• 20/12/2024

¿Macri dejó de ser piantavotos?: ahora los candidatos quieren que se sume a la campaña

Hasta hace un mes, los opositores celebraban que Macri estuviera varado en Europa, mientras el kirchnerismo lo nombraba sin cesar. Pero el panorama cambió
27/08/2021 - 17:37hs
¿Macri dejó de ser piantavotos?: ahora los candidatos quieren que se sume a la campaña

Algo está cambiando en el espacio opositor. De pronto, la figura considerada como "piantavotos" empieza a ganar protagonismo y a ser requerida por los candidatos para que los ayude a hacer campaña.

Cuando Mauricio Macri estaba "varado" en Zurich, justo en la fecha de cierre de las listas de candidatos, todos los analistas políticos lo daban por virtualmente jubilado y hacían referencia a que Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y compañía celebraban ese distanciamiento.

En ese momento, las encuestas marcaban que Macri tenía una fuerte imagen negativa -superior al 50% en varios sondeos- con apenas un 25% del "núcleo duro" que lo seguía apoyando. Y la insistencia con la cual los candidatos peronistas lo mencionaban parecían un indicador claro de cuál era el panorama: traer a Macri al recuerdo de la opinión pública parecía una apuesta segura para recuperar votos en el oficialismo y dañar a la oposición.

No era de extrañar, entonces, que el manual de la campaña peronista les pidiera a todos los candidatos "chicanear" a sus contrincantes con la acusación de que trataban de "esconder" a Macri pero que en el fondo eran lo mismo.

Apenas un mes después, todo cambió. Claro, en la Argentina un mes es mucho tiempo y ocurrieron varios hechos que cambiaron el humor social: el escándalo de la foto de cumpleaños en Olivos, la intensificación de la protesta social -con el reclamo de un "salario universal" al que el Gobierno no puede dar respuesta-, la ralentización de la campaña vacunatoria -donde sólo el 25% recibió la segunda dosis, con comparación del 70% de Uruguay y Chile-, por mencionar sólo algunos de los hechos destacados de la agenda.

Lo cierto es que cuando Macri volvió finalmente de su viaje y se recluyó en su casa para cumplir la cuarentena, los hechos empezaron a jugarle a favor. Y su decidida salida a defender su gestión y polemizar con Cristina Kirchner parecen haber surtido efecto: logró que la principal acusación kirchnerista -la de haber generado una deuda impagable- fuera puesta en entredicho.

Con la ayuda de economistas como Guido Sandleris y Hernán Lacunza -que ocuparon en el final de su mandato, respectivamente, la presidencia del Banco Central y el ministerio de Economía- exhibió la hojita que desató la "guerra de gráficos" con Cristina. Macri argumentó que la supuesta caída del endeudamiento que muestra el kirchnerismo -no medida en plata, sino en términos de PBI- obedece a una situación de retraso cambiario. Pero que, en términos reales, el endeudamiento había sido alto en el segundo mandato de Cristina y en el arranque de Alberto Fernández. Y que, además, si él se endeudó fue para pagar la herencia de la bomba fiscal heredada.

Es claro que no se trata de una polémica que vaya a conmover al 42% de pobres que no siguen el debate macroeconómico, y probablemente un asesor como Jaime Durán Barba nunca habría aconsejado a Macri que se involucrara en una pelea de semejante complejidad. Pero lo cierto es que sí ha tenido un efecto de reforzar su imagen entre la masa de votantes macristas de 2019, quienes volvieron a verlo como un líder dispuesto a defender su gestión y no a conceder en silencio.

Recuperando terreno

En un comienzo, la previsión era que Macri se limitaría a tener apariciones aisladas y puntuales en regiones donde su figura despierta adhesión. Concretamente, en zonas rurales de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, donde se generó una aversión a las iniciativas intervencionistas contra el campo, como el aumento de las retenciones, el intento de estatización de Vicentin y los topes a la exportación de maíz y de carne.

Esa clase media rural, que dio nacimiento a los "banderazos" de repudio al Gobierno, parecían un terreno seguro para que Macri hiciera su reaparición. Así, se programó su presencia en localidades bonaerenses como Tandil y Junín, para apuntalar a Diego Santilli. Y también es reclamado por sus candidatos en Santa Fe -donde hay virtual triple empate entre macrismo, peronismo y socialismo- y en Córdoba, una de las provincias más anti K.

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Sin embargo, con el paso de los días también en la Ciudad de Buenos Aires se empezó a solicitar su aporte a la campaña. Vidal y Rodríguez Larreta trataron de limar asperezas del pasado y a mostrar que hay mayores motivos de unión de que separación.

"Es importante para Juntos por el Cambio. En la Ciudad de Buenos Aires muchas de las transformaciones que la gente valora las empezó él", dijo el jefe de gobierno porteño.

Mientras que Vidal recordó que "Mauricio es parte de nuestro espacio y tiene un aporte enorme para hacer, por eso estamos hoy acá juntos, como hemos estado junto en todas las campañas desde que somos candidatos".

Fueron frases más dictadas por la necesidad que la convicción: las encuestas mostraban que el núcleo duro del macrismo había quedado dolido por el desplazamiento de Patricia Bullrich -representante principal de la "oposición dura"- y por el cruce de la avenida General Paz que protagonizó Vidal. Esas actitudes fueron interpretadas por el sector más anti-K como una claudicación y la adopción de un estilo "light" y poco confrontativo.

Las encuestas parecían reflejar con claridad ese enojo, en el crecimiento de la intención de voto de Ricardo López Murphy -hay sondeos que lo ubican con 8,5%- y también al espacio "libertario" de Javier Milei, que está midiendo un sorprendente 5,7%. Al mismo tiempo, Vidal se separa apenas 6 puntos del oficialista Leandro Santoro. Y para Vidal, cualquier resultado que ubique al su espacio con menos de 42% sería un fracaso, porque implicaría la pérdida de bancas a manos del peronismo.

Fue con ese ánimo que las "palomas" de la oposición convocaron al "halcón" principal, que no diluyó un ápice la dureza de su discurso anti-K. Dejó frases tales como: "El kirchnerismo nos llevó al país de morondanga del vacunatorio VIP y la restricción de libertades". Y también: "Quiero decirle a la gente que por favor nos acompañe, para decirle al gobierno ‘basta, basta, basta’".

La contraofensiva, apoyada por los sondeos

El viraje estratégico parece confirmarse como correcto por las encuestas. Hay algunos sondeos que marcan puntos de inflexión importantes, como por ejemplo que su imagen positiva ganó 10 puntos en un mes mientras cae la negativa, en tanto que Alberto Fernández y Cristina Kirchner sufren el fenómeno inverso. De hecho, el Presidente perforó el "piso de 25% y está en su peor momento luego del "Olivos-gate".

Y cuando se mide la intención de voto, aparecen cifras impensadas hasta hace poco tiempo y que preocupan al Gobierno. Por ejemplo, el sondeo de Synopsis que marca que, a nivel nacional, la coalición Juntos ya supera al oficialismo por cuatro puntos. E incluso en la crucial provincia de Buenos Aires, encuestas como la de Observatorio Electoral Consultores, marca a Juntos ganando "de visitante" por 40% a 36%.

¿Cómo se explica esto? Lucas Romero, director de Synopsis, advierte que el principal argumento político del peronismo está encontrando problemas para "prender" en el electorado. Así, sólo un 24% coincide en culpar a la gestión de Macri, mientras un 45% cree que la responsabilidad es del gobierno actual y un 29% dice que ambos sectores políticos son responsables por igual.

"Estamos viendo algo que nunca había sucedido, porque siempre el peronismo gobernaba crisis ajenas", señala Romero.

Refrendando esa línea, un sondeo de Management & Fit señala que el 60% de los encuestados cree que la situación económica va a empeorar tras las elecciones.

Acaso sea esa nueva percepción la que llevó a que la presencia de Macri ya no se limite apenas a los terrenos seguros donde predomina el sentimiento anti-K, sino que también empezó a aventurarse en el terreno más hostil del conurbano. El objetivo es, por un lado, aprovechar el momento de debilidad del Gobierno y, además, tratar de que el votante que en 2019 había apoyado al Frente de Todos y hoy está desilusionado no migre hacia otras opciones peronistas, como la de Florencio Randazzo, que hoy mide un 5%.

La primera incursión fue en el partido de Tres de Febrero, donde Macri dejó en claro el discurso que quiere apuntar al público del conurbano: el daño causado a las familias por el cierre de las escuelas.

Cristina Kirchner en campaña: según las encuestas, sus críticas a Macri están resultando en un efecto boomerang
Cristina Kirchner en campaña: según las encuestas, sus críticas a Macri están resultando en un efecto boomerang

Macri y Cristina: ¿vidas paralelas?

Mientras Macri disfruta su nuevo momento y se toma revancha de las críticas internas, los estrategas de campaña se preguntan cómo se llegó a esta situación, cuando el ex presidente parecía más próximo a la jubilación política que a erigirse en un eventual postulante para 2023.

Y la idea que empieza a instalarse entre los analistas es que la artífice de este resurgimiento no es otra que Cristina Kirchner. Los politólogos argumentan que el endilgarle al macrismo los problemas del país tiene efecto sólo en el núcleo duro, para evitar un "efecto fuga", pero que no es un mensaje que tenga efecto en la gran masa centrista que hoy está indecisa y deprimida. La explicación es que, cuando un gobierno al que le va mal se ensaña con la crítica a un opositor, corre el riesgo de un "efecto boomerang" que lo agrande.

Fue, después de todo, la misma situación, con los roles cambiados, que ocurrió en el final de la gestión macrista: agitar el fantasma del regreso del kirchnerismo, en un momento en el que el Gobierno se mostraba impotente para controlar la turbulencia financiera y sólo atinaba a medidas recesivas, terminó por reflotar la imagen de Cristina.

¿Se repetirá la historia? En filas opositoras afirman que Macri cree en un triunfo en las legislativas. Y la apelación a una gran alianza que incluya a radicales y peronistas hace recordar a la frase que popularizó Alberto Fernández antes de ser ungido como candidato presidencial. En aquellos días, Alberto afirmaba: "Sin Cristina no se puede, con Cristina sólo no alcanza".

Comentarios parecidos se empiezan a instalar respecto de Macri. Pero claro, hay algunas diferencias. Primero, no está del todo elaborado el discurso de "vamos a volver mejores", porque el propio Macri puso límites a la autocrítica de su gestión. Y segundo, nada hace entrever que esté dispuesto a sacrificar su liderazgo, cuando se siente en condiciones de disputar -como el título de su libro- un "segundo tiempo".