La incapacidad de un gobierno para frenar la inflación: la demonización empresarial y la terapia de grupo
En la reunión del martes del Consejo Económico Social que encabezó el presidente Alberto Fernández la inflación emergió en el primer lugar del listado de preocupaciones de las empresarias y los empresarios. El Presidente habló de la inflación como un problema central en una economía argentina que mostró síntomas positivos con una fuerte recuperación del nivel de actividad económica y con una baja del desempleo y baja de la pobreza.
El Presidente, además, convocó a un nuevo intento de diálogo tripartito con empresarios y gremios, esta vez en forma de "terapia de grupo" y volvió a calificar a la inflación como un elemento diabólico qué hay que extirpar en la economía argentina.
El diagnóstico de Alberto Fernández y de su equipo económico es que el aumento de la inflación es consecuencia de un sector privado que aumenta los precios y no del sector público por el déficit fiscal que genera y de la política monetaria que aplica para financiar ese déficit a través de una mayor emisión monetaria de pesos del BCRA.
La que se podría definir inflación unicausal producto de la emisión mentaría a diferencia de la definición de fenómeno multicausal que profesa el ministro de Economía Martín Guzmán que se ha quedado casi sin argumentos para defender esa hipótesis ganarle la guerra a la inflación.
Lo que no advierte el equipo económico que asesora al Presidente es que el combo formado por el nivel de actividad económica y la inflación en este año será mucho peor que el de 2021.
Más inflación y menos actividad económica: los posibles escenarios
"El rebote del PBI se va planchando y la inflación se fue acelerando (febrero arañó el 5% y marzo lo sobrepasará). La historia reciente es contundente: en la macro de estos últimos años (2014, 2016, 2018, 2019), cuando la inflación se aceleró, la actividad no se sostuvo. La excepción fue el muy particular 2021 cuando en simultáneo rebotaron actividad e inflación" dice un reciente informe de la consultora M&S.
El problema es que este es el combo no cambiará mucho a pesar del reciente acuerdo con el FMI. Una combinación complicada con una inflación en aumento y una economía que se empieza a desinflar.
"Son eventos previos al acuerdo; no son culpa del FMI sino producto de los desbalances preexistentes de la macroeconomía. Es cierto que los programas con el FMI suelen mejorar un poco la situación financiera a costa de empeorar un poco la situación de la actividad económica" explica el informe de M&S.
La gran pregunta con este escenario con más inflación y con menos actividad económica es que pasará con la situación política. En particular cómo se mantendrá la relación entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, y como seguirá la relación con una oposición cada vez más dispersa y más combativa.
Se podría plantear que con el actual escenario cuanto más se acerque la carrera electoral será más difícil para el Gobierno mostrar buenos números económicos por lo tanto más difícil será cumplir las metas fiscales monetarias, cambiarias y de acumulación de reservas internacionales con el FMI.
El FMI desconfía del programa firmado
El FMI ya se despegó del programa económico casi, casi como lo hizo la Vicepresidente junto al kirchnerismo. Desconfía del programa firmado y pronostica que será necesario recalibrarlo rápidamente, ya anticipó la primera revisión para mayo en lugar de junio porque descuenta dificultades y desvíos en el cumplimiento de las metas macroeconómicas.
Al mismo tiempo, descree de la disposición del gobierno argentino tanto a cumplir como a realizar las correcciones de política macroeconómica que harán falta en los próximos meses.
El trabajo de M&S destaca que los números muestran que en los últimos años cada vez que aumento tasa de inflación, se redujo el nivel de actividad económica. Por lo tanto, el fuerte rebrote inflacionario del 4,7 % de febrero y el estimado 5,5 de marzo que vienen de un noviembre y un diciembre de casi 4%, es un mal precedente para el sostenimiento de la actividad económica a lo largo del año. Un 5 % de inflación mensual proyectado para los próximos 12 meses da una inflación anualidad a del 75 %.
Antecedentes inflacionarios: los distintos fogonazos
Hubo tres antecedentes de aceleraciones inflacionarias que impactaron negativamente sobre el PBI: 2014, 2016 y 2018 - 2019.
Los tres partieron de una macro desbalanceada con una inflación piso anual de 25% a lo que se le sumó un salto del tipo de cambio que llevó la suba de precios a 40% anual en 2014 y 2016 y a 50% en 2018 y 2019. En 2014 había control de cambios y en los demás años no. En 2014, 2016 y 2018, el PBI cayó tras un año previo positivo. En 2019, encadenó dos negativos seguidos.
El primer evento fue 2014. La devaluación de diciembre 2013 - enero 2014 derivó en cuatro meses de alta inflación (de diciembre a marzo en torno a 4% por mes).
Ese fogonazo (que después fue cediendo), desembocó en cuatro trimestres consecutivos de caída interanual del PBI (entre el primero y el cuarto de 2014). El año terminó con una caída de actividad de 2,5% después de subir 2,4% en 2013 (ver cuadro 4).
El segundo evento fue 2016. La unificación del mercado cambiario de diciembre 2015 (más el inicio de la actualización tarifaria) derivó en seis meses de alta inflación (de diciembre a mayo 2016; con picos de 4,7% en marzo y 5,3% en abril).
Ese fogonazo (que fue cediendo a lo largo de la segunda mitad del año), desembocó en tres trimestres consecutivos de caída interanual del PBI (entre el segundo y el cuarto de 2016). El año terminó con una caída de actividad de 2,1% después de subir 2,7% en 2015.
El tercer evento fue 2018 y 2019. El proceso devaluatorio que se disparó en abril de 2018 derivó en cinco meses de alta inflación (de junio a octubre, con picos de 6,5% en septiembre y 5,4% en octubre).
Fue un fogonazo que cedió muy poco y se proyectó a 2019. Ese año se volvió a disparar la inflación (con picos de 4,7% en marzo y 5,9% en septiembre).
Esta sucesión de fogonazos generó una sucesión de caídas interanuales del PBI (desde el segundo trimestre de 2018 hasta el cuarto de 2019 que empalmó con el desplome de la pandemia en 2020). 2018 terminó con una caída de actividad de 2,6% y 2019 con una de 2,1%.
¿Cómo pintaba el 2022?
Para completar el período bajo análisis, 2015 y 2017 fueron diferentes: dos años de desaceleración inflacionaria y suba del PBI (siempre en un contexto de estanflación e inestabilidad macro estructural). 2020 (el año de la pandemia) fue de recesión con desinflación y 2021 fue el espejo invertido: suba del PBI con aceleración de la inflación.
En conclusión, el estudio destaca que "el 2022 pintaba como un año de actividad planchándose con el paso de los meses después de un 2021 de fuerte rebote y un buen verano".
El PBI se encaminaba a una suba del orden del 2% poco más o menos. A partir de la actual acelerada de la inflación y si se cumple la regla de la historia reciente, la actividad puede plancharse antes de tiempo y más fuerte de lo previsto. Por el nivel de partida del PBI y la inercia, 2022 no va a ser un año recesivo a la 2014, 2016, 2018 o 2019. Sin embargo, no puede descartarse alguna caída interanual del PBI en la segunda parte del año".
Las frases emparentadas con el análisis psicológico para calificar la inflación de Alberto Fernández no son nuevas y han sido un factor común de su gestión hasta ahora de una inflación que sigue subiendo. Poco después de asumir hablo de una "inflación autoconstruida por empresarios y comerciantes" que, desde su óptica, especulaban con el contexto político.
A comienzos del 2020 en un nuevo relanzamiento del programa Precios Cuidados habló de "aumentos de precios no justificados económicamente" que se habían registrado en los últimos meses de 2019.
"Yo hablo de inflación autoconstruida, porque el Gobierno anterior decía que si ganábamos nosotros era el caos, entonces muchos por las dudas empezaron a aumentar los precios. Y la verdad son aumentos que tienen poca razón de ser. Explíquenme por qué la economía está estancada, el consumo se cae y los precios aumentan" explicaba y agregaba que: "Les van a decir que los precios aumentan porque aumentó el dólar. Pero en los alimentos los insumos en dólares prácticamente no existen. Y si existen, es en una mínima proporción".
¿Por qué aumentan de este modo? Se preguntaba "Aumentan de este modo por la historia Argentina, porque los empresarios tienen la tendencia a construir inflación solamente por expectativas. En economía lo llaman inflación autoconstruida, otros lo llamamos la inflación psicológica, porque temen que pase y dicen: antes que me pase aumento yo antes".
Sin responsabilidad política
Una de sus últimas explicaciones pasa ya más bien por lo esotérico. "No quiero quedar bien con Dios y con el Diablo, pero sí que la gente pueda vivir en paz y que los precios bajen y hay diablos que hacen subir los precios y lo que hay que hacer es hacer entrar en razón a los diablos".
De la definición de "inflación autoconstruida" del principio de su mandato "diablos que suben precios" de ahora el Presidente insiste en que los empresarios provocan las subas de precios sin justa causa.
En ningún momento asume alguna responsabilidad por la política económica que implementó en estos más de dos años de mandato.