Confidencial | El kirchnerismo apuesta al operativo clamor para postular a la vicepresidenta: qué evalúa hacer Cristina
El acto del jueves en el Estadio Único de La Plata fue una tentación. Casi 60 mil almas reunidas para empujar a la vicepresidenta, Cristina Kirchner, a lanzarse por un tercer período presidencial. "Presidenta, Cristina Presidenta", bramaba la multitud y la líder que dejó la pelota picando: "Todo en su medida y armoniosamente", dejó escapar, calculado.
Cristina quiere volver a ser presidenta. Sería para ella una revancha personal extraordinaria. Tras la debacle en el gobierno macrista, la recuperación inconclusa cuando lo colocó en la candidatura a Alberto Fernández y lo llevó a la victoria, pero no pudo concretar sus objetivos, porque el actual mandatario no cumplió con las expectativas; volver, volver en serio, como ganadora absoluta, sería su más grande victoria personal.
Pero "la doctora" sabe que es muy difícil. "A ver. La candidatura de Cristina traccionaría más votos que cualquier otra para el peronismo. Eso permitiría que muchos de los que estaban vivándola en La Plata, que seguramente integren las listas del peronismo, puedan entrar a cargos electivos, como diputados y eso. Pero ella sabe que ganar es muy complejo, casi imposible. Entonces ¿vale inmolarse por el resto?", analiza y se pregunta una fuente, cercanísima a la vicepresidenta.
El intríngulis es realmente complejo. Si Cristina fuese candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires, por otro lado, traccionaría votos en "el distrito que hay que ganar", podría incluso asegurar la elección en la provincia más importante y donde Juntos tendrá más dificultades para ganar.
"Cristina senadora, (Axel) Kicillof, gobernador y que el PRO ponga a quien quiera, ganamos", explica la misma fuente. Por otro lado, la senaduría garantiza fueros, es imposible que, incluso perdiendo en forma sorpresiva la elección, la actual vicepresidenta no ingrese a la Cámara Alta por la minoría saliendo segunda, y por ende, se garantice 6 años de tranquilidad, supere cómodamente los 70 años en la banca "y los jueces que vayan pasando", grafican en su entorno íntimo.
Pero los chicos empujan y uno de los que lo hace es su propio hijo, Máximo, que trabaja en la construcción futura de poder propio, incluso con su madre perdiendo la presidencial. "El pibe tiene su propia lógica. Con la madre candidata, la confección de las listas queda en sus manos. Poco podrán discutir el Movimiento Evita y otros eventuales contendientes internos. Y si además saca más votos que cualquier otro candidato, muchos de esos integrantes de las listas, ganarán cargos", explican en el kirchnerismo.
"Si Cristina gana, La Cámpora, con Máximo a la cabeza maneja el gobierno. Si no gana, bueno no importa, tendrá un buen bloque de diputados, unos cuantos senadores y varios intendentes bonaerenses, de todas formas, es buen negocio para Máximo, mucho más que parapetarse exclusivamente en la Provincia (de Buenos Aires)", siguen razonando en el Instituto Patria.
Poco que discutirle a dicho razonamiento, para La Cámpora no hay mejor escenario. Si el candidato es el pobre y desvencijado Alberto con sus dietas sui generis y sus padecimientos gástricos, el dibujo de las listas y la lapicera, estarán más en manos de Emilio Pérsico, al menos en Provincia, y de los gobernadores, en el interior.
El problema que enfrenta el hijo del matrimonio más poderoso del siglo es la disposición de su madre a ser "perdedora". "Cristina no quiere perder, nunca perdió. Dos presidenciales ganadas y una como vice pero con el rol central. Despedirse de la vida política como una derrotada no está en su agenda. Mucho menos si la opo, no candidatea a (Mauricio) Macri. Caer en una disputa ideológica con otro ex presidente tal vez sería tolerable, pero irse a su casa humillada por el Pelado pacifista (Horacio Rodríguez Larreta) o por (Patricia) Bullrich, sería intolerable", explican ahí nomás, bien cerquita de la líder justicialista.
Por eso Cristina en La Plata dejó la puerta abierta, pero no cruzó el umbral. Viene siguiendo la agenda opositora y los movimientos del propio Macri. Las ambiciones de Máximo y los suyos pasarán a segundo plano si el ex presidente del PRO, decide no correr la carrera y por ahora, ha decidido ir a "domar reposeras" a Qatar, de principio a fin del Mundial, lo que anticipa que no habrá definiciones en el próximo mes.
En el peronismo todos saben que ganar en 2023 es una quimera, pero también calculan que el gobierno que venga, probablemente de Juntos, enfrentará dificultades extraordinarias y deberá hacer reformas extremadamente dolorosas, lo que generará que, sea muy complejo que cuente con dos períodos, es decir, que reelija en 2027.
Frente a ese escenario, lo mejor es prepararse. Buscar controlar el partido, ganar aliados sindicales y hacerse de una buena porción de poder territorial y bloques sólidos y abultados en ambas cámaras del Congreso. Máximo tiene aspiraciones, y para iniciar ese camino necesita a su madre. Ella deberá decidir si inmolarse por el proyecto de su primogénito, o salvaguardarse.