La estrategia "electoral sanitaria" que persigue el Gobierno: qué porcentaje de votantes vacunados buscan
Cada gobierno tiene sus obsesiones, marcadas por el clima de época. Los allegados de Néstor Kirchner contaban que, al inicio de su mandato, tenía por costumbre llamar todos los días a la AFIP y al Banco Central para llevar un control diario de cómo venían las dos cajas más importantes del país: la fiscal y la de las reservas. En estos días, cada vez queda más evidente que el conteo que obsesiona al Gobierno de Alberto Fernández es el de la llegada de vacunas al país.
En la coalición oficialista -como en todo el ámbito político- se instaló la idea de que el nivel de vacunación contra el Covid será un elemento determinante para la evaluación de la gestión por parte de la opinión pública. Y, por lo tanto, que de ello dependerá en gran medida la suerte del peronismo en las elecciones legislativas de fin de año.
Tiene su explicación racional, claro: un reciente sondeo de Synopsis encontró una diferencia importante en el humor social según si quien respondiera había recibido o no la vacuna. Y es particularmente llamativa la diferencia cuando los interrogados son personas que en 2019 votaron al Frente de Todos: entre quienes sí fueron vacunados, hay un sólido 82,6% de apoyo, mientras que entre los que todavía están esperando, la fidelidad cae al 57,4%.
La conclusión es evidente: si la coalición peronista quiere afirmarse en el poder, en un año en el que la economía le va a jugar en contra -sólo en cuatro meses ya se acumuló una inflación de 17,6% y los economistas hablan de un 50% para diciembre-, tiene que apuntar todos los esfuerzos de su gestión a la campaña vacunatoria.
A su modo, el propio Martín Guzmán avaló esa visión, cuando en una visita a Moscú la dijo a la cadena Russia Today: "En este momento, para nosotros la mejor política económica es conseguir vacunas, porque básicamente eso lo que nos va a permitir es que haya distintos niveles de inmunidad en nuestra población y que el nivel de incertidumbre, por lo tanto, baje y la economía esté más robusta".
Sobre la robustez de la economía sigue habiendo dudas, al punto que hoy ya está seriamente puesto en duda el pronóstico de Guzmán sobre que la economía crecerá al 7%. Más bien al contrario, hay economistas que están previendo un modesto rebote de 4%. Lo cual, en términos de estrategia política, hace más protagónico aun el tema de las vacunas.
Es por eso que fue tan fuerte la insistencia oficial por posponer las fechas del calendario electoral -llevando las PASO de agosto a septiembre- cuando todo hacía suponer que, desde el punto de vista económico, esa movida implicaba más riesgos que beneficios, ya que los economistas plantean que el riesgo de turbulencias financieras aumentará sobre fin de año.
Pero las calculadoras en los centros de estrategia del Gobierno están ahora abocadas a otra cuenta. Básicamente, a si se podrá llegar al objetivo de que no menos de 25 millones de personas hayan sido vacunadas con la primera dosis antes de las elecciones.
Un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta las dificultades con las que arrancó la campaña. Pero más aun si se lo contrasta con el pesimismo de la población. Una encuesta realizada por la firma Giacobbe y Asociados deja un dato revelador: cuando se le pregunta a la gente cuándo cree que recibirá la vacuna, un contundente 43% cree que recién tendrá la cobertura contra el Covid durante el año próximo.
La muestra se completa con un 25,7% que cree que será vacunada en el período que va desde ahora hasta las elecciones, mientras un 7,4% espera la dosis sobre fin de año. Los que respondieron que ya habían sido vacunados son un 19,8%.
Además, casi seis de cada diez encuestados opinaron que el Estado no debería tener el monopolio de la compra de las vacunas y que se debería abrir al sector privado la posibilidad de traerlas al país y ofrecerlas a todo ciudadano que las pueda comprar.
Apostando al cambio de humor
Estos números dan la pauta de la magnitud del desafío que se le presenta al Gobierno pero también de la oportunidad. Si ante semejante demostración de pesimismo, se acelera la campaña vacunatoria, hay un margen para mejorar las chances electorales. Hoy, también según el relevamiento de Giacobbe, un 59% afirma que quiere que el Frente de Todos pierda las elecciones, mientras que sólo queda un 29,8% de fieles.
En otras palabras, la coalición gobernante arriesga la pérdida de un 18% del electorado que hace dos años lo había apoyado. Es eso lo que plantea como tema principal del debate político cuál será la reacción de un votante que creía que tendría que esperar un año para ser vacunado y que, para su sorpresa, es convocado para recibir su dosis en las próximas semanas.
Los sondeos marcan indicios en el sentido de que -en el caso de los votantes peronistas- ese malhumor se atenuaría notablemente. Es por eso que los analistas políticos más cercanos al oficialismo le están prestando mucha más atención a las estadísticas de llegadas de vacunas al país que a la evolución de los precios y los salarios.
Hasta ahora, las cifras oficiales indican que el país recibió 15 millones de vacunas, de las cuales ya se aplicaron 12 millones. Así, hay 9,4 millones de personas cubiertas con una dosis y 2,7 que ya tienen las dos dosis.
Es decir, todavía no se llegó a la cifra que Ginés González García había prometido que se iba a dar para febrero: el ex ministro había prometido que, con la campaña vacunatoria más grande de la historia, antes de que empezaran las clases habría 10 millones de vacunados. Claro, el polémico ex funcionario contaba con la provisión masiva de las vacunas de AstraZeneca, que en su momento había sido anunciada en cadena nacional por el presidente como un motivo de orgullo nacional por la participación de científicos argentinos en la fabricación del principio activo.
Padrón de vacunados versus padrón electoral
Sin embargo, los números que se hacen ahora permiten en círculos oficiales entusiasmarse con superar un ritmo continuo de más de un millón de vacunados por semana. Eso implicaría que, desde ahora hasta la celebración de las PASO de septiembre, se sumarían al menos 15 millones de vacunados.
Es decir, se cubriría el objetivo oficial. Lo cual, creen los más optimistas equilibraría las chances con vistas a las legislativas. El padrón electoral cuenta con unos 35 millones de personas, pero con un 20% de abstención. Si se mantuviera este patrón, esto implica una votación efectiva de unos 28 millones de electores.
Es decir, coincidirían aproximadamente los vacunados con los votantes. Claro que hay un detalle no menor. En el 20% de abstención suelen ubicarse las personas muy ancianas, enfermas o con dificultad para movilizarse, que es precisamente la franja de la población que recibió de manera prioritaria la vacuna.
En otras palabras, salvo que se produzca una fuerte aceleración en el plan previsto, más de una cuarta parte de los probables 28 millones de votantes para las legislativas, seguirán sin estar vacunados. Esto se explica al restarle a la población vacunada total los que de todas formas no concurrirán a las urnas por elevada edad o problemas de salud.
Los votantes sin cobertura de vacuna serán, en su gran mayoría, los jóvenes, que por la forma en que está diseñado el calendario vacunatorio quedarán para el final de la lista.
De todas formas, algunos funcionarios de la provincia de Buenos Aires -el bastión electoral del kirchnerismo- se permiten el optimismo. Como el ministro Daniel Gollán, que pronosticó que para septiembre estará vacunada la franja de 18 a 40 años en el principal distrito electoral del país.
Pasto para las "minorías intensas"
Pero los últimos días dejaron en claro que no todo se reduce a números a la hora de evaluar el impacto político de la campaña vacunatoria. La guerra de acusaciones cruzadas en torno al caso Pfizer da la pauta de que el macrismo -en especial el sector "duro" encarnado por Patricia Bullrich- quiere ir a fondo e instalar un vínculo automático entre vacunas y corrupción.
En principio, cuenta con un clima favorable para ello. El efecto boomerang de los retrasos de los primeros días, sumado al escándalo del "vacunatorio VIP" tuvo un alto costo en términos de imagen política para el Gobierno, que llevó a que el 60% de la población -según un sondeo de Management & Fit- considerara que no había capacidad para gestionar la campaña vacunatoria con eficiencia y transparencia.
Sin embargo, no todos los pronósticos son malos para el Gobierno. Las encuestas demostraron cómo el malhumor social empezó a disminuir en la medida en que la campaña vacunatoria avanzó.
El Gobierno ya había festejado como un logro propio el reconocimiento internacional de la vacuna rusa Sputnik V – a través de un artículo de la prestigiosa publicación médica The Lancet, que elogiaba su efectividad- y ahora está teniendo otro motivo de festejo, desde que se empezó a destrabar la situación de la vacuna de AstraZeneca demorada en México.
En tanto, decidió adoptar una estrategia clásica del kirchnerismo: pasar del rol de acusado a acusador. Es así que Ginés González García decidió abandonar su bajo perfil para contestarle a Patricia Bullrich y negar cualquier posibilidad de irregularidad en el frustrado contrato con Pfizer.
Las acciones legales contra la presidenta del PRO, a la que se intenta llevar a los tribunales por calumnias, son toda una prueba de que la "grieta" sigue dando resultados. No logrará cambiar el humor del centro del electorado, pero sí mantiene alto el grado de fidelidad de las respectivas "minorías intensas".
En este caso, el Gobierno aprovecha las buenas noticias de los últimos días sobre la llegada de vacunas y toma la acusación de Bullrich como argumento dirigido a su propia base militante. En el núcleo kirchnerista predomina la expectativa de que la nueva polémica hará que de vaya disipando el enojo por el "vacunatorio VIP".
El desafío de sostener el ritmo
El desafío vacunatorio/electoral es claro: si se mantiene un ritmo de un millón de dosis aplicadas por semana -y se sigue priorizando la cobertura de la primera dosis por encima de la segunda-, entonces se llegará a la fecha de las PASO con tres cuartas partes del electorado cubierto.
Y si ese ritmo se sostiene en las semanas siguientes, se llegará a las legislativas de noviembre con casi todo el padrón cubierto por la vacuna.
La pregunta clave es si la campaña podrá sostener su actual nivel sin interrupciones. Por lo pronto, en el corto plazo todo indica que sí. Sobre todo a partir de haberse destrabado la provisión de AstraZeneca.
Hay cuatro partidas listas en México y una en Estados unidos, listas para partir en los próximos días. Entre todas, suman más de dos millones de dosis. A esto se debe sumar otro medio millón de dosis de la Sputnik V procedentes desde Rusia. Y hay un preacuerdo para la llegada de otras dos millones de dosis de la china Sinopharm.
En definitiva, en el Gobierno creen que en el transcurso de junio se recibirán más de cuatro millones de dosis, con lo cual se superará largamente la marca de 20 millones de vacunas recibidas. Mientras tanto, en los bunker de campaña siguen haciendo cuentas, ya convencidos de que la suerte de la coalición oficialista dependerá más de la gestión de la ministra Carla Vizzotti que de la de Martín Guzmán.