La Cámpora mostró los dientes y ahora espera ¿Alberto Fernández sentirá el impacto?
El día de la Memoria fue clave. El jueves pasado, 24 de marzo, durante la conmemoración del golpe militar genocida del año 1976, hubo dos puestas en escena muy distintas, tal cual lo esperaban Máximo Kirchner y los suyos. Por un lado, un acto escueto, despoblado y carente de mística, del presidente Alberto Fernández en el CONICET. Por otro lado, una avalancha de militantes de La Cámpora en las calles de Buenos Aires. Sin dudas, la agrupación kirchnerista se ha transformado en la más fuerte opositora al Gobierno.
Eso quería justamente el kirchnerismo. Que se viera un Presidente solo y débil y a la vez, su inestimable poder callejero, porque lo que se viene, es La Cámpora en las calles contra el ajuste derivado del acuerdo con el FMI, ese que Máximo rechazó contundente y específicamente y que Cristina despreció, implícitamente.
Desde un par de días antes de ese 24 de marzo, se especulaba en el mundillo político con una nueva carta de Cristina Kirchner, lapidaria, brutal, contra la gestión presidencial. Por ahora no apareció, pero fuentes del Instituto Patria aseguran que la carta está escrita.
"Se decidió a último momento no difundirla, el mensaje fue lo suficientemente contundente como para agregar otro, fue preferible guardarla para un próximo paso y no gastar todas las balas el mismo día", dice un hombre de extrema confianza de la actual vicepresidenta y jefa absoluta de la porción mayoritaria de la alianza gobernante.
En el Gobierno, todo es desconcierto
Es cierto, para el Gobierno se cumplió el objetivo de acordar con el Fondo y evitar el default. Lo que muchos dentro del propio albertismo no entienden bien, es para qué va a servirles eso.
"Mirá, esto se desbarranca con acuerdo y todo y encima ahora estamos solos. Las consultoras privadas y las proyecciones que (de modo confidencial) nos pasa (Marco) Lavagna (titular del INDEC), indican que la inflación de marzo ya superó el 6% y todavía no instrumentamos el aumento de tarifas ¿vos le ves alguna chance que esto no vuele por el aire?", termina preguntándole el funcionario al cronista.
La situación supera lo complejo. El Gobierno anunció la "guerra contra la inflación" y disparó un par de pistolas de agua vacías. No saben cómo pararla.
"Incluso cuando dejemos de emitir, la plata ya está en la calle. Y parar de emitir implica mermar la ayuda social, y eso es gente enfurecida en la calle y el kirchnerismo aprovechando la ocasión", dice un analista que asesora en Casa Rosada.
Todavía falta el aumento tarifario
La inflación desatada no contempla el ajuste de las tarifas de electricidad y gas, que justamente en invierno deberá aplicar el Gobierno, en atención a lo pactado con el FMI.
"Son incrementos promedio del 50% que encima ahora, con la suba del precio del gas por la guerra, no van a servir para bajar los subsidios, pero ni un mango van a bajar ¿eh?", explica la fuente.
La fórmula es atroz. La gente con el salario depreciado por la inflación ya existente, teniendo que afrontar incrementos promedio del 50% que a su vez no servirán para bajar subsidios.
Es decir, no podrá pararse la maquinita de emitir billetes ni por un segundo.
Los pronósticos apocalípticos empiezan a multiplicarse
En el Congreso se realizan reuniones privadas entre legisladores oficialistas, solos y con opositores, y opositores por su cuenta, analizando los pasos a seguir cuando esto se desmadre.
Mensajeros del massismo buscan apoyo en la oposición como ocurrió en la votación del acuerdo con el Fondo, y los opositores que participan de esas reuniones después se reúnen a su vez con los propios, para transmitir las inquietudes y analizar un plan de contingencia.
Puede parecer un disparate en estos tiempos, pero varios legisladores, de ambos lados del arco político, mencionan mecanismos y fórmulas de la ley de acefalía. Este cronista ha estado personalmente en más de una la semana pasada, donde se habló del tema.
"Es que una cosa es la gestión económica desbarrancándose con el kirchnerismo copando la calle para bancar a Alberto, y otra muy distinta es que todo se vaya a la mierd…con La Cámpora tirando cascotes junto a la izquierda, es un escenario de muerte", dice un diputado muy cercano a su gobernador justicialista.
La situación es delicada. La oposición se debate entre el oportunismo político obvio y la responsabilidad institucional, que puede, en lo político, transformarse en un boomerang, porque si ayuda además al gobierno a subsistir, "quedamos pegados a sus políticas y a su ineficiencia, y aparte si estuviésemos nosotros ahí, ¿Quién nos ayuda?, Mongo nos ayuda", dice un halcón, de los que prefiere sentarse a ver pasar el cadáver del enemigo.