Lacalle Pou con Alberto: una nueva carta en la vieja rivalidad de puertos puede ser la vía para aflojar tensiones
La agenda del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, tiene una larga lista de conflictos pendientes o potenciales, que intentará limar en su almuerzo con su colega argentino Alberto Fernández, en la residencia de Olivos.
Su aspiración de máxima es lograr el visto bueno argentino para el plan uruguayo de negociar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur. Pero del otro lado también hay reclamos que pueden ponerse sobre la mesa y equilibrar la negociación: el histórico reclamo por el dragado del canal Magdalena, en el Río de la Plata, se transformó en una prioridad en la agenda del kirchnerismo.
El tema no pasaba de un debate intrasectorial, al que se solía aludir en el marco de las discusiones sobre la hidrovía, pero ahora ha ganado protagonismo por un simple motivo: su principal impulsor es Jorge Taiana, flamante ministro de Defensa.
Taiana viene planteando desde hace tiempo que la política argentina en materia de navegación hídrica ha beneficiado al puerto de Montevideo sobre Buenos Aires. Se quejó de la falta de atención hacia el canal Magdalena, que corre paralelo a la costa de la Capital, y que, si contara con la profundidad adecuada, permitiría multiplicar el tráfico de barcos hacia el puerto local.
En un pedido de informes al ministerio de Transporte, realizado durante su función como senador, Taiana se quejó de que el propio gobierno peronista estaba continuando una política que "obliga a la carga argentina a pasar por Montevideo y pagar la espera allá para salir de ahí al Atlántico".
Ejemplificó que si un barco tiene que ir desde Mar del Plata a Ramallo -es decir, dos puertos de la provincia de Buenos Aires- tiene que pasar necesariamente por Montevideo. Allí, destacó Taiana, los barcos argentinos suelen quedar varados a causa del denso tráfico, lo que implica la contratación de diversos servicios portuarios, que traducido a plata implica unos u$s150 millones que quedan en las arcas uruguayas.
Ahora, con el regreso de Taiana al poder ejecutivo -y con el avance estatizador sobre la hidrovía como fondo-, el tema del dragado del canal Magdalena ha tomado un lugar preponderante en la agenda binacional.
La influencia de Taiana en estos temas ya se da por descontada en ámbitos políticos y empresariales, donde se lo empieza a considerar un canciller paralelo. Y se tomó nota, por ejemplo, de que el ahora ministro de Defensa fue el principal portavoz del gobierno en la visita que realizó la semana pasada Jake Sullivan, el secretario de seguridad nacional de Estados Unidos. En esa charla, Taiana defendió la instalación de bases científicas chinas en la Patagonia, y afirmó que, a diferencia de lo que cree el gobierno estadounidense, no se tratan de bases que puedan tener usos militares.
Limando rispideces
Lacalle, a quien en las redes han llamado "nuevo ídolo de la derecha argentina" por los elogios que suele recibir en los medios anti-oficialistas, sabe que llegó la hora de limar rispideces. Desde el mismo momento de su elección, en el Gobierno argentino se generó malestar por la exhortación que hizo Uruguay a la mudanza de argentinos de alto patrimonio que se sintieran perseguidos por la presión fiscal de la AFIP.
Es así que empezó un éxodo, no muy grande en términos numéricos pero sí en el peso de los nombres -el caso de Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre, es el más notorio-. En ese momento, Alberto deslizó un comentario crítico: "Tengo la impresión que a Uruguay le costó tanto salir de ese mote de paraíso fiscal que volver a caer en eso me parece que no es una buena idea".
Los contrastes se acentuaron luego, con la llegada de la pandemia. Y los opositores más acérrimos de la cuarentena estricta ponían todo el tiempo como ejemplo el régimen más benigno -que incluía el dictado de clases presenciales- que se había adoptado en Uruguay, sin que ello implicara peores estadísticas sanitarias que las de Argentina.
Esa comparación se reeditó luego con la discusión sobre la campaña vacunatoria. Uruguay lleva tres meses de adelanto respecto de Argentina y ya vacunó con las dos dosis a más del 60% de su población. Es un tema que la oposición argentina tomó para reforzar sus críticas al Gobierno.
El otro contraste clásico aprovechado por la oposición argentina fue la condena dura de Uruguay a los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, al tiempo que la diplomacia argentina se tornaba más proclive a justificar a esos gobiernos bajo cuestionamiento internacional.
"Vamo’ arriba"
Pero el punto que llevó la tensión al máximo fue el de las negociaciones con socios extra-Mercosur. Es una intención que Uruguay viene madurando desde hace años, cuando el país era gobernado por el izquierdista Frente Amplio, pero que ha llegado al planteo explícito por parte de Lacalle Pou.
La molestia de Alberto se tradujo en su frase "no queremos ser lastre de nadie" y un recordatorio de que quien se sintiera a disgusto podía "bajarse del barco".
Un momento demasiado tenso para la tradición de amistad entre los países y, más específicamente, para la relación entre ambos presidentes, que se conocen desde hace años. De hecho, el Presidente siempre hace hincapié en recordar su amistad con la familia Lacalle y también con su actual canciller -y ex embajador en Buenos Aires-, Francisco Bustillo.
Por eso, el objetivo de Lacalle, quien hace pocos días hizo oficial su decisión de negociar por fuera del Mercosur -con el guiño del brasileño Jair Bolsonaro- se fijó el objetivo de que su decisión sea digerible para el Gobierno argentino, que hasta ahora se ha mostrado contrario a llevar a ese extremo la flexibilización del Mercosur.
Pero Lacalle también sabe cuáles son los intereses argentinos y dónde puede encontrar un resquicio para negociar. Así lo dejó en claro en una reciente entrevista televisiva, cuando él mismo recordó que el dragado del canal Magdalena es una prioridad de la gestión Fernández.
"¿A Uruguay le sirve el canal Magdalena? No, no le sirve. Pero si realmente es una voluntad de Argentina, nosotros no podemos frenar el crecimiento argentino. Podemos discutirlo, pero si es una decisión argentina, aunque no nos guste… vamo’ arriba", dijo el presidente oriental, utilizando una típica expresión del país vecino.
Y dio a entender que estaría dispuesto a ceder en esa pretensión si Argentina no se oponía a que Uruguay pudiera dragar a 14 metros frente al puerto de Montevideo, porque eso le permitiría el acceso de barcos a aguas profundas.
"Ahí tenemos temas que le sirven a Argentina, que le sirven a Uruguay y que obviamente generan una competencia, pero de eso se trata, de ser mejores. Yo no puedo querer que al otro le vaya mal para que a mí me vaya bien", planteó Lacalle Pou, quien se mostró dispuesto a negociar con la consigna de "dejar de lado la política ideológica".
En el almuerzo con Alberto Fernández tendrá la medida de qué tan cerca -o lejos- se encuentra de su objetivo.