"El Gobierno se está radicalizando cuando la demanda social es de moderación"
Carlos Fara es uno de los encuestadores y analistas de opinión pública más escuchados en el ámbito político. Tras la derrota electoral en las PASO, escribió una crítica a la estrategia del Frente de Todos, bajo el título "Era la moderación, estúpido", en la que describe por qué el oficialismo leyó mal el nuevo contexto social.
Esta es una síntesis de su charla con iProfesional.
-¿Cómo ves el recambio de gabinete: una tregua para las elecciones o puede realmente ser una base para "relanzar al gobierno"? En todo caso, ¿la pelea Alberto-Cristina puede mover la aguja a nivel electoral?
-El recambio de gabinete es una paz precaria hasta la elección. Y si se vuelve a perder en noviembre, seguramente va a haber otra vuelta de tuerca. Es en parte un relanzamiento del Gobierno, pero quedan muchas cuestiones pendientes de fondo para definir entre Alberto y Cristina.
En cuanto a si puede mover la aguja a nivel electoral, no creo que el Gobierno vaya a perder por eso, pero claramente le aleja al votante moderado e independiente que confió en Alberto en 2019.
-El Gobierno aspira a recortar diferencias gracias a un aumento en la afluencia de votantes. ¿Crees que es correcto el análisis de que quienes no fueron a votar en las PASO pueden ser en noviembre votantes del oficialismo? ¿O pueden ser más votos para el macrismo, como ocurrió en las últimas elecciones?
-Efectivamente, hay votantes oficialistas que se quedaron en la casa, quizás en el sector más joven de menores de 30. El Gobierno puede movilizar mejor con una cuestión de logística, puede tratar de entusiasmarlos mejorando el clima con expectativas más positivas, que es lo que se trata de hacer con los anuncios de medidas.
Pero definitivamente en la general, si va a votar más gente, también hay que tener en cuenta que siempre se agrega al electorado gente moderada e independiente que es mucho más proclive a votar a Juntos que al Frente de Todos. Esto se viene verificando en las últimas tres elecciones nacionales.
De manera que si bien es cierto que el Gobierno puede llevar a votar a más gente, es cierto también que hay un tanque de reserva que puede favorecer a Juntos.
-En estos días, además de los anuncios de mejora en salarios y jubilaciones, estamos viendo repartos de electrodomésticos en barrios pobres. ¿Crees que esa estrategia funcionará en este contexto?
- Siempre puede ayudar ese tipo de prácticas clientelistas, pero cuando vos arrancás en un marco de decepción importante, es muy difícil dar vuelta la elección. En todo caso puede llegar a amortiguar el resultado de septiembre.
Además, hay que destacar que las expectativas de la gente están puestas en su futuro, en la necesidad de empleo, además del ingreso. Y esas prácticas son un manotazo de ahogado. Algo puede ayudar, pero no dar vuela la elección.
-En una columna hiciste mención a la falta de un discurso de "moderación" como principal error del Gobierno. Ahora vemos señales mixtas, por un lado Julián Domínguez tratando de reconciliarse con el campo, pero por otro lado sectores K que piden más confrontación. ¿Cuál de esos mensajes prevalecerá ante los ojos del electorado?
-El recambio de gabinete, definitivamente lo que quiere transmitir es una radicalización del Gobierno, no una moderación. Entonces ahí está en un problema. Porque la demanda de moderación es lo que lo hizo ganar a Alberto en el 2019. Si alguien se modera, como le pasaba a Alberto de a ratos, el kirchnerismo empieza a presionar por un escenario de mayor confrontación. Y entonces termina perjudicando a Alberto y a todos los moderados dentro del Gobierno.
Eso la opinión pública lo visualiza. Ve un Presidente desdibujado, demasiado dependiente de Cristina, y entonces no le va a ser favorable desde el punto de vista electoral.
-Y en la vereda de enfrente, ¿crees que se impondrá el mensaje dialoguista y moderado de Rodríguez Larreta o se confirmará el vuelco a la oposición "dura" de Macri y Patricia Bullrich?
-Hasta acá, está claro que la apuesta de moderación a Rodríguez Larreta le viene saliendo bien, con el triunfo de Santilli y de María Eugenia Vidal, que si bien endurecieron el discurso un poquito como para que no se les escape el voto por derecha, fundamentalmente fueron una opción propositiva y moderada.
Eso es lo que quiere la sociedad, y eso es lo que la sociedad le demandó a Alberto en 2019. Entre otras cosas por eso ganó la elección, y ahora la radicalización lo desdibujó y perdió espacio. Entonces me parece que la oposición dura sirve para mantener al voto duro pero no para sumar a los electores moderados. Y siempre se corre el riesgo de que aparezca una tercera vía moderada y los capte.
-Uno de los fenómenos que intrigó al peronismo fue la penetración del mensaje "libertario" de Javier Milei en sectores de ingreso bajo. Allí hasta se percibe un enojo con quienes reciben planes sociales. ¿Crees que estamos viendo un cambio estructural o se trata apenas de una fase pasajera?
-Fenómenos como el de Milei siempre aparecen en crisis graves como esta, donde la gente se fastidia con el status quo político y busca una herramienta para castigar. Me parece que eso es lo que pasó con Milei, que tuvo buen desempeño en zonas populares como Villa Lugano o Mataderos, con buena inserción en sectores jóvenes. Pero se trata más de un instrumento de castigo que una adhesión ideológica.
Es cierto que los estudios marcan desde hace tiempo que hay un público cansado con el tema de los planes sociales y lo que quiere es trabajo genuino. Y en esta situación se junta eso con el fastidio con la clase política.
El peronismo podría llegar a recuperar la simpatía de esos votantes, pero hay un gran interrogante, y es si se empezó a romper algo de la relación de sectores populares con el peronismo, por lo menos con esta fase del peronismo. Y cada tanto se pueden filtrar personajes como Milei u otros de signo ideológico distinto, pero siempre contestatarios del status quo político.