Atentado a Cristina Kirchner: cómo cambia el escenario político y qué consecuencias puede traer
El atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner es un terremoto para la política argentina no solo por ser un hecho sin precedentes en la democracia argentina desde 1983 hasta hoy, sino también porque puso en alerta a todo el arco político, que desde hace varios años viene escalando la agresividad de sus discursos. Sin embargo, todavía está por verse si los sectores más duros son capaces de tener mesura.
Durante las horas posteriores a la detención del hombre de 35 años oriundo de Brasil que gatilló un arma frente al rostro de la vicepresidenta (según la información policial estaba cargada y el disparo no salió) los dirigentes del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio intercambiaron mensajes con propios y extraños, con dos sensaciones en común: desconcierto y miedo.
Ambas sensaciones fueron compartidas por varios de los diputados y senadores de oficialismo y la oposición que se reunieron de urgencia en el Salón Illia del Senado para una foto y comunicado conjuntos, según supo iProfesional.
El clima de tensión política creció en las últimas semanas, tras el pedido de condena contra Cristina Kirchner en la causa "Vialidad", con celebraciones de Juntos por el Cambio y acusaciones por parte del Frente de Todos contra la Justicia, la oposición y los medios de conspirar para "perseguir" a la vicepresidenta y "proscribir al peronismo".
Horas antes del episodio, el diputado e hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, criticó a la oposición y lanzó: "Ellos están viendo quién mata al primer peronista (…) quién saca chapa de cowboy". Un poco antes, Cristina Kirchner sugirió que la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, bebe de más y la dirigente opositora le respondió que ella "no puede dejar de ser corrupta".
Buena parte de la dirigencia política entendió inmediatamente que es momento de bajar los decibeles, con una condena firme del hecho y una exigencia de rápido esclarecimiento. Pero con el correr de las horas y luego de la cadena nacional en la que el presidente Alberto Fernández decretó un paro nacional, los sectores más duros del oficialismo y la oposición no dieron las mismas señales.
El ataque a Cristina Kirchner: ¿cómo cambia el panorama político?
El atentado a la vicepresidenta puede ser un antes y un después porque podría ser el inicio de una etapa política de discusión más civilizada y exposiciones más centradas en ideas y proyectos o bien de una más virulenta con consecuencias probablemente graves para el país y la sociedad en general, que en paralelo a todo lo que viene pasando ve como su economía general se deteriora.
Todo dependerá de si la discusión pública es dominada por el grupo de dirigentes más duros, cuya reacción al hecho fue insistir en su estilo o incluso redoblar la apuesta, o por la mayoría de dirigentes que mostró más responsabilidad solo con repudiar el hecho, solidarizarse con la vicepresidenta, condenar la violencia y pedir el esclarecimiento.
Para más, incluso el esclarecimiento del episodio dependerá de cómo se incline esa balanza. Es sabido que cuando reina la polarización cualquier explicación, por probada que esté, es puesta en duda. Con el ataque a Cristina Kirchner, se lanzó una moneda al aire.
Ataque a Cristina Kirchner: puja entre duros y moderados
Las reacciones inmediatas al hecho sugieren el inicio de una puja "duros" contra "moderados" transversal. Hacia adentro del Juntos por el Cambio esa disputa ya existe y hasta no hace mucho también estaba en el Frente de Todos. El encolumnamiento detrás de la vicepresidenta ante su situación judicial la puso en suspenso.
Desde el ministro de Economía y tercer socio del Frente de Todos, Sergio Massa, hasta el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, expresaron por redes sociales y declaraciones en distintos medios su repudio al ataque, su solidaridad con la vicepresidenta y un llamado a la paz y la tranquilidad.
Los pedidos para que "el debate de ideas" se imponga sobre el "odio y la violencia", para "trabajar por la paz" y "no tolerar" hechos de este tenor, además de "esclarecer inmediatamente" lo ocurrido corrieron por todo el arco político, incluido el ex presidente Mauricio Macri.
El presidente Alberto Fernández convocó "a toda la dirigencia política y social, a los medios y a la sociedad en general a rechazar cualquier forma de violencia". Pero al mismo tiempo consideró que el "discurso del odio se ha esparcido desde distintos sectores políticos, judiciales y mediáticos".
Esa frase, junto la decisión de decretar un paro nacional "para que en paz y armonía el pueblo argentino pueda expresarse, en defensa de la vida, de la democracia y en solidaridad con la vicepresidenta", llevó a Bullrich a diferenciarse del resto de la oposición y mantener su discurso "duro".
La presidenta del PRO consideró que "el presidente está jugando con fuego" porque "acusa a la oposición y a la prensa, y decreta un feriado para movilizar militantes". Lo acusó de convertir "un acto de violencia individual en una jugada política". Miguel Pichetto siguió la misma línea.
No fueron los únicos. El PJ bonaerense comunicó que suspendió el acto que iba a encabezar la vicepresidenta el próximo sábado en Merlo y agregó que el ataque fue "producido en un contexto de creciente violencia mediática y verbal de algunos dirigentes (…) que difunden discursos de odio hacia la vicepresidenta y lo que representa su figura dentro del peronismo".
A su turno, el dirigente social Juan Grabois, de relación fluida con Cristina Kirchner, fue un paso más allá y, a través de Twitter, sentenció: "La protegió Dios. La policía no. Ahora nos toca a nosotros cuidarla".