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La difícil apuesta de Perotti: ser una síntesis entre el estatismo K y el apoyo al interior productivo

El campo lo mira con recelo, mientras los kirchneristas lo ven como un traidor en potencia. Para el gobernador de Santa Fe, esta es la elección crucial
05/08/2021 - 19:15hs
La difícil apuesta de Perotti: ser una síntesis entre el estatismo K y el apoyo al interior productivo

La interna del peronismo en Santa Fe trasciende, por lejos, una mera disputa provincial. A esta altura, se transformó en la síntesis perfecta de la disyuntiva a la que se enfrenta la coalición de Gobierno en un momento de crisis: optar por la moderación e intentar congraciarse con la clase media o, por el contrario, apostar a la receta kirchnerista de exacerbar el conflicto con medidas radicales.

Hasta ahora, los medios nacionales han puesto la lupa sobre Agustín "El Chivo" Rossi, a quien equivocadamente se lo caracteriza como un político que se rebeló ante un mandato de Cristina Kirchner para jugar una aventura personal. La realidad es que pocos han sido más leales a Cristina y están más dispuestos a defender su modelo que el ahora renunciado ministro de Defensa.

Todo lo contrario de lo que se puede afirmar sobre el otro contendiente, el verdadero protagonista de esta historia: el gobernador Omar Perotti.

Y el propio Rossi sintetizó lo que para él representa esta interna, al afirmar que lo habían bajado de la lista "de unidad" porque su imagen estaba demasiado contaminada de kirchnerismo en una provincia que se está acercando rápidamente al "modelo cordobés".

La chicana preferida de Rossi a Perotti es que quiere seguir los pasos de su colega de Córdoba, Juan Schiaretti, un peronista que nunca ha disimulado tener más puntos de coincidencia con Mauricio Macri que con el kirchnerismo.

Y se preguntó qué ocurrirá en el futuro cuando -previendo que la situación política se torne más complicada que hoy- se a la hora de defender a la ex presidente. "Yo voy a seguir defendiéndola a Cristina en Santa Fe, soy uno de los pocos que la defiende, y Perotti seguramente no lo va a hacer, porque nunca lo hizo".

La forja de un perfil peronista "market friendly"

Y no le falta razón a Rossi: a diferencia de él, que siempre se ha alineado con el kirchnerismo, Perotti ha fluctuado entre el apoyo y la disidencia. Rossi fue una de las "espadas" parlamentarias en el histórico debate por la resolución 125 que establecía las retenciones móviles a la soja.

Perotti, en ese entonces, cumplía su tercer mandato como intendente de Rafaela, una ciudad que era mencionada con asiduidad en las revistas de negocios como un modelo de producción y modernidad en el interior argentino. Era sede de dos grandes industrias exportadoras de válvulas: Basso y Edival. Y era, también, protagonista de la zona donde se vivía la revolución de la soja, que en pocos años había llegado a ser el principal proveedor de divisas del país.

Como símbolo de ese progreso, el equipo de la ciudad, Atlético Rafaela, conocido popularmente como "La Crema" logró en 2003 y en 2011 el ascenso a primera división. El logo del sponsor que lucía la camiseta era la entonces pujante SanCor.

Perotti era visto por el establishment empresarial como una figura que representaba lo opuesto a los nuevos valores del kirchnerismo. Mientras se empezaba a hablar de re-estatizaciones, muchos recordaban que en su pasado como funcionario durante la década menemista había privatizado el banco provincial. Y cuando se consolidaba el discurso agresivo contra el sector privado, Perotti se mostraba orgulloso del entramado industrial de su región.

Aun así, mostró cierta cintura para no romper internamente. Durante el conflicto de la 125 firmó el comunicado crítico contra la Mesa de Enlace y, en 2011, logró el apoyo de Cristina para encabezar la lista de diputados por Santa Fe.

Pero su perfil nunca convenció a los kirchneristas de sangre pura. De hecho, cuando llegó al poder el macrismo, ya en su rol de senador se alineó con el bloque que conducía Miguel Pichetto y que se había comprometido a darle gobernabilidad al nuevo presidente a cambio de una billetera bien dispuesta para con las finanzas provinciales. Fue así que Perotti levantó su mano, entre otras iniciativas, para pagarle a los "fondos buitres" el saldo con el que el país saldría del default.

Perotti, que en 2015 con el apoyo de Cristina había logrado el tercer lugar en la elección a gobernador, cumplió su objetivo en 2019. Para ese entonces, el kirchnerismo había apoyado a un sector más afín, liderado por María Eugenia Bielsa. Perotti, en cambio, ya venía con la impronta de "oposición blanda" al macrismo, al tiempo que era duro crítico del socialismo que gobernaba en la provincia.

El contrapeso moderado del Presidente

Con esos antecedentes, no extrañó que el rol de Perotti en el actual gobierno de Alberto Fernández haya sido el de contrapeso del kirchnerismo. De hecho, una de las funciones fundamentales del santafecino ha sido la de marcarle al Presidente cuándo estaba tomando decisiones que lo pudiera enemistar con el campo.

El primer evento fue el de la frustrada estatización de Vicentin. Alberto Fernández dio rápidas muestras de arrepentimiento al ver las repercusiones negativas que la situación estaba generando en el interior. De hecho, los "banderazos" opositores nacieron el 20 de junio de 2020 como respuesta de las clases medias del interior rural ante lo que interpretaban como un ataque a su estilo de vida.

Ante la reacción del campo contra el intento de estatización de Vicentin, Alberto Fernández recurrió a Perotti para descomprimir la tensión política
Ante la reacción del campo contra el intento de estatización de Vicentin, Alberto Fernández recurrió a Perotti para descomprimir la tensión política

Por si le quedaban dudas sobre lo que se esperaba de él, en los actos de protesta de la zona de influencia de Vicentin se vieron carteles que decían "Perotti traidor".

"Gente confundida", la calificó el Presidente. Pero el gobernador de Santa Fe, que había ganado hacía pocos meses por un 42% en la provincia de Santa Fe (pero que había quedado segundo con 28% en el departamento de General Obligado, sede de Vicentin y epicentro de la protesta), entendió el mensaje.

Desde el inicio mismo del conflicto, Perotti explicó a Alberto la gravedad potencial del tema, que si no se frenaba podía derivar en la reedición de "la 125". Rápidamente quedó en claro que, ante la presión de sus votantes, los diputados de Córdoba y Santa Fe no votarían la estatización de la cerealera. Hasta los propios integrantes del gabinete de Perotti se manifestaban públicamente en desacuerdo con la medida.

Así, mientras Alberto Fernández veía cómo el kirchnerismo se entusiasmaba ante una nueva épica y el interior se rebelaba, Perotti se apuró a proponerse como mediador. Fue así que se propuso una tregua en busca de propuestas superadoras, y el concepto de "estatización" fue sustituido por el de "rescate". Y el gobernador se preocupaba por reivindicar el arraigo de las empresas familiares y el aprecio que le tiene la población del interior rural.

Vicentin fue la primera frustración importante del kirchnerismo, que le reprochaba a Alberto no tener la voluntad de ir al choque contra los "poderes concentrados". Y Perotti tuvo mucho que ver en esa moderación.

Fue algo que se repitió cuando el Gobierno optó por trabar las exportaciones agrícolas. Ocurrió a comienzos de año con el maíz y, más recientemente, con el cierre de las embarcaciones de carne vacuna.

Sin medias tintas, Perotti condenó la medida: dijo que "la solución es aumentar la producción y no cerrar las exportaciones" y criticó los "cambios en las reglas de juego". Pero sugestivamente mantuvo el silencio cuando, un mes más tarde, Kulfas anunció la "solución" con la reapertura parcial con un nuevo esquema ganadero.

Y no es que el gobernador no haya tenido oportunidad de hablar del tema: pocos días antes había recibido la visita de Alberto Fernández en Rosario. La realidad es que Perotti intuía que sus chances de éxito electoral van en proporción directa a la distancia que tomara de las propuestas más controvertidas del gobierno nacional. También sugestivamente, mantuvo el silencio cuando un grupo ultra K lanzó -en el día de Belgrano- una proclama para reestatizar el control de la hidrovía sobre el río Paraná.

Ya en ese momento las encuestas marcaban una pérdida de posiciones del peronismo santafecino, como consecuencia de los graves hechos de inseguridad vinculados al narcotráfico en Rosario.

Perotti en la cornisa

Quedó en claro cuál era la disyuntiva para Perotti: no podía darse el lujo de quedar ligado al kirchnerismo más radicalizado, porque eso le haría perder el apoyo del interior rural de la provincia. Fue así que reforzó su perfil moderado y cercano al empresariado. Pero, al mismo tiempo, no podía ir a una ruptura abierta con el Gobierno, como su colega cordobés Juan Schiaretti. Su estrategia, en consecuencia, es mantener un difícil equilibrio entre seguir siendo oficialista pero dar un discurso tranquilizador y amistoso hacia el sector productivo.

A su favor, cuenta con el apoyo de Alberto Fernández, que lo necesita como contrapeso del kirchnerismo. Pero en su contra juega el discurso agresivo neo-intervencionista, como el que se evidenció en la proclama del 9 de julio, donde, como respuesta a la protesta agropecuaria, se reivindica el derecho del Estado a captar rentas de sectores favorecidos y utilizarlas en una política redistributiva.

La riesgosa apuesta de Perotti: reafirmar su adhesión oficialista y, al mismo tiempo, marcar distancia de las propuestas radicalizadas del kirchnerismo
La riesgosa apuesta de Perotti: reafirmar su adhesión oficialista y, al mismo tiempo, marcar distancia de las propuestas radicalizadas del kirchnerismo

La sorpresiva competencia de Rossi, en ese contexto, puede ser un arma de doble filo. Por un lado, tener un candidato con un discurso más radicalizado le resulta funcional a Perotti, que así refuerza su perfil de peronista moderado y amigo del sector privado.

Si las cosas salen como el espera, dará un salto a nivel nacional y será una figura atractiva para cualquier estrategia electoral del peronismo en 2023.

Pero claro, también está la posibilidad de que la lista de Perotti pierda contra la de Rossi. De hecho, las primeras encuestas tras la presentación de los candidatos muestran números inquietantes.

No solamente el peronismo aparece perdiendo contra Juntos por el Cambio sino que, en la interna peronista, Rossi lleva la delantera. La encuesta de Federico González marca 19,7% para Rossi contra un pobre 13,1% de la lista oficialista. En tanto, el sondeo de Raúl Aragón & Asociados midió 17,8% versus un 13,7%.

Están en juego las tres bancas de senadores -dos del Frente de Todos- y nueve para diputados -tres del Fdt-. Aunque para Perotti, lo que está en juego es algo mucho más importante: demostrar si realmente puede encarnar el tipo de líder que supere la "grieta" o si pasará a engrosar la nómina de víctimas del discurso K.