La "cintura política" de Guzmán: un presupuesto que ofrece más gasto pero menos déficit
Habrá que reconocerle que, por tratarse de alguien "salido de un frasco y sin la más mínima formación política ni sensibilidad social", como lo caracterizó Fernanda Vallejos en su ya célebre audio "filtrado accidentalmente", Martín Guzmán aprende bastante rápido. Por lo pronto, acaba de enviar un proyecto de presupuesto que muestra cierta picardía política.
Mientras su nombre estaba en el candelero y veía en televisión cómo los referentes de Cristina Kirchner pedían su cabeza -pero luego la mismísima vicepresidenta lo llamaba para aclararle que ella no pretendía su renuncia-, Guzmán puso a prueba su fama de hombre frío y calculador.
Sin inmutarse, dio las puntadas finales al proyecto de ley de Presupuesto 2022, la hoja de ruta que, en realidad, condensa el plan económico del Gobierno. Y el ministro volvió a mostrar que tiene mayor "cintura" política de lo que muchos suponen.
Porque se trata de un proyecto en el que, si se leen entrelíneas los números, hay para cada sector un mensaje específico. Más concretamente, Guzmán le está anunciando a todos los sectores, desde los sindicatos al Fondo Monetario, desde el mercado financiero hasta la propia diputada Vallejos y el kirchnerismo duro, lo que quieren escuchar.
Por caso, el ministro dio una respuesta directa a quienes lo acusan de "insensible" ante el drama social de la pobreza con un incremento en el gasto destinado a la asistencia social. Pasará a ser de 1,22% del PBI, en comparación con el 1,17% de este año. Como además se tratará de un PBI más grande -porque se prevé terminar este año con un crecimiento económico de 8% y el año próximo sumar otro 4%-, ese monto representará en dinero un incremento mayor que lo que refleja el porcentaje.
Sin embargo, esa "generosidad" del Presupuesto 2022 en materia de inclusión social implica también un guiño hacia quienes están preocupados por las limitantes fiscales. Porque Guzmán viene resistiendo la presión de las organizaciones piqueteras que reclaman la implantación de un "salario universal".
Esa iniciativa tendría un costo de 2,9% del PBI, imposible de financiar sin provocar una turbulencia fiscal, con su correlato inflacionario. De manera que Guzmán puede afirmar que escuchó el reclamo por una mayor asistencia, porque está incrementando la ayuda actual, pero con un monto que representa menos de la mitad de lo que piden los referentes de las organizaciones sociales.
Sin suba de impuestos pero con mayor recaudación
En cuanto a los impuestos, Guzmán tranquilizó a quienes se quejan de la presión fiscal, porque en su proyecto no está prevista la creación ni la suba de ningún impuesto. Es decir, va en contra de la línea discursiva que mantuvieron la diputada Vallejos, la candidata Victoria Tolosa Paz y la plana mayor del kirchnerismo en el sentido de profundizar la "matriz tributaria progresiva", que implicaría subas a los sectores de mayores ingresos.
Pero, al mismo tiempo, está previendo que el año próximo las arcas de la AFIP se engorden con el ingreso de un 46,7% más que este año. Como la inflación oficial prevista es de 33%, esto implica que la recaudación tributaria crecerá en términos reales un 10% respecto de este año, y sin crear ni subir ningún tributo.
Este punto sería aplaudido sin dudar por el FMI, que suele poner la lupa sobre el cuidado de la financiación fiscal. Por lo pronto, se estará sobrecumpliendo la meta fijada para este año, que era un déficit primario -es decir, sin contar el pago de intereses de la deuda- de 4,5% pero finalmente será de 4%.
Y, siguiendo en esa línea, el ministro está previendo que el año próximo el déficit de las cuentas públicas sea de 3,3% del PBI. No es una cifra pequeña, pero en el contexto de la pandemia se la puede considerar razonable y, sobre todo, confirma que Guzmán se mantiene firme en su creencia de que "el equilibrio fiscal no es de derecha". Como diría Vallejos, un mensaje para dejar contenta a Kristalina Georgieva, la directora del FMI.
Otro dato clave en ese sentido es el monto del subsidio a las tarifas de los servicios públicos. Guzmán está previendo "topearlas" en 1,5%, con lo cual se estaría tomando revancha del objetivo que no pudo lograr este año: se había fijado un máximo de 1,7% pero el recordado diferendo con el kirchnerismo en torno a los subsidios le obligó a abandonar esa meta. Ahora, se prevé una segmentación para que la ayuda sólo la reciba el segmento de la población de ingresos bajos. En otras palabras, será un 2022 con un ajuste tarifario gradual.
Sin embargo, el ministro tampoco se va al extremo de la ortodoxia. Primero, como dando respuesta a las críticas kirchneristas sobre su excesivo celo fiscal y la sub-ejecución de partidas presupuestarias del primer semestre, aclara que habrá una aceleración del gasto en los próximos meses. Así, el déficit de este año no llegará al máximo previsto pero tampoco será el 3% que venían proyectando las consultoras económicas.
La otra señal "keynesiana" de Guzmán radica en que vuelve a plantear que en 2022 será necesario contar con la inestimable ayuda de "la maquinita" de emitir pesos: en su previsión, el rojo fiscal -que sumando el gasto primario más el financiero ascenderá a 4,9% del PBI- requerirá otro billón de pesos transferidos desde el Banco Central.
Aun así, se trata de una mejora respecto de este año, ya que ese nivel de transferencia monetaria implicará "apenas" un 36,7% de las necesidades totales, mientras que el resto provendrá de la emisión de deuda en el mercado doméstico y del crédito de organismos internacionales.
En comparación con lo que está ocurriendo este año, implica una relativa descompresión sobre la tensión inflacionaria, dado que actualmente dos de cada tres pesos que financian el rojo fiscal provienen de la "maquinita".
El sueño del ministro de economía
Claro que, a la hora de justificar conceptualmente el descontrol inflacionario de este año, Guzmán hace una explicación que la diputada Vallejos y los economistas K no tendrían ningún inconveniente en suscribir: más que hacer mención a la expansión monetaria récord del 2020, lo atribuye al impacto de los precios agrícolas en el mercado global.
"El incremento en los precios de los commodities derivó en fuertes aumentos en los precios de los alimentos y en los precios mayoristas en varios países no vistos hace muchos años. En el caso argentino, el impacto fue mayor producto de la inercia inflacionaria que se observaba en la economía luego de los picos observados en 2018 y 2019", dice el texto del proyecto, en línea con el discurso político del Gobierno.
Pero Guzmán plantea que esa distorsión se atenuará el año próximo, de manera que la inflación bajará desde un 45% con el que cerrará este año a un 33% para 2022.
En ese contexto, el ministro está previendo que los salarios tendrán un aumento real del 4%, lo que implica que está previendo paritarias que ajusten por encima del 38%.
En definitiva, recuperación salarial y mayor gasto de asistencia social al mismo tiempo que se reduce el déficit fiscal y la dependencia de la asistencia del Banco Central: el sueño de todo ministro de economía argentino.
¿Sin trabas a importaciones?
Pero hay más señales de Guzmán en uno de los temas cruciales de la economía: los dólares.
El proyecto prevé que haya un incremento de las exportaciones en el orden del 7,5% y de las importaciones en un 9,4%. Esto implica, por un lado, una disminución del superávit comercial, que de todas formas seguirá siendo robusto, con una cifra estimada de u$s9.300 millones.
El hecho de que se esté previendo un incremento importador mayor que el de las exportaciones supone otra señal al mercado, porque en este momento hay una expectativa generalizada de que, ante la falta de divisas para hacer frente a las obligaciones externas, se elegirá el camino del cierre importador.
Guzmán, con este presupuesto, está comunicando su confianza en que no será necesario "pisar" las compras del exterior, que resultan imprescindibles para consolidar el crecimiento económico -el consenso de los economistas es que por cada punto de suba del PBI, se necesitan tres de las importaciones-.
Acuerdo con el FMI y mayor deslizamiento del dólar
¿De dónde viene el optimismo respecto de los dólares? Guzmán está dando por hecho en el proyecto de Presupuesto que habrá un acuerdo con el FMI. Y que ese acuerdo despejará los pagos para el año próximo.
Hablando en plata, se prevé que no habrá pagos de capital, cuyo monto -en el supuesto de que no se reprogramara el calendario con el Fondo- implicarían unos u$s17.800 millones, algo así como cuatro puntos del PBI.
Y, para despejar dudas sobre que el Gobierno mantiene su determinación a no realizar devaluaciones abruptas, Guzmán anticipa que el dólar tendrá a lo largo del año próximo un incremento de 28%, con lo cual el tipo de cambio oficial en diciembre de 2022 será de $131,1 por dólar.
Por un lado, transmite tranquilidad, pero por otra parte está marcando que el uso del dólar como "ancla" de los precios ya no será tan acentuado como lo fue este año. De hecho, la previsión del presupuesto implica que el ritmo de devaluación pasará del 1% en que se encuentra actualmente a un promedio de 2% mensual para el año próximo.
Una señal en el sentido de que se pretende mantener la competitividad internacional, aun cuando el discurso oficial sea que Argentina no padece ningún retraso cambiario.