La "Campaña del Sí" ya se transformó en un efecto búmeran y le genera costo político al Gobierno
El núcleo duro de la militancia macrista ya dio su veredicto: más allá de si logre o no el objetivo de recortar diferencia electoral con la oposición, siente un rechazo por el estilo y el contenido de la "campaña del Sí", que está socavando los cimientos de su discurso.
Para un sector que forjó su mística militante en la épica de la confrontación contra los sectores poderosos, esa campaña algo "light" y de reminiscencias duranbarbistas resulta un incómodo corsé. De hecho el nuevo manual del "gurú" catalán Antoni Gutiérrez Rubí, que limita las críticas a Mauricio Macri y prohíbe las amenazas de subas de impuestos post electoral ha vaciado de discurso al ala más radicalizada.
Hasta la propia estética de los actos, como el cierre de la campaña bonaerense en Lomas de Zamora, con música y sonrisas bajo la lluvia de papel picado hizo recordar al estilo festivo de tono "tinelliano" que caracterizó a los primeros tiempos del PRO y que tanto rechazo generaba entre la militancia kirchnerista.
En curiosa contradicción, la campaña opositora liderada por María Eugenia Vidal y Diego Santilli, con su tono enojado y su apelación a que en las elecciones cada voto es "una decisión de vida", recuerda a anteriores campaña del kirchnerismo, como la que había adoptado el eslogan "En la vida hay que elegir".
Esa sensación tuvo un factor que la hizo agravarse drásticamente en las últimas horas: el trágico suceso policial de Ramos Mejía y la posterior protesta vecinal, que para el Gobierno tuvo el peor "timing" político de toda la historia.
El contraste entre los vecinos indignados por el crimen, y el cierre festivo del acto de campaña, con los candidatos sonrientes bajo el papel picado, fue ampliamente fustigado en los medios y las redes sociales, y resultó un golpe a la imagen del oficialismo.
No fueron pocos los que recordaron el diciembre de 2013, cuando la entonces presidente Cristina Kirchner bailaba en el contexto de los festejos por los 30 años del regreso a la democracia, cuando a la misma hora se producía una refriega policial en Tucumán que dejó muertos en las calles.
Como en aquella ocasión, la televisión y las redes sociales transmitieron "en pantalla partida" ambas situaciones, un efecto que, como saben todos los estrategas de campaña, tiene un alto impacto emocional en el televidente y un largo período de recordación.
El riesgo de la parodia lapidaria
Lo cierto es que la "Campaña del Sí" sufrió uno de los efectos a los que se exponen las estrategias electorales en estos tiempos de política de redes sociales: a la respuesta en forma de parodia, que puede tener un efecto mucho más contundente que uno de los debates televisivos de bajísimo rating entre los candidatos.
Ya la semana pasada una lluvia de memes y mensajes sarcásticos habían logrado bajar el tono de las denuncias a Mauricio Macri por la supuesta "agresión" a un periodista de C5N. Las frases desde una desopilante cuenta en la que el propio "micrófono de C5N" contaba su episodio traumático y cómo estaba pensando en irse del país se revelaron como un antídoto eficaz contra el intento de amplificar la denuncia con el ex presidente.
Pero la jugada más eficaz de "contraestrategia" llegó con una serie de pegatinas de posters que imitaban la estética y el tono de la campaña oficialista, pero sustituyendo cada promesa del Gobierno por un hecho criticable. Es una movida atribuida a la juventud del PRO, que pegó los carteles en espacios de vía pública en la Ciudad y el conurbano.
"Dólar a $200, SÍ"; "Escuelas cerradas, SÍ", "Fiestitas en cuarentena en Olivos, SÍ", "Vacunatorio VIP, SÍ", fueron algunas de las frases elegidas para desarticular el argumento de la campaña oficial. Aunque todo el mundo interpreta que se trata de una parodia realizada por la oposición, los posters están firmados por el logo "Todos", en un gesto "al borde del reglamento".
Desde ya, no es que esta estrategia haya sido un invento de la oposición macrista. De hecho, también el kirchnerismo apeló a un tono similar: con carteles de fondo amarillo y la simbología de Juntos por el Cambio, se reproducían, como si fueran promesas de campaña, frases de María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri respecto de la necesidad de flexibilizar la legislación laboral y el costo de la indemnización por despido.
Sin embargo, el contraataque de la oposición se ha mostrado hasta ahora más punzante porque apunta a temas que fueron determinantes para el humor social. Por caso, la extendida falta de clases presenciales fue, según los analistas de opinión pública, sufrida particularmente por las mujeres de los sectores sociales de menores ingresos y constituyó uno de los motivos de "castigo" en las recientes PASO.
Contradiciendo al propio discurso
Pero, sobre todo, el punto débil que está mostrando la "campaña del Sí" no está tanto en la posibilidad de ser parodiada por la oposición, sino en ser desmentida por la propia realidad.
"Sí a la educación pública" dicho por una maestra es un mensaje que hace recordar demasiado a la pelea sobre el retorno de las clases presenciales, en la que el Gobierno fue el más firme opositor de la reapertura.
"Sí a sentirme más segura", dicho por una chica en una plaza de barrio, bien iluminada en la noche, es un mensaje que genera el típico efecto búmeran. Tuvo una intención racional: hacer foco en motivos de preocupación social y no "regalarle banderas a la derecha". Después de todo, encuestas como las recientemente publicada por D’Alessio Berensztein muestra que el tema inseguridad está segundo -debajo de la inflación- en el ranking de preocupaciones, con un 69% de menciones.
Sin embargo, tras la conmoción por el crimen del kioskero de Ramos Mejía, la represión policial a la protesta vecinal, los abucheos al ministro bonaerense Sergio Berni y las erráticas explicaciones del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, aquel spot se tornó en un mensaje que juega en contra.
Algo parecido ocurrió con los que apelaban a la producción. Por ejemplo, el veterano productor rural que dice "Sí a arrancar las peleas de raíz y dialogar" genera el efecto absolutamente inverso al buscado. El interior rural, donde el Gobierno sufrió una catástrofe electoral, sigue enojado porque no sólo no hubo señales de apertura a la exportación sino que se trabó más la venta de maíz.
Y, para colmo, la provincia de Córdoba, que es el epicentro del rechazo agroexportador a las políticas macristas, recibió un aliciente adicional a su sentimiento antigubernamental con la reciente visita de Alberto Fernández.
El efecto de la frase "hace falta que Córdoba se integre de una vez y para siempre al país, para que Córdoba sea parte de la Argentina y no esta necesidad de siempre parecer algo distinto" fue lapidario. Y más cuando contrasta con los permanentes elogios que hace Mauricio Macri a la pujanza productiva de la provincia mediterránea y su promesa de querer instalarse allí para residir en forma permanente.
Lo cierto es que un repaso al spot de la "campaña del Sí" es un arma de doble filo: las apelaciones a "producir acá" cuando la industria no termina de consolidar su recuperación y cierran pymes, o la frase "Sí a bajar la inflación y a recuperar el trabajo" cuando los economistas están revisando sus proyecciones al alza y ya pronostican un 24% de inflación para los próximos seis meses constituyen una estrategia de alta peligrosidad.
Hasta la propia interna de la coalición gubernamental parece desmentir el tono "positivo" de la "campaña del Sí". Después de todo, la frase "Sí a que los dirigentes se sienten y se pongan de acuerdo" parece difícil de creer tras la dura polémica pública entre las facciones del Gobierno, y cuando el propio Máximo Kirchner expresa, en actos de la campaña electoral, críticas al proyecto de presupuesto elaborado por el ministro de Economía, Martín Guzmán.
"Si esos números no se traducen en beneficios para el pueblo serán beneficiosos solo para una minoría", advirtió el líder del bloque de diputados oficialista, en una situación insólita en la que muestra menos afinidad por el proyecto de presupuesto que el que han manifestado los propios opositores.
Todavía no está dicha la última palabra y en la política argentina nada es imposible. Pero, aun cuando el kirchnerismo se recupere en las urnas, la conclusión de los dirigentes oficialistas es que la "campaña del Sí" ha dejado más costo político que el tradicional estilo confrontativo.