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Tras fuerte señal de Cristina, el Gobierno ahora prepara un giro pragmático bajo única consigna: no devaluar

El mercado trata de decodificar el llamado a un diálogo nacional. Se prevé una disposición a tomar dólares del FMI y mejorar la relación con el campo
28/10/2020 - 06:27hs
Tras fuerte señal de Cristina, el Gobierno ahora prepara un giro pragmático bajo única consigna: no devaluar

"Cada vez que tengo que tomar una decisión, en el fondo me pregunto: ¿cómo haría Néstor?, y trato de encontrar la respuesta". Así recordó el presidente Alberto Fernández a Néstor Kirchner, a diez años de la muerte del fundador del fundador del kirchnerismo. 

Lo hizo rodeado de dirigentes peronistas pero con el peso de una ausencia demasiado notoria, la de Cristina Kirchner, que fue la verdadera protagonista de la jornada.

Y acaso en su carta del lunes –a esta altura, uno de los hechos políticos más trascendentes desde el cambio de gobierno- Cristina haya dado una pauta sobre qué haría Néstor en una situación económica crítica como la que vive hoy el país.

Según reconocen sus partidarios y sus críticos, Kirchner podía ser vehemente y hasta agresivo, pero no era en absoluto un dogmático. Al contrario, demostraba pragmatismo en todas sus decisiones, y especialmente cuando estaba en juego su supervivencia política.

Fue así que eligió tener a sus rivales muy cerca. Dice la leyenda que, a los pocos días de asumir la presidencia, Kirchner les confesó a sus íntimos que sólo temía a dos personas en Argentina: el sindicalista Hugo Moyano, entonces en el apogeo de su poderío, y Héctor Magnetto, el principal ejecutivo del multimedios Clarín. Y precisamente se dedicó a cultivar la relación con ambos, que le dieron un apoyo invalorable en el inicio de su mandato.

Cristina, que luego se peleó con ambos, dio en su carta una pista respecto de cómo valora la lección de pragmatismo de su fallecido esposo: contrariando el reclamo de las bases sobre la necesidad de un giro del gobierno en el sentido de ir a un choque con los "poderes concentrados", la vicepresidente plantea el diálogo con esos actores.

Es por eso que el principal tema de comentario en el ámbito político, en las empresas y en la City financiera es cuál será el alcance y la naturaleza del acuerdo que Cristina propone para controlar la crisis del dólar.

Por lo pronto, las primeras conclusiones apuntan a que el Gobierno tiene en claro qué es lo único que no puede permitirse: devaluar. Ergo, cualquier medida que ayude a no devaluar –por lo menos hasta las elecciones legislativas de 2021- será considerada dentro de lo posible.

La carta de Cristina Kirchner marcó un punto de inflexión en el panorama político
La carta de Cristina Kirchner marcó un punto de inflexión en el panorama político y anticipa un giro estratégico

Preparando el terreno para una marcha atrás

Por eso, el primer destinatario de la carta de la vicepresidente no es la oposición sino la propia base de apoyo político del kirchnerismo. El mensaje fundamental de Cristina es que en un momento de crisis debe primar el pragmatismo por encima de la visión ideológica.

El diagnóstico sobre que el principal problema económico del país es la naturaleza bimonetaria y la cíclica crisis de agotamiento de las reservas –y que se trata de un problema estructural que trasciende a todos los gobiernos- lleva implícito una definición política. Significa el reconocimiento de que, para Cristina, hoy el gran indicador a cuidar es el nivel de reservas del Banco Central y que, en consecuencia, el Gobierno no puede plantearse con criterio realista una pelea con los sectores que pueden proveer los dólares.

Hoy por hoy, esto implica que habrá que "tragar un sapo" difícil para el kirchnerismo: pedirle fondos frescos al Fondo Monetario Internacional. Era una versión que desde hacía algunas semanas recorría el mercado, concretamente la posibilidad de que el organismo cediera u$s5.400 millones.

Y ayer, luego de conocida la carta de Cristina, el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, confirmó que esa posibilidad está sobre la mesa de negociaciones, si bien por un monto "no muy exorbitante respecto del de antes".

Y economistas referentes del kirchnerismo, como Emmanuel Álvarez Agis, apuntaron en la misma línea: creen que si el Gobierno se compromete a una meta fiscal y a sostener la estabilidad cambiaria, la única forma de que esa política sea viable es con dólares del FMI reforzando las reservas.

"Si el Fondo propone gradualismo y cree que no hay que devaluar porque el tipo de cambio está bien y la brecha tiene más que ver con una cuestión financiera y no de competitividad, entonces el Fondo tiene que apostar a eso con recursos frescos. No puede haber gradualismo fiscal y después que Dios te lo financie", dijo Álvarez Agis en una entrevista con El Cronista.

Mientras tanto, el FMI dio un guiño a la Argentina en un documento que fue celebrado por el Gobierno: el organismo hace una autocrítica respecto de su anterior postura en favor de la flotación cambiaria y totalmente opuesta a los controles de flujos de capitales.

En base a "experiencias recientes" –donde, naturalmente, la más ilustrativa y costos en términos de dinero para el Fondo fue la del stand by de Argentina-, el staff de investigación del organismo concluye que "la flexibilidad del tipo de cambio puede aportar menos ventajas para la estabilización a través de la cuenta comercial de lo que se creía anteriormente, y que los movimientos del tipo de cambio en ocasiones pueden amplificar los shock cuando los flujos son volátiles".

Traducido, que el FMI reconoce un error al haber confiado en que su masiva ayuda financiera a la gestión Macri sería suficiente para estabilizar la situación, si al mismo tiempo no se adoptaba un esquema que impidiera la fuga de capitales.

En definitiva, el Gobierno cree que con este "nuevo Fondo" se puede firmar un acuerdo. Claro que no es fácil para quienes subieron a las redes videos con el lema "No volvamos al Fondo" aceptar ese argumento, y por eso la carta de Cristina viene a cumplir la función de preparar a la militancia para aceptar que esa misma medida que en su momento se le criticó a Macri, ahora sí será conveniente.

Por lo pronto, el Gobierno ya está dando señales de austeridad fiscal que van en línea con las exigencias clásicas del FMI. Acaso la situación más clara sea la discusión por la nueva fórmula de indexación jubilatoria: el Gobierno impulsa un mecanismo que ata las jubilaciones a la recaudación de la Anses.

Una iniciativa totalmente afín a la ortodoxia fiscal que, si hubiese sido aprobada por el macrismo, habría causado conmoción violenta en el país.  Y un argumento más a favor de aquellos que dicen que solamente el peronismo puede realizar los grandes ajustes sin perder el control político y social.

También para Cristina "pasaron cosas"

Pero la carta de Cristina tiene otras puntas que por estas horas están siendo decodificadas en el mercado. Una de ellas es el llamamiento al diálogo, en particular con los sectores que pueden ayudar a controlar la crisis cambiaria. En Argentina, eso significa los exportadores del sector agrícola.

Tampoco resulta fácil para quienes militaron la expropiación de Vicentin y recuerdan con añoranza los años del IAPI y la Junta Nacional de Granos aceptar que hay que sentarse a dialogar con los "especuladores" que mantienen guardaros u$s6.000 millones en silobolsas y que no se conmovieron con la rebaja de tres puntos en las retenciones.

Sobre todo, después de las señales políticas de Cristina Kirchner, que marcó públicamente su discrepancia con Alberto Fernández cuando el Presidente convocó a los principales grupos empresariales al acto por la celebración del 9 de Julio en Olivos.

Pero Cristina parece dispuesta a rever esa actitud. Como afirma un analista cercano al peronismo: "Es cierto que parece contradictorio, pero pasa lo mismo que le ocurrió a Macri, en tres meses pasaron cosas".

El kirchnerismo se había mostrado crítico de la convocatoria del Presidente a empresarios, pero la carta de Cristina implica una revisión del diálogo
El kirchnerismo se había mostrado crítico de la convocatoria del Presidente a empresarios, pero la carta de Cristina implica una reconsideración del diálogo

El giro pragmático de Cristina llega al punto de que hasta incluye en su convocatoria al diálogo a los medios de comunicación. Tal vez la parte más extraña de su misiva, una especie de reconocimiento de que la crisis por el dólar blue se agrava por la prédica mediática y entonces es necesario plantear una tregua. No queda claro cuáles serían los términos de ese acuerdo.

En ese punto se mostró alineado el Presidente, que en una entrevista se quejó del rol de los medios en la crisis cambiaria: "Le meten en la cabeza que la Argentina va a devaluar. Es una técnica permanente en los diarios, principalmente en algunos. La brecha se genera porque hay operadores que mueven el contado con liquidación y a partir de ahí se empiezan a complicar las cosas".

Alberto en "modo Scioli" ante una Cristina que encarga una nueva coalición

Finalmente, queda la decodificación política de la carta de Cristina, con su contradicción mayor: ratifica como único responsable de las decisiones a Alberto Fernández pero en los hechos no hace más que recordar que el poder lo tiene ella.

Para empezar, porque la publicación de la carta tomó al Presidente tan de sorpresa como al resto del país. Luego, porque implicó evitar otra vez la coincidencia con Alberto en un lugar público, como estaba previsto que sería el homenaje a Kirchner.

Además, el hecho de que el diálogo multisectorial sea convocado por Cristina implica desconocer la utilidad o la propia existencia de las negociaciones que el Presidente viene llevando con el campo, la city financiera, la industria y los sindicatos. Tanto que a la hora en que se conoció la carta, Alberto estaba reunido con el empresario Alfredo Coto y luego, en la noche, hubo una reunión de funcionarios con popes de la industria automotriz.

Pero lo más llamativo es la ratificación de que el Presidente está en "modo Scioli". Ante la inevitable curiosidad periodística sobre cómo había tomado las críticas veladas de Cristina, dijo que había tomado el texto "como un respaldo".

"Puede haber cosas que no le gusten y si abre un debate, bienvenido sea; no hay discurso único, este es el gobierno de una alianza", afirmó Alberto.

En todo caso, se trata de una alianza extraña, en la que un vice debe aclarar que es el presidente quien manda en realidad. Y, casi contradiciendo lo anterior, da sus señales de aprobación o desaprobación sobre el accionar del mandatario.

En los hechos, la intervención de Cristina y la reacción de Alberto son extrañas para la Argentina, porque parecen más propias de los países de régimen parlamentario, como varias naciones europeas en las que el monarca o el presidente le encargan al primer ministro que forme una coalición de gobierno o que la reorganice cuando las cosas no salen bien.

Lo que la carta de Cristina dejó entrever es que esa delegación de poder está sujeta a revisiones periódicas y que pueden implicar el mandato de hacer cambios, ya sea de funcionarios, de políticas o de alianzas.