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Cristina en el quirófano, cuestión de Estado: riesgo de vacío de poder en el momento de mayor debilidad de Alberto

Un contratiempo de salud de la vicepresidente implica la pérdida de sostén político para Alberto Fernández, que atraviesa su momento de mayor debilidad
04/11/2021 - 19:05hs
Cristina en el quirófano, cuestión de Estado: riesgo de vacío de poder en el momento de mayor debilidad de Alberto

Argentina acaba de hacer otro aporte a la ciencia política: la salud de un vicepresidente como cuestión de Estado.

Hasta ahora, era algo normal considerar que un país entrara en zona de incertidumbre política cuando un presidente pasaba un trance delicado, como por ejemplo una operación. Ocurre en todo el mundo y lo vivió la propia Argentina, que ha visto pasar por el quirófano a Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner mientras estaban en ejercicio de la presidencia.

En todas esas ocasiones, había resultado inevitable el nerviosismo por saber en qué condiciones se reincorporaría el mandatario a sus funciones y qué ocurriría si no estuviera físicamente apto para retomar su rutina. Las especulaciones respecto de la delegación de funciones o, directamente, la sustitución por parte del vicepresidente eran cuestiones de un peso capaz de alterar el humor social y los mercados financieros.

Sin embargo, lo que nunca había ocurrido era que el equilibrio político de un país pudiera tambalearse por el hecho de que el vicepresidente deba ser sometido a una intervención quirúrgica. Y es lo que acaba de ocurrir con la operación de Cristina Kirchner, que fue sometida a una operación ginecológica en el sanatorio Otamendi.

La noticia, además de generar el previsible interés periodístico y transformarse en "trending topic" en las redes, dio lugar a especulaciones de tipo político. El primer síntoma fue al cambio de fecha para el acto de cierre de campaña del Frente de Todos, que originalmente estaba programado para el sábado pero se pospuso para el jueves próximo, de manera que Cristina pudiera estar presente.

Esto dejó en evidencia la importancia que se le asigna, en el comando de la campaña oficialista, a la presencia de la vice. Que, de hecho, ya había tenido la participación más destacada en el acto final previo a las PASO.

En aquel momento, con Alberto Fernández todavía afectado por el escándalo de las fotos del cumpleaños clandestino en la residencia de Olivos, Cristina había dado un fuerte mensaje lleno de definiciones políticas. Por ejemplo, había justificado el tope a la exportación cárnica y había anticipado la "dosificación" en la entrega de dólares a los sectores que fueran considerados prioritarios para la economía. Dio a entender que se resistirían las presiones devaluatorias y que no se tolerarían casos como el de Dow Chemical, que acababa de anunciar su cese de producción en el país.

Ahora, tras la derrota en las PASO, la ausencia de Cristina se transformaría en un hecho demasiado fuerte para levantar la alicaída campaña oficialista con vistas a la elección legislativa. Las encuestas marcan con claridad que, para la opinión pública, la incidencia de Cristina es mayor que la del Presidente en las decisiones de Gobierno.

Por caso, Management & Fit midió un 51% que considera que Cristina es quien verdaderamente manda, contra un 34% que menciona a Alberto Fernández.

En tanto, Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, destaca que toda la imagen positiva que le queda al Gobierno ante la opinión pública corresponde al núcleo duro del cristinismo. "La catástrofe electoral terminó de dinamitar quizás la única fuente de legitimidad que le quedaba al presidente que era esta idea de que la unidad del peronismo garantizaba los triunfos electorales y él era el garante de la unidad", sostuvo el analista luego de la crisis gubernamental post-PASO.

Previamente, las encuestas venían advirtiendo que, cuando se indagaba a los votantes del Frente de Todos a quién reconocían como líder del movimiento, un contundente 62% mencionaba a Cristina, contra apenas un 20% que reconocía a Alberto como conductor.

La operación de Cristina, cuestión de Estado: se pone en riesgo el equilibrio de poder dentro de la coalición de Gobierno
La operación de Cristina, cuestión de Estado: se pone en riesgo el equilibrio de poder dentro de la coalición de Gobierno

Cristina, el quirófano y el vacío de poder

Nada de esto provoca sorpresa entre los politólogos, que afirman que el inestable equilibrio de poder en la interna de la coalición gobernante es consecuencia lógica de la forma en que se eligió en 2019 la fórmula de candidatos. Se trató de un caso único en el mundo en el que el vice designa al presidente. Una situación que motivó desde el vamos el debate sobre qué tan condicionado quedaría Alberto Fernández para llevar adelante su gestión presidencial, y quienes temían a un vacío de poder vieron refrendadas sus sospechas a medida que la economía dio señales evidentes de problemas.

Es por eso que la operación de Cristina ha tomado una trascendencia política inusual: ocurre en un momento en el que la principal especulación de los ámbitos político y empresarial es si, después de realizadas las legislativas, la vicepresidente tomará de manera más explícita el comando de la gestión gubernamental.

Y, ante la eventualidad de que, por motivos de salud, Cristina no estuviese en condiciones de ejercer esa función, la percepción unánime es que el Gobierno entraría en una etapa de crisis. Sin la vice en condiciones de seguir "marcando la cancha", se produciría un inmediato desequilibrio de poder que podría llevar a que el espacio kirchnerista le restara su apoyo al Presidente.

Esto es lo que hace que en estas horas los partes médicos del Otamendi sean esperados con tanta o más ansiedad que los reportes del mercado sobre el dólar blue o las intervenciones del Banco Central en el mercado cambiario.

Es una situación que hizo recordar a los eventos de salud que tuvo Cristina durante su gestión presidencial. Claro que, en aquel momento, la preocupación general era cómo reaccionaría un sistema político "híper presidencialista" ante la ausencia obligada de su principal figura.

Su primera intervención importante fue en enero de 2012, pocas semanas después de su reelección. El ambiente político estaba conmocionado porque el diagnóstico preliminar -luego desmentido- indicaba cáncer de tiroides. En aquel momento, Cristina dejaba en claro que no tenía previsto cambiar su estilo de gestión –con escasa delegación y en el que ella controlaba desde la política económica hasta detalles del protocolo-. Por ejemplo, antes de la operación le advirtió al entonces vicepresidente Amado Boudou: "Y vos, guarda con lo que hacés". Todos rieron menos Boudou, que comprendió la gravedad potencial de la situación.

En las dos ocasiones en que Cristina fue operada durante su mandato, Amado Boudou se hizo cargo de la presidencia interina
En las dos ocasiones en que Cristina fue operada durante su mandato, Amado Boudou se hizo cargo de la presidencia interina

En aquel momento, para Cristina era un alivio contar con un vicepresidente confiable, luego de haber tenido una convivencia conflictiva de cuatro años con Julio Cobos. Llegó incluso a preguntarse qué ocurriría si su intervención de tiroides ocurriera con un vicepresidente que pensaba diferente a ella en casi todos los temas.

Pero cuando dos años después Cristina debió ser nueva operada por un hematoma cerebral –"colección subdural crónica" era la definición médica- ya el clima político era diferente.

Boudou ya no era el economista cuyo interinato como presidente calmaba a los mercados, sino que era el funcionario sospechado de corrupción por el caso Ciccone. Esto hizo que, a medida que pasaban los días y Cristina no volvía a asumir su cargo, el nerviosismo se hacía evidente. Se llegó incluso a especular que, si Cristina no se reponía, habría una crisis política para evitar que Boudou quedara a cargo de la presidencia.

Si está Cristina, hay polémica

Hoy, a diferencia de aquellos tiempos, ya no se habla sobre los riesgos de vacío de poder en un sistema híper presidencialista sino, más bien al contrario, sobre el riesgo de que un Presidente débil desde su origen pueda verse aun más afectado por problemas de salud de su principal convalidadora y sostén político.

Y, tratándose de Argentina y de Cristina Kirchner, resulta imposible que la "grieta" se cuele también en estos temas de salud. Por caso, una referente de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, tuvo una frase polémica, al insinuar que la operación de Cristina podía estar ligada a una estrategia para ponerse a resguardo del costo político en caso de una derrota electoral del oficialismo.

"En los momentos difíciles se esconde, no está, eso quiere decir algo, ¿será que planificó la operación para no estar cuando se den los resultados a nuestro favor?", dijo en una entrevista durante una gira por Salta. Desde ya, la frase fue objeto de repudio, pero en realidad lo que hizo Bullrich fue plantear en voz alta una serie de especulaciones que se escuchan en voz baja desde que se conoció la noticia de la operación.

Por caso, uno de los temas sobre los que se insiste es si Cristina –y el Gobierno, por vía indirecta- podría beneficiarse de un "efecto simpatía" por la solidaridad de la población ante un quebranto de salud.

Es imposible saber cómo reaccionará la opinión pública, pero a juzgar por los antecedentes históricos, parece poco probable que un evento médico pueda generar un cambio en el humor político. La referencia directa es lo ocurrido en 2013, un año electoral en el que el kirchnerismo sufrió una derrota.

Cristina fue operada a principios de octubre, luego de las PASO de agosto. En aquel momento, el post operatorio había sido muy largo, dada la delicadeza de la intervención quirúrgica creaneana. Pero la corriente de simpatía que generó la entonces presidenta no fue suficiente para cambiar los resultados electorales. De hecho, el oficialismo perdió por más diferencia en las legislativas de fines de octubre respecto de lo que había ocurrido en las PASO.

Por otra parte, así como una operación despierta una ola de solidaridad, en el caso de Cristina Kirchner también la deja expuesta a las típicas contradicciones del "relato K": como ya es costumbre en su caso, nuevamente volvió a atenderse en una clínica privada de primera línea, algo que para la oposición contradice abiertamente el eslogan de que en momento de crisis "te salva el Estado".