Macri presentó el libro "Para qué": ¿fue el lanzamiento de su candidatura presidencial?
Para tratarse de un dirigente que dice que no quiere ser candidato, Mauricio Macri se está tomando demasiado trabajo: su acto de presentación del libro "Para qué" tuvo todos los componentes de un verdadero lanzamiento de candidatura presidencial.
Hubo una fuerte expectativa previa mediante los adelantos de extractos del libro, un gran acto en el predio de La Rural, con más de 1.500 invitados, que incluyó a la plana mayor de Juntos por el Cambio, mensajes de líderes mundiales, recuerdos de compañeros de otros tiempos -incluido un ídolo de Boca como Guillermo Barros Schelotto- y un público entusiasta.
Pero, sobre todo, un potente discurso sobre liderazgo y sobre voluntad de cambio. Aunque eludió las definiciones sobre candidaturas, todo el tiempo habló como el jefe indiscutido del espacio opositor y marcó el rumbo de lo que debería ser el programa de gobierno ante un recambio gubernamental que dio como un hecho.
"O somos el cambio o no somos nada", repitió varias veces, justo en un momento en el que en Juntos por el Cambio se produce un debate respecto de si se debe adoptar un plan gradual o de shock.
La presentación de Macri -en diálogo con Pablo Avelluto, su ex secretario de Cultura y, según trascendió, el "ghost writer" de los libros de Macri- tuvo todo lo que suele tener un discurso de lanzamiento presidencial. Momentos de emoción, como cuando recordó su secuestro; anécdotas de su paso por Boca y de su inicio en la política, para ilustrar con ejemplos claros su aprendizaje sobre el liderazgo, y un mensaje de visión sobre el futuro del país.
Fue elocuente la mención sobre la salida del plantel boquense de cuatro ídolos -incluyendo a Beto Márcico- porque "se creían más importantes que el club"-. La alusión vino a cuento de la importancia de trabajo en equipo y de la necesidad de mantener la humildad y escapar a "los egos". En primera fila, desafiantes como Horacio Rodríguez Larreta asentían con cara de poker mientras el auditorio aplaudía.
Entre el elogio y la advertencia
En el diálogo que fue recorriendo todos los capítulos del libro, Macri no ahondó en los temas que más ocuparon los debates periodísticos de los últimos días, como su propuesta sobre la reforma jubilatoria, la flexibilización de la legislación laboral y la drástica rebaja de impuestos.
El único tema específico al que hizo alusión fue al de la privatización de Aerolíneas Argentinas. Y lo mencionó como ejemplo de que la sociedad argentina está hoy dispuesta a acompañar reformas estructurales que en 2015 no aceptaba.
Así, recordó que cuando terminó el período de gestión de Cambiemos, una amplia mayoría superior al 70% apoyaba la propiedad estatal de Aerolíneas, mientras que hoy esa postura no llega al 40% de adhesión, "y pronto va a ser cero, y nos vamos a sacar de encima a Biró y vamos a estar llenos de aviones".
Fue uno de los pasajes más aplaudidos por la concurrencia, que llegó a su clímax cuando Macri arremetió contra los postulados de lo políticamente correcto. Tras recordar que Aerolíneas estatal le costó al país u$s10.600 millones, un dinero suficiente para "tener la mejor red de trenes del mundo", se preguntó: "¿dónde mierda están las prioridades?".
Y luego remató: "No nos pueden correr más. Ese discurso progre cínico no me lo banco más". Y sostuvo que la gente le exige a la oposición un proyecto "que la saque del sometimiento, que no significa darle un subsidio ni un empleo público en el que no tiene tarea". El público respondió con el cántico "volveremos, volveremos…".
Macri, cómplice, dio como un hecho el regreso al poder, aunque resistió la tentación de hablar de candidaturas. Sin embargo, su comportamiento fue todo el tiempo el de un líder que no quiere desafíos a su rol. Al ver a la plana mayor de Juntos por el Cambio en primera fila, dijo: "Qué lindo es verlos juntos" y pidió que no se rompiera la unidad.
Antes, figuras como Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Gabriela Michetti y el propio Rodríguez Larreta le habían rendido homenaje con videos grabados en los que recordaban hitos de la construcción del liderazgo macrista.
"Van a volver las piedras"
Macri tampoco mencionó en ningún momento a su némesis, Cristina Kirchner. Sin embargo, la figura de la vicepresidente estuvo sobrevolando toda la presentación. Macri aludió a la necesidad de terminar con el populismo para "girar al mundo de lo confiable, y girar violentamente, no gradualmente".
Advirtió que ningún inversor querrá poner dinero en Argentina mientras haya un gobierno que diga que, por impedimentos políticos, no se puede eliminar el déficit fiscal ni cobrar las tarifas de servicio público a su precio real.
Y, en una frase que pareció una advertencia a los otros postulantes de Juntos por el Cambio, advirtió: "hay que poner lo que hay que poner". Y llamó la atención sobre la resistencia que el kirchnerismo y sus aliados podrían ejercer para obstaculizar el programa reformista.
"Van a volver las piedras, los mafiosos ya anunciaron que nos preparemos, que se han apropiado partes del país y que no quieren soltar sus privilegios. Si nosotros no logramos una sociedad sin privilegios y sin mafias, nadie va a invertir", dijo Macri, en una alusión al ataque a piedrazos contra el Congreso en diciembre de 2017, cuando se votó el cambio de fórmula indexatoria para las jubilaciones.
¿Unidad o efecto boomerang?
Claro, ahora resta saber si esa potente arenga tendrá el efecto de unir a las diversas facciones de Juntos por el Cambio o si, por el contrario, la vehemencia de su crítica al populismo terminará por ahondar las fisuras.
En los días previos a este acto se notó la indisimulable incomodidad que se generó en los sectores más moderados, ante algunas propuestas consideradas extremas, como la rebaja drástica de impuestos.
Por caso, el senador Martín Lousteau, pre candidato a jefe de gobierno porteño -en alianza con Rodríguez Larreta-, criticó expresamente "las propuestas de extremos" y puso el ejemplo de la británica Liz Truss como algo que podría ocurrir en Argentina con las ideas de planes de shock.
No mencionó directamente a Macri, pero la alusión fue obvia: "Claramente si vos tenés un déficit no podés bajar impuestos inmediatamente, tenés que decir en qué rubros de gasto vas a ajustar. Podés cambiar impuestos distorsivos, pero andá a bajar impuestos de un plumazo y vas a tener el mismo problema que hubo en el Reino Unido", dijo en una entrevista televisiva.
Y defendió la postura de Pablo Gerchunoff, historiador y ex funcionario de gobiernos radicales, que levantó polvareda al declarar que, en este momento del país, no solamente no había que bajar impuestos sino que había que aplicar retenciones a algún sector que hoy no tributa.
Y el propio Rodríguez Larreta, que no habló sobre el tema impuestos, dejó entrever su postura con los hechos: mandó a su bloque legislativo a boicotear el debate de la Legislatura porteña en el que iba a tratar la derogación del impuesto a los consumos con tarjeta de crédito. En actitud contrastante, sí dieron quorum los legisladores del grupo que responde a Ricardo López Murphy.
Reminiscencias de Cristina y "Sinceramente"
Como le suele ocurrir a Macri, también en esta presentación de su libro se puede advertir cierto paralelismo con la historia política de Cristina Kirchner. En mayo de 2019, mientras el ambiente político hervía en rumores sobre si la ex presidente volvería a postularse, se produjo el lanzamiento del libro "Sinceramente" en la Feria del Libro.
Allí -con Alberto Fernández sentado en primera fila- Cristina jugó al misterio sobre las candidaturas, pero dio un mensaje potente sobre cuál debería ser el tono de un nuevo gobierno peronista. Planteó la necesidad de recuperar la confianza del votante centrista y dijo que el foco debería estar en la reindustrialización, en el apoyo a las pymes y en la revitalización del empleo.
Y, por primera vez, hizo alusión a la necesidad de un pacto amplio que apoyara una reedición de lo que había sido la política de José Ber Gelbard, el legendario ministro de economía en el último gobierno de Perón, de 1973. Aquel ministro había convocado a un acuerdo de precios y salarios, había retrasado el tipo de cambio y las tarifas y había promovido una política de redistribución del ingreso y aliento al consumo, que dos años más tarde derivaría en el célebre "Rodrigazo".
En un juego de espejos, tres años y medio después Macri aparece también dando por seguro que habrá un recambio de gobierno, apela a la unidad y marca el tono de un programa reformista que no reniega de su gestión 2015-19 sino que la reivindica y profundiza.
Igual que en aquel acto de Cristina en la Feria del Libro, también esta presentación de "Para qué" fue un acto de campaña camuflado como un lanzamiento literario. Y supondrá un punto de inflexión en la estrategia electoral de Juntos por el Cambio.
Por un buen tiempo más, se seguirá especulando sobre si Macri quiere realmente ser presidente o si sólo aspira a ser un líder de referencia y de consulta que haga de garante sobre que el nuevo gobierno no se aparte de la ruta "del cambio".
Pero todo indica que esa segunda alternativa no será fácil de asimilar para nadie. La propia Patricia Bullrich, que ya adelantó que resignará su candidatura si Macri se postula, dijo antes de ingresar al acto que los presidentes no pueden ser tutelados. Y cuando le preguntaron en qué rol imaginaba a Macri en caso de no ser presidente, dijo que lo veía como un embajador itinerante que abriera mercados para las exportaciones argentinas.
Es decir, viajando por el mundo. Y lejos de la Casa Rosada.