Lobby | Mientras crece el debate por el salario básico universal, la CGT impulsa su propia agenda
Mientras el debate por el Salario Básico Universal atraviesa a la CTA y a los movimientos sociales dentro del Frente de Todos, el escenario de la Confederación General del Trabajo (CGT) es otro. Ahora podría apuntar sus cañones para movilizar contra los formadores de precios, como una forma de respaldar al Gobierno.
De todas maneras, detrás de ese gesto también hay una batería de intereses muy alejados de la puja redistributiva, como la continuidad en el Gabinete del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y los fondos que le reclaman al Estado para financiar las obras sociales sindicales.
Desde la recuperación democrática la CGT realizó 42 paros generales. Hasta ahora, ninguno fue contra la administración del presidente Alberto Fernández. Como socio de la coalición panperonista, el profesor de derecho penal los incluyó en el armado, entre la seducción del posmacrismo y los costos políticos de los mandos cegetistas por la amplia tolerancia que le dedicaron a a Mauricio Macri en los cuatro años de su presidencia.
Debate por el salario básico universal: la CGT tiene agenda propia
Con el regreso del peronismo al poder, el cegetismo no perdió los lazos que mantuvo en la cartera de Trabajo. Con Cambiemos primero estuvo en manos de Jorge Triaca hijo y luego de Dante Sica.
El primero fue un puente privilegiado para el sector más consevador de la conducción confederal y sólo se cayó cuando el hijo del ministro de Trabajo de Carlos Menem quedó escrachado porque una empleada se vengó y difundió donde se lo escuchaba al funcionario despidiéndola en forma violenta.
Luego llegó Sica y la CGT se bancó que la cartera laboral fuera degradada de ministerio a secretaría, dentro del achicamiento de carteas que definió Macri cuando estaba jaqueado luego del auxilio que le pidió al Fondo Monetario Internacional.
Cuando Fernández sucedió a Macri designó a su amigo y abogado Claudio Moroni, un interlocutor privilegiado de la CGT. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner lo puso en la lista de "funcionarios que no funcionan" y luego de la renuncia de Martín Guzmán al ministerio de Economía, Moroni sonó como el siguiente. El Presidente no lo quiere resignar porque lo considera una desautorización absoluta, pero desde hace una semana en la cartera laboral resuenan todo tipo de especulaciones sobre un cambio inminente.
El triunvirato de la CGT tampoco quiere que se vaya y Héctor Daer, amigo del Presidente, es considerado uno de los mayores garantes de cuidar a Moroni de algún embate sindical que lo saque de juego.
Interna en la CGT: tiempos turbulentos
El cegetismo también tiene su interna en los tiempos turbulentos que se desataron luego de la renuncia de Guzmán. Este viernes, la Corriente Federal de los Trabajadores, que lidera el dirigente de La Bancaria y diputado nacional Sergio Palazzo tuvo un plenario con mil delegados que aprobaron reclamarle a la CGT que realice una marcha a las sedes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y de la Unión Industrial Argentina (UIA), las dos cámaras que reúnen a los principales formadores de precios del país.
El triunvirato cegetista ahora estaría de acuerdo con hacer una demostración de fuerza pero dentro de un mes, no ahora cómo le pide la CFT, que está dentro de la confederación.
Todos los sectores del cegetismo saben que vienen meses complicados en materia salarial. La inflación interanual podría superar el 70%. El dato anticipa que se dispararán las cláusulas gatillo de distintos convenios colectivos de actividad y que aparecerán las ofertas de cifras por única vez para morigerar el cierre de un año muy caliente para las paritarias.
La conflictividad de los grandes gremios asalariados es una válvula de escape cuyo control está en manos de la CGT y forma parte de los cables de acero que comunican al triunvirato cegetista con Moroni y, por su intermedio, con el Presidente.
Detrás de la coyuntura urgente de los aumentos salariales hay otra deuda que quema en la conducción de la CGT. Estiman que este año el Fondo Solidario de las obras sociales sindicales tendrá un déficit de 50.000 millones de pesos y le reclaman 35.000 al Gobierno.
Lo vienen haciendo desde principios de año y hasta ahora no han recibido ninguna respuesta. Esa caja es uno de los temas más sensibles del vínculo entre la CGT y el Estado. Dicen que los jefes confederales están obligados a insistirle al Presidente una respuesta urgente porque cada sindicato les está exigiendo celeridad para cubrir el agujero financiero que tienen.