Se rompió la coalición: para Cristina hay un ciclo terminado y pide un cambio drástico de timón
Al final resultó cierto lo que decía Alberto Fernández durante la campaña, en el sentido de que las PASO serían una confrontación de proyectos de país. Pero con un detalle inesperado: ese choque de modelos no terminó ocurriendo entre el Gobierno y la oposición sino en la propia interna del Frente de Todos.
Lo que el país está viviendo ahora es el debate sobre cuál tiene que ser el giro del Gobierno. Y eso implica una diferencia radical de diagnóstico: ¿se perdió por haber hecho un ajuste fiscal y por no ser lo suficientemente firmes con las empresas, a las que se considera culpables de la inflación? ¿O se perdió por una sucesión de medidas erróneas, como la campaña vacunatoria, la pelea con el campo y la financiación monetaria del déficit fiscal?
Dependiendo de cuál sea la respuesta, entonces la solución puede ser hacia la "salida moderada" con guiños al mercado -que primero festejó y ahora está en estado de alarma- o con una radicalización, como fue la tradición kirchnerista.
Lo cierto es que el embate de Cristina Kirchner para provocar un cambio urgente en la composición del gabinete dejó en evidencia el diagnóstico que se hizo en el entorno de la vicepresidente: hay un ciclo terminado y se requiere un drástico cambio de timón.
Es decir, ya no se cree que resulte suficiente avanzar con la "batería de medidas económicas" para reconciliarse con el electorado, especialmente los sectores de más bajo ingreso. Ese tema había ocupado la atención de los medios desde la noche del domingo, cuando Alberto Fernández dijo haber entendido el mensaje de las urnas.
Hasta ese momento, la sensación que se había impuesto era que el Gobierno trataría de mostrarse en una agenda de gestión intensa, y de hecho el Presidente inició una serie de anuncios diarios, como ocurrió con el proyecto de ley de hidrocarburos, sugestivamente junto al cuestionado Martín Guzmán.
Pero lo cierto es que la dinámica de la política argentina hizo que se acelerasen los tiempos.
Una batería de medidas que no alcanza
En el kirchnerismo se convencieron de que no alcanzaba solamente con medidas de ayuda financiera para cambiar el resultado. A fin de cuentas, todo lo que se está planteando es más de lo mismo:
-El pago de bonos extra a los jubilados ya se había realizado tres veces antes de las PASO y el Gobierno argumentó que, de esa forma, la mínima le había ganado a la inflación.
-El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, ya había anunciado que se adelantaría para septiembre la revisión del salario mínimo. El objetivo inicial era llevarlo a $29.160 en febrero, pero se adelantó el cronograma para compensar la inflación.
-Los asalariados que pagaban Ganancias ya tuvieron su mejora y el anuncio de nuevo aumento del mínimo no imponible.
-Los gremios que a comienzos de año habían acordado paritarias en torno de 35% adelantaron la revisión que les permitió ajustar por inflación. Y Cristina Kirchner había dado un guiño para que la cifra subiera al 42%.
-Los monotributistas lograron que se dejara sin efecto el cobro del retroactivo que pretendía la AFIP y además se les anunció un programa de crédito con "tasa cero".
-Las empresas en situación crítica habían recibido una ayuda mediante el plan Repro que, si bien es inferior al ATP de la cuarentena, modera el impacto de la crisis al disminuir el costo salarial.
-Ya se había intentado un aliciente al consumo mediante la compra de electrodomésticos con los planes de 12 cuotas sin recargo.
*El ministro de Vivienda, Jorge Ferraresi, ya había anunciado la entrega de 44.000 créditos para la construcción, incluyendo planes "tasa cero" en el marco de los planes Casa Propia y Procrear 2.
-Ya se anunciaron 214 proyectos de urbanización de barrios carenciados de 20 provincias -de los cuales 121 ya están en marcha-, financiados gracias a la "política redistributiva" del impuesto extraordinario a las grandes fortunas. El costo de este programa es $18.000 millones.
-En agosto, Alberto Fernández inauguró en simultáneo 100 obras públicas, en su mayoría trabajos de infraestructura vial, hídrica y urbanizaciones, por un costo total de $22.000 millones.
¿Alberto busca nuevos apoyos?
En definitiva, el Gobierno sufrió su derrota electoral ya con una larga serie de medidas pro-consumo en marcha, en carpeta o anunciadas. Entre los estrategas electorales no se generó gran entusiasmo en cuanto a las posibilidades de que nuevos bonos para los jubilados pudieran generar un cambio en el clima social.
Es una percepción que genera consenso entre los politólogos y encuestadores, que creen más probable un aumento en la diferencia a favor de la oposición que un recorte del Frente de Todos en las legislativas de noviembre.
Esa convicción fue lo que aceleró la decisión del kirchnerismo por mostrar un cambio de rumbo, aun cuando ello pudiera implicar una fisura irreversible en la coalición y aun cuando esto pudiera debilitar al extremo la posición del Presidente.
Fue por eso que durante toda la jornada abundaron los análisis de políticos opositores en el sentido de que lo que estaba ocurriendo era un "golpe interno" en el que Alberto Fernández sólo tendría dos posibilidades: ceder el poder para sostenerse en su cargo o perder el apoyo del kirchnerismo, que pasaría a ser oposición.
Acaso el Presidente presintiera lo que estaba por venir cuando en la mismísima noche de las PASO avisó: "Tengo por delante dos años de mandato y le pido humildemente a cada argentino que me ayude".
Ahora, a la luz de lo ocurrido, esa frase empieza a verse con otra luz: algo así como un pedido de ayuda a los sectores que pueden sostenerlo en caso de que el kirchnerismo le retire su apoyo.
¿Quién sería el destinatario de ese mensaje? Puede haber varios sectores que se sientan interpelados. Para empezar, los gobernadores de las provincias agropecuarias que hoy están lamentando el efecto de medidas como el cierre exportador de carne. Siguiendo por los intendentes del conurbano que están resentidos con el avance de La Cámpora en la definición de políticas en la provincia. Y, también, los piqueteros y organizaciones sociales que vienen advirtiendo desde hace tiempo sobre cómo la población más pobre no aguanta más.
El kirchnerismo, sin motivación para seguir
Del otro lado de la coalición, el kirchnerismo se encuentra con la situación que le resulta más intolerable: la derrota electoral. Las diferencias con Alberto Fernández y su "tibieza" fueron explícitas desde el inicio mismo del mandato, pero se toleraban con la condición de que el Presidente siguiera siendo el garante de la permanencia en el poder. Ahora, con la derrota de las PASO, el apoyo a Fernández deja de tener sentido para el núcleo duro del kirchnerismo.
Y, lo peor, la población demostró que el argumento de la "maldita herencia" recibida del macrismo ya se devaluó demasiado.
Como afirma Lucas Romero, politólogo de la consultora Synopsis, "estamos frente a una novedad, pocas veces vista desde el 1983, y es un gobierno peronista gobernando en una crisis económica y social, y con la opinión pública adjudicándole a ellos la responsabilidad".
Con encuestas en la mano, Romero destaca que, mientras Cristina Kirchner insiste en achacar al macrismo la culpa de la actual situación económica, la opinión pública ve las cosas de manera diferente: sólo un 24% coincide en culpar a la gestión de Macri, mientras un 45% cree que la responsabilidad es del gobierno actual y un 29% dice que ambos sectores políticos son responsables por igual.
"Estamos viendo algo que nunca había sucedido, porque siempre el peronismo gobernaba crisis ajenas", señala Romero.
Y su colega Mariel Fornoni, de Management & Fit, destaca que lo característico de esta crisis es la falta de confianza sobre que el sistema político pueda encontrar una solución: según sus números, seis de cada 10 argentinos creen que la situación económica va a empeorar en el futuro.
En otras palabras, para los analistas está quedando en evidencia que otra vez el fantasma del estallido social sobrevuela el país, pero con un agravante: la clásica medida de poner plata en los bolsillos en los meses previos a la elección no está dando el resultado que se vio en otros momentos.
Peor aun, los analistas K se están horrorizando ante la constatación de que en los barrios carenciados fue donde se registró el mayor voto a favor del ultraliberal Javier Milei.
En definitiva, la movida de Cristina completó el ciclo iniciado en mayo de 2019, cuando anunció que Alberto Fernández encabezaría la fórmula presidencial. Así como en su momento ella lo ungió, ahora le comunica que no cumplió los cometidos y lo vaciará de poder.