La pulseada por precios expuso la debilidad del Gobierno: por qué puede ser una muestra de lo que se viene
Un integrante del equipo económico se sincera, en diálogo con iProfesional: "Es lo que nos espera para después de las elecciones", dice. Admite que ese mismo diagnóstico es compartido en el elenco oficial. "Se vienen semanas complicadas", cierra, enigmático.
Un secretario de Estado, amplía la idea: "En otra época, las empresas alimenticias nunca se hubiesen resistido a un congelamiento por 90 días de una canasta de mil y pico de productos. No es nada para ellos. En total, los supermercados venden 70.000 productos. ¡Minga iba a pasar!", completa, en obvia referencia al "Minga, les vamos a aumentar" que usó Néstor Kirchner hace 16 años cuando se enfrentó a las privatizadas que reclamaban ajustes tarifarios.
Los años pasaron y la realidad de la Argentina cambió. Lo mismo que la situación del Gobierno, que se autopercibe débil después de la "catástrofe" electoral de las PASO.
No sólo se autopercibe. Las empresas y también el resto del arco político observan la debilidad del Gobierno.
En el gabinete económico sugieren que la pulseada de Roberto Feletti con las alimenticias da cuenta, con total crudeza, de esa flaqueza.
Sobre el filo de las 21 de anoche, la Secretaría de Comercio Interior dio a conocer que sacará por una resolución oficial la lista de 1.432 productos con precios congelados hasta la primera semana de enero de 2022.
Los límites de las grandes compañías al Gobierno por el congelamiento de precios de una canasta de alimentos simbólica -en relación a lo que esas mismas empresas ofrecen en el mercado- puede ser una muestra de lo que viene.
Relación con el FMI: deterioro post PASO
El cambio de clima lo percibió Martín Guzmán en su reciente visita a los Estados Unidos. Lo que parecía un acercamiento fluido hacia el Fondo Monetario, ahora presenta serias dudas. Y no solamente por la pérdida de poder específico de Kristalina Georgieva al frente del organismo.
Funcionarios que viajaron a Washington y Nueva York la semana pasada junto al ministro volvieron con la sensación de que el FMI tomó nota de los resultados de las elecciones en la Argentina.
Sin embargo, más allá de la posición técnica y política del FMI, la mirada de los financistas que se reunieron con Guzmán y con Juan Manzur el viernes pasado en Nueva York está posada en los movimientos de la coalición gobernante.
El fin de semana, pocas horas después de que el jefe de Gabinete les dijera a los fondos de inversión internacionales que el Gobierno "se encamina decididamente" hacia un acuerdo con el FMI, la vicepresidenta Cristina Kirchner volvió a criticar con suma dureza al organismo.
Nadie que está cerca de un acuerdo patea la mesa de esa manera, razonan con toda lógica en un banco presente en el encuentro en el consulado argentino en Nueva York.
El peso del factor Cristina
Alberto Fernández y Sergio Massa quieren pavimentar el camino a partir del 15 de noviembre, de cara a los próximos dos años.
Ambos, el Presidente y el titular de la Cámara baja, convocaron públicamente a un diálogo y acuerdo político a partir de ese momento.
Será imprescindible acuerdos básicos, empezando por el (demorado) trato con el Fondo Monetario.
De todas formas, la cuestión central refiere a la posición de Cristina Kirchner. Nada menos.
Las discusiones en el seno de la coalición gobernante siguen a flor de piel. Lo admitió, al pasar, el propio Presidente frente a los empresarios en la Casa Rosada. "Con Cristina hay diferencias sobre el tema gasto público" y cómo reducir el déficit fiscal, dijo.
Esa es la clave. ¿Qué sucederá con el Presupuesto 2022 que Guzmán ya mandó al Congreso y que Máximo Kirchner prometió corregir, como por ejemplo los aumentos de las tarifas de los servicios públicos?
En el equipo de Guzmán coinciden en que "es necesario ordenar la macro" para salir de la crisis.
Es lo que vino tratando de hacer el ministro, con un severo control del gasto público. A pesar de las presiones del ala kirchnerista, Guzmán se resistió a otorgar una nueva ronda de IFE y a dar un nuevo bono a los jubilados. Al menos hasta ahora, cuando queda menos de un mes para las elecciones.
El objetivo es encontrar el ancla de expectativas que le permita nadar sin grandes oleajes a partir de los comicios de noviembre.
Esa búsqueda se transita sin grandes anuncios ni promesas. Ni hacia el electorado ni hacia el poder económico. Por ahora, sólo hay gestos. Y pocas concreciones.