VACUNAS Y ELECCIONES

"Traeme la Pfizer": la oposición celebró como una victoria política la "claudicación" del Gobierno

El anuncio fue calificado como una admisión de fracaso en la campaña vacunatoria. Pero el Gobierno apuesta a beneficiarse por una mejora del humor social
POLÍTICA - 27 de Julio, 2021

Si algo faltaba para politizar por completo la campaña vacunatoria, el sorpresivo anuncio de la ministra Carla Vizzotti sobre la compra de 20 millones de la vacuna Pfizer dio el paso final en ese sentido.

La oposición celebró el anuncio como una victoria. Ni bien conocida la noticia empezaron las declaraciones de dirigentes del macrismo, que presentaron el tema como si fuera una admisión tácita del Gobierno de que la campaña para las segundas dosis se encuentra empantanada.

Y no sólo eso: también se aprovechó la situación como una reivindicación de las denuncias que en su momento realizó Patricia Bullrich, en el sentido de que se había trabado adrede el contrato con Pfizer por la negativa del laboratorio a participar del esquema productivo con un socio local. Una denuncia por la cual fue objeto de querella del propio Alberto Fernández.

"Finalmente la vacuna de Pfizer dejó de ser la entrega de la soberanía nacional, luego de vueltas oscuras y discursos inflamados. Con ocho meses de retraso, los argentinos tendremos una vacuna que hubiese evitado miles de muertes. Ahora la recibiremos para salvar nuestras vidas", afirmó en las redes sociales Bullrich, que fue ampliamente celebrada por los partidarios de la oposición de "mano dura".

En la misma línea, la diputada Silvia Lospennato aprovechó para apuntar al "relato" sanitario del kirchnerismo: "Nunca hubo ningún impedimento. No se ponía en juego la soberanía nacional ni había condiciones inaceptables. El FdT mintió, nosotros decíamos la verdad. Con la musiquita, la burla y la mentira a otra parte, que traen "la Pfizer" y se acabó el relato".

La alusión a "la musiquita" refiere a la canción del músico Ignacio Copani, que involuntariamente se transformó en un protagonista de la jornada. Fue masivamente recordado cómo en el momento más caliente de la polémica por la campaña vacunatoria, se había viralizado un video en el que Copani ironizaba sobre el tema y cantaba: "Los gorilas me piden que escriba/ todos los días la misma canción/ con la música que yo decida/ y con la letra de su obsesión/ traigan la Pfizer, quiero la Pfizer/ dame la Pfizer, poneme la Pfizer".

Tampoco faltaron las burlas y memes que hacían referencia a las supuestas condiciones inaceptables del laboratorio estadounidense, y por eso se vieron en Twitter imágenes donde, por ejemplo, un helicóptero con el logo de Pfizer se llevaba un glaciar patagónico.

Lo cierto es que la oposición se propuso hacerle pagar un costo político al kirchnerismo por lo que entiende que fue un abordaje de la vacunación con un criterio geopolítico y que finalmente resultó una apuesta fallida. Por eso tampoco faltó el recuerdo para la frase de Cristina Kirchner, que en un acto político en marzo se preguntaba con sarcasmo: "¿Quién diría que las únicas vacunas con las que contamos hoy son vacunas rusas y chinas? Qué cosa, ¿no? Porque toda la vida decían que nosotros estábamos cerrados al mundo.

Entre chicanas, un bálsamo para la oposición

Las chicanas opositoras ya habían comenzado cuando se oficializó la donación, por parte del gobierno estadounidense, de 3,5 millones de dosis de la vacuna Moderna. El hecho de que se tratara de un envío gratuito por parte de la administración Biden contrastó con el agradecimiento que algunas semanas antes había hecho Alberto Fernández a su colega ruso Vladimir Putin. "Los amigos se conocen en los momentos difíciles", había dicho el Presidente, en referencia a los envíos de la Sputnik V, que por cierto no llego gratis, sino a un costo de u$s9,95 por dosis".

Esta frase se volvió un boomerang para Alberto, sobre todo luego de que se diera a conocer la célebre carta de la asesora Cecilia Nicolini, en la que reprocha que Rusia no haya atendido el reclamo de que las dosis comprometidas y los permisos para producir la Sputnik en el país no hayan estado disponibles el 9 de julio.

Más bien al contrario, el discurso presidencial en esa fecha patria, en vez de festejar el avance de la campaña, tuvo frases defensivas contra las propias críticas internas. Como la de Máximo Kirchner, quien se había quejado por el decreto redactado por Vilma Ibarra, que enmendaba la polémica ley de vacunas. Ese decreto tenía por único objetivo destrabar el ingreso de la Pfizer.

El día anterior, en el Congreso, el diputado Kirchner había tenido palabras duras, que dejaban en claro que para el kirchnerismo había una sospecha de claudicación. "Yo no quiero un país que sea juguete de las circunstancias o que tenga que ceder a los caprichos de laboratorios extranjeros", señaló el hijo de Cristina Kirchner, quien advirtió sobre la señal de debilidad que implicaba introducir cambios a la ley de vacunas, justo cuando el país tiene por delante la negociación con el Fondo Monetario Internacional.

De manera que Alberto debió dar respuesta, antes que nada, al cuestionamiento interno. La frase del Presidente fue directa y expresiva: "Si alguien espera que claudique ante los acreedores o ante un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer, antes me voy a mi casa".

Todos esos antecedentes retornaron al debate público tras el anuncio sobre el acuerdo con Pfizer. Y reforzó el argumento opositor que apunta a que si se hubiese cumplido el contrato tal como estaba previsto originalmente -a fin de cuentas, por haber colaborado en la fase de prueba, Argentina tenía comprometidas dosis para diciembre de 2020-, entonces no se tendría que haber lamentado en el país la pérdida de más de 100.000 vidas por el covid.

Por ejemplo, el diputado del PRO Waldo Wolf, chicaneó al Gobierno: "Después de meses en la que no trajeron las 13,2 millones de dosis Pfizer por geopolítica y otras oscuridades firman un contrato vinculante y lo anuncian sin ninguna explicación. Y la traen porque les falló AstraZeneca y Sputnik. Mintieron y costó muchas vidas".

Y el doctor Carlos Kambourian, médico pediatra ex presidente del Hospital Garrahan -y una de las caras más mediáticas desde que arrancó la pandemia- también tuvo palabras duras: "Pasó un día luego de presentar a los candidatos y compraron vacunas Pfizer. La vacuna en Argentina nunca fue un bien sanitario. Es una herramienta electoral. Si los votás te dan Pfizer. Si no los votás, vemos".

Alberto Fernández le había agradecido por el gesto amistoso a su colega ruso Vladimir Putin, algo que luego se le volvió en contra cuando recibió una donación de EE.UU.

Desde el Gobierno: pragmatismo y un ajuste al "relato"

Ese fue el tono general de las primeras reacciones ante el anuncio de la ministra Vizzotti. No fue fácil de tragar para los militantes oficialistas, muchos de los cuales dejaron ver su desagrado en las redes.

Pero en el Gobierno están convencidos de que las polémicas, las revisiones a los contratos, los memes, las chicanas y la canción de Copani van a ser, a fin de cuentas, uno de los típicos temas de debate entre las "minorías intensas" que pueblan las redes sociales y miran los programas políticos de la TV cable, pero que no va a cambiar el ánimo de la mayoría, en la medida en que las vacunas lleguen.

Y asumió con pragmatismo que no hay mejor campaña electoral que una masiva campaña vacunatoria. Las encuestas son bien elocuentes al respecto.

A comienzos de año, cuando quedó en evidencia que no se cumpliría la promesa del entonces ministro Ginés González García, sobre vacunar a dos millones de personas -incluyendo a todo el gremio docente- para marzo, los sondeos mostraban un fuerte malestar en la opinión pública. Que, para colmo, se potenció con el escándalo del "vacunatorio VIP".

En aquel momento, un sondeo de la firma Giacobbe y Asociados dejaba un dato revelador: cuando se le preguntaba a la gente cuándo creía que recibirá la vacuna, un contundente 43% afirmaba que recién tendría la cobertura contra el Covid durante el año próximo.

Y, para alarma de los estrategas electorales del oficialismo, un sondeo de Synopsis encontró una diferencia importante en el humor social según si quien respondiera había recibido o no la vacuna. Era particularmente llamativa la diferencia cuando los interrogados eran personas que en 2019 votaron al Frente de Todos: entre quienes sí fueron vacunados, había un sólido 82,6% de apoyo, mientras que entre los que todavía están esperando, la fidelidad caía al 57,4%.

Esa preocupación fue lo que, en su momento, llevó a que se fijara como prioridad absoluta la aceleración de la campaña. Y cada llegada de cargamentos de vacunas a Ezeiza era celebrado por la comunicación oficial.

El objetivo fue llegar a las elecciones legislativas con un 75% del padrón ya vacunado, y bajar drásticamente el promedio de edad de quienes recibían la cobertura.

Al masificarse la vacunación y alcanzar a los segmentos de personas de 40 años y sin patologías de base, las cifras de aprobación del Gobierno tuvieron una notoria mejora. De hecho, en junio la caída en la imagen se empezó a revertir, y el temor a ser contagiado de covid empezó a caer en el ranking de principales preocupaciones de la población.

Esto mejoró el ánimo oficialista de cara a las PASO. En ese momento, la consultora Analía del Franco, a quien se le atribuye cercanía con el kirchnerismo, afirmaba: "La elección encuentra a la sociedad con preocupación en dos temas: vacunación e inflación. El proceso de vacunación está en marcha y es percibido con buen ritmo, un promedio de 70% de la población está conforme, llegando a casi un 90% en municipios de varias partes del país".

Pero esta situación tuvo un nuevo punto de quiebre cuando comenzó la "crisis de la segunda dosis". Es decir, cuando se empezó a vencer el plazo teórico de tres meses entre quienes ya habían recibido la primera vacunación -en general Sputnik- y temían que se perdiera la efectividad de su cobertura inmunológica. Para empeorar el cuadro, la mayoría de las personas que se encontraban en esa situación eran ancianos, que fueron los primeros en la lista de la campaña.

Es por eso que, ante la crisis de oferta de la vacuna rusa, el Gobierno optó por el pragmatismo. Y apuesta a que, como ocurrió tantas veces, finalmente lo único que termine primando sea la tranquilidad por haber recibido las vacunas y las polémicas pasen al olvido.

A juzgar por los antecedentes y las encuestas, será así. Salvo, claro, para la minoría hiper politizada. Entre los opositores, se celebra este momento, que tal vez tenga el efecto de aliviar las heridas internas que dejó el desplazamiento de los "duros" a manos de la línea blanda que conduce Horacio Rodríguez Larreta.

Más difícil, en cambio, será encontrar una vuelta de tuerca al "relato" para levantar el ánimo de la militancia kirchnerista. Por lo pronto, el orgullo por ser uno de los pocos países en fabricar vacunas contra el covid ha quedado devaluado: el laboratorio Richmond, que había anunciado que ya en junio estaría produciendo a un ritmo de un millón de Sputnik criollas al mes, para incrementar hasta un nivel de cinco millones, todavía no inició su producción.

Todo un golpe para el "gobierno de científicos", que ya había tenido un revés con las dificultades logísticas de la AstraZeneca de producción nacional.

Pero también es cierto que si algo ha caracterizado al "relato" es su capacidad de maleabilidad: siempre encuentra la forma de justificar una postura que hasta hace poco tiempo se calificaba de inaceptable. Pasó con una larga lista de temas, desde YPF hasta la ley de aborto, desde el cepo cambiario hasta el uso de la nueva ayuda del FMI. Y volverá a pasar: con la fecha de las elecciones a la vista, el aterrizaje de las dosis de Pfizer en Ezeiza será adaptado al discurso "nacional y popular"

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