chicaneó con una alusión a su ex jefa política: "Estoy convencido que Cristina no hubiese permitido esto durante su gobierno. Porque esto es aumentar la deuda en dólares, que es lo contrario a lo que ella hizo. Ahora se está tomando una deuda que rinde 47% anual en dólares".
El escaso entusiasmo del kirchnerismo se nota en la falta de disposición de los dirigentes políticos para salir a defender la medida en los medios. De hecho, sólo han hablado los funcionarios del círculo más cercano de Massa.
Como botón de muestra, en la tapa del diario Página 12, el tema que para todos los medios fue la noticia del día aparece recién en el cuarto lugar más destacado -los primeros tres refieren a notas críticas para la oposición macrista-, y lleva por título: "Para frenar al lobby devaluador". La cobertura se limita a reproducir las declaraciones oficiales del ministerio de Economía y a recordar que el FGS perdió valor durante la gestión macrista.
En rigor, esas cifras corresponden a un informe oficial de Anses de hace pocas semanas, donde se relata que la valorización del FGS tuvo tres etapas bien diferenciadas: una en la que creció 179% durante la gestión kirchnerista, otra en la que cayó un 47% en el período de Maurio Macri y, finalmente, una recuperación de 62% en el actual Gobierno. Pero claro, la medición está hecha tomando como parámetro el dólar oficial y no el paralelo.
Si se utilizara el tipo de cambio del "contado con liqui", entonces la conclusión sería incómoda para el oficialismo: daría que el patrimonio actual del FGS es inferior al que dejó Macri en 2019.
Raverta, en la silla más incómoda
Si todo el kirchnerismo está incómodo, hay alguien en particular que siente que está en el peor lugar y peor momento: la directora de Anses, Fernanda Raverta. Kirchnerista de pura cepa -al punto de haber sido cuestionada por no apelar la jubilación de Cristina-, ahora está entre dos presiones antagónicas.
Por un lado, adhiere al libreto kirchnerista que considera la conformación del FGS en 2007 y la estatización de las AFJP en 2009 como los hitos más importantes de la era kirchnerista, y hace de su defensa una cuestión de principios.
Pero al mismo tiempo, como parte del Gobierno y co-responsable por lo que ocurra en el organismo previsional, debe alinearse con el libreto oficial. Es por eso que, desde la Anses, afirman que al recibir bonos duales, el FGS quedará simultáneamente cubierto del riesgo inflacionario y del devaluatorio. Y que los bonos dolarizados que tomará ahora el Tesoro sufren mucha volatilidad, por lo que hasta termina siendo beneficioso que salgan de su cartera.
Según esa lógica, el FGS podría valorizarse en u$s2.000 millones.
Claro que los críticos no lo ven de la misma manera: afirman que el FGS tendrá una mejora teórica en su valorización, producto de que los bonos son anotados a su precio nominal, pero que si en los hechos tuviera que desprenderse de esos títulos, se encontrará con la realidad del valor de mercado.
Peor aun, para la oposición existe una posible infracción legal de la ley de Defensa de los Activos del FGS, sancionada en 2020, que prioriza el uso del FGS para inversiones con impacto directo en la economía real, y limita las operaciones financieras con los títulos del fondo.
La oposición pone el dedo en la llaga
Por lo pronto, Raverta y el ministro Massa serán citados por el Congreso para dar explicaciones sobre una medida que "luce manifiestamente lesiva y perjudicial para el interés de los beneficiarios actuales y futuros del sistema previsional y contraria a la ley".
Pero, más que escuchar al ministro de Economía, el objetivo de los legisladores de Juntos por el Cambio es forzar al kirchnerismo a tener que defender explícitamente las medidas económicas. Es por eso que están exigiendo que se reúna la comisión de Trámite Legislativo -la que debe refrendar los decretos del Poder Ejecutivo-. Esa comisión, presidida por Marcos Cleri, dirigente de La Cámpora, lleva meses inactiva.
Lo que la oposición está buscando, en definitiva, es que el kirchnerismo deba enfrentarse públicamente a la contradicción entre su necesidad y su deseo: por un lado el apoyo desganado al pragmatismo de Massa y por el otro lado el apego a un "relato" alejado de las medidas pro-mercado.
Una síntesis de esa estrategia puede leerse en la "chicana" que publicó la diputada Silvia Lospennato, bajo un "hashtag" elocuente: "El relato se cae a pedazos": "Lo más escandaloso del cambio de bonos del FGS es que la maniobra significa endeudarse con una tasa del 45% en dólares. Milítense esa deuda en dólares, compañeros kirchneristas, si les da la cara".