Confidencial: Larreta mira las encuestas y se vuelve "más malo" de cara a una dura campaña
Borrar del mapa a los "halcones" del PRO es propio de la batalla política cuando se plantea como opción al grupo de "palomas". Como "celestes" y "rojos punzó" durante el menemismo, como la Coordinadora y Línea Nacional en el alfonsinismo, en todos los espacios políticos se producen agrupamientos, más o menos permanentes de dirigentes, que buscan imponerse unos sobre otros.
En el PRO post Mauricio Macri, eso ocurrió. Las diversas metodologías para plantarse como opositor dividieron a los dirigentes en grupos y los más contundentes para confrontar al gobierno quedaron enfrentados con los pacificadores, que llevaban como bandera a Horacio Rodríguez Larreta, que durante 2020, compartió la mesa de anuncios restrictivos con Alberto Fernández hasta que el presidente decidió quitarle puntos de coparticipación.
Pero el estigma del "dialoguista" quedó planteado, el juego de opositor benevolente lo reflejó todo su gabinete a lo largo de buena parte de la pandemia, y con clases presenciales o sin ellas en 2021, hay una postura que quedó grabada en los electores y que al propio Larreta, no le molesta, de hecho, siempre creyó que ese era el camino.
Sin embargo, las encuestas que reciben en el bunker amarillo no reflejan las expectativas de Horacio. Los focus group son todavía más contundentes; el dialoguismo pierde votos y pone en riesgo lo único que no puede ponerse en riesgo nunca en política: el núcleo duro de electores propios, esos que en 2017, en el peor momento de historia del kirchnerismo, mantuvo Cristina en Provincia y le permitió resucitar en 2019.
El núcleo duro del PRO, es "flácido", diría Barassi en "100 Argentinos". Piden Bullrich, quieren oposición feroz, quieren halcones, están defraudados de las posiciones amables, no les importa el discurso de que "los que gobiernan tienen que tener una relación cordial con el gobierno nacional", buscan que la oposición batalle.
Hace un tiempo, cuando recién volvía a la escena política, en algún reportaje, María Eugenia Vidal dijo que se "mensajeaba" con Máximo Kirchner. La frase quedó grabada y generó mucho disgusto que se refleja en gran parte de las personas que participan de los estudios de campo y que se identifican como votantes del PRO desde 2003 (entonces Compromiso para el Cambio) en la CABA.
En definitiva, las palomas dominan el espacio pero "no garpan", la Avenida del medio no es tan ancha, Sergio Massa lo aprendió a los golpes, y de ahí hay muy poco para pescar, y la vereda propia se le pone inestable a Larreta. "Nosotros no logramos un nivel de fidelización del voto como el kirchnerismo. El votante K se fuma que Santoro hable de amor y de que tiene amigos en este espacio y lo vota igual; los nuestros quieren guerra, se quedaron "calientes" con el resultado de 2019, no les gusta que le dejemos pasar una al gobierno", razona, encuestas en mano, un viceministro del gabinete porteño.
Así que hubo que virar. Se le va a complicar al doctor Jekill transformarse en mister Hyde, no está en la naturaleza de Larreta, no le queda cómodo, tal vez ni siquiera le queda natural, pero lo exige el electorado. Para peor, cuando Vidal intenta ser la dura (le sale mejor que a Horacio) le cae un "bife" desde la Provincia, donde le tienen preparadas todas las carpetas para recordar cada cosa que hizo mal en su gestión.
Un Larreta "más malo"
Eso obliga a que sea el propio Larreta el que "se ponga más malo", y también, a parte de su gabinete, de hecho, se ha escuchado en estos días al propio Fernán Quirós siendo más duro de lo esperable con el kirchnerismo. El problema es la credibilidad. El ministro de Salud porteño fue adoctrinado el último año y medio para poner, una y otra vez, la mejilla menos vapuleada a disposición de un adversario que no tiene pruritos en cachetear. Como a Larreta, le resulta antinatural ponerse hostil.
Sin embargo, todos han entendido que endurecerse es imprescindible para que: no vote tanta gente a Ricardo López Murphy en la interna, no se escape tanta gente hacia Javier Milei; no haya tanto voto propio con poca predisposición para ir a votar. Las tres cosas están pasando en el escenario actual. El bulldog que hace unos pocos días promediaba un decorosísimo 10% en el promedio de encuestas, hoy está en 14%.
Los halcones, como se le ha escuchado decir a Florencia Arietto en alguna ocasión, están "en una retirada estratégica a cuarteles de invierno". ¿Qué significa esto? Lo explica otro halcón: "Nos corrieron, ¿okey? Acompañamos, vamos a los eventos, pero la pelea electoral está a su cargo, no vengan a pedir ahora que Patricia o alguno de nosotros se cargue la campaña al hombro. Si hay que ser bravos que aprendan a serlo". La colaboración de los indeseados tiene sus límites.
En definitiva, todos asistiremos en los próximos días a un Horacio & Troupe más intensos en sus declaraciones, más confrontativos con el oficialismo, más combativos. Habrá que ver qué resultado les da, hasta donde la gente les cree el cambio de postura, hasta donde están ellos mismos dispuestos a llegar.
Pero Larreta descubrió que los electores antigrieta son como un bloque de 5 diputados en el Congreso, pueden definir una votación pareja, pero para que exista esa paridad, no se le tiene que escapar ninguno del bloque propio, y se le están escapando.