CLIMA DE CAMPAÑA

El regreso de Macri con carta explosiva: un mensaje a Cristina y otro para Rodríguez Larreta

Eligió un momento particular para su reingreso: cuando el Gobierno muestra debilidad y, además, la popularidad del jefe de la Ciudad crece a nivel nacional
POLÍTICA - 14 de Septiembre, 2020

No fue un detalle al descuido el momento elegido por Mauricio Macri para hacer su "reingreso" a la escena política nacional: coincidía una nueva jornada nacional de protesta, un momento de debilidad del Gobierno –golpeado simultáneamente por las cifras de la pandemia y por las turbulencias en el conurbano- y, también, por el surgimiento de Horacio Rodríguez Larreta como nueva figura de proyección nacional.

Todo eso determinó que el ex mandatario tuviera estímulo suficiente como para volver a marcar presencia no solamente ante el Gobierno, sino también dentro del propio espacio opositor, donde necesita revalidar pergaminos que le permitan confirmar su liderazgo.

El mismo domingo de la carta publicada en el diario La Nación, el ámbito político estaba algo alborotado por las declaraciones de uno de sus ex aliados, Emilio Monzó, que en una entrevista periodística calificó a Macri y Cristina Kirchner como "una etapa terminada" y le pidió al espacio opositor "armar un equipo con volumen político para gobernar, no un rejunte como hicimos la otra vez".

Antes de eso, todo el ámbito político había tomado nota del favor –todavía no está claro si voluntario o un efecto colateral no previsto- que le hizo el Gobierno a Horacio Rodríguez Larreta, por la forma en que se produjo la poda de un punto de los recursos fiscales la Ciudad y su traspaso al presupuesto de la provincia que gobierna Axel Kicillof.

Macri trata de "deconstruir" al líder alternativo

Rodríguez Larreta logró un inédito nivel de 40 puntos de rating en su alocución del pasado jueves por la noche, lo que da la pauta de la expectativa generada por su respuesta. Fue trending topic en las redes y noticia de tapa no solamente en los medios porteños sino también en los de casi todas las provincias.

La notoriedad nacional que su figura venía cosechando por la aparición conjunta con Alberto Fernández y Kicillof en las cadenas nacionales por la política contra el Covid 19 sumó ahora un poderoso espaldarazo, que proyecta su figura en todo el país.

El jefe de Gobierno porteño perdió recursos, sí, pero recibió a cambio una serie de atributos nuevos con los que ensalzar su imagen política. Primero, porque la "crítica" a la opulencia de la Ciudad es, en definitiva, un elogio involuntario a la capacidad de gestión hacia un distrito del país que hasta no hace muchos años sufría inundaciones de la misma gravedad de las que se siguen produciendo en el conurbano bonaerense.

Segundo, porque la discusión por el tema presupuestal le sirvió a Rodríguez Larreta para hacer el recordatorio de que la mitad de los asistentes a los centros de salud porteños no son residentes en la Ciudad, y que lo mismo ocurre con las escuelas, donde un alto porcentaje de la asistencia proviene de la provincia de Buenos Aires.

Pero, además, porque el zarpazo fiscal lo victimiza, y como saben todos los psicólogos, sociólogos y afines, eso de inmediato genera una corriente de simpatía, aun desde las provincias que eventualmente podrían ser beneficiadas por esa movida política.

La pelea con el Gobierno por los recursos fiscales le valió a Rodríguez Larreta la posibilidad de liderar el espacio opositor

De hecho, ya las encuestas de imagen venían indicando que el jefe de gobierno porteño tiene una aprobación de 67% en la provincia de Buenos Aires, donde disfrutó de un acelerado crecimiento de 16 puntos en su popularidad. Y esa opinión favorable comprende incluso a más de la mitad de quienes votaron por Kicillof en octubre pasado.

La situación llega al extremo de que Rodríguez Larreta pasó a ser un personaje popular en distritos como Córdoba, donde tal vez lo único más intenso que el sentimiento anti-porteño sea la pasión anti- kirchnerista. De hecho, uno de los detalles más importantes de los que tomó nota la mesa chica de Alberto Fernández fue la negativa del gobernador Juan Schiaretti a firmar la declaración de apoyo al recorte de la coparticipación a Buenos Aires.

Había sido sugestiva la frase de Rodríguez Larreta en la búsqueda tácita de la solidaridad del resto del país: "Hoy es con la coparticipación de la Ciudad, pero mañana puede ser la de cualquier otra provincia. Necesitamos ir a un federalismo en serio, donde cada provincia pueda crecer sin depender de la discrecionalidad del Gobierno nacional".

Eso implicó un guiño al resto del país, en el sentido de que aspira a una mayor independencia de las administraciones provinciales respecto del Gobierno central. Y, de hecho, todo su mensaje estuvo plagado de referencias que excedían la mera cuestión presupuestal porteña y que fijaban su postura como líder político nacional, como por ejemplo cuando criticó la movida de Alberto Fernández porque no contribuye a "unir a los argentinos".

De manera que la consecuencia de la jugada del Gobierno, políticamente hablando, fue positiva para el gobernante porteño.

El politólogo cordobés Gustavo Córdoba hizo, ante los medios de la provincia mediterránea, el diagnóstico político: "no les habló a los ciudadanos porteños sino a todos los argentinos".

También en Buenos Aires el politólogo Enrique Zuleta Puceiro afirmó que ahora Rodríguez Larreta entra en un camino que lo lleva a la postulación presidencial. Y Luis Tonelli consideró que, tras el incidente político, el jefe de gobierno, "se empodera".

Un mensaje de reconciliación con la clase media anti-K

En ese contexto, ya el foco de los analistas políticos se empezó a ocupar del rol de Cristina Kirchner en esta movida. Concretamente, si se había tratado de una astuta jugada de ajedrez por parte de la ex presidente, que de esa forma estaba lesionando el liderazgo opositor de Macri. O si, por el contrario, se trató todo de una movida improvisada en la urgencia por asistir con fondos a Kicillof y, como resultado secundario de esa decisión, se le dio un involuntario lanzamiento nacional a la figura de Rodríguez Larreta, que podría arrebatarle la presidencia al peronismo en 2023.

Lo cierto es que Cristina tiene motivos fundados para querer perjudicar a ambos, y ha dado muestras de que la figura del intendente porteño no le cae simpática. Sus insinuaciones en el sentido de que hay que atacar la gestión de Rodríguez Larreta datan ya desde el arranque mismo del período de gobierno de Kicillof.

Recién había iniciado ese debate sobre si Cristina se beneficiaría o si se perjudicaría por la súbita popularidad nacional del jefe de gobierno de la Ciudad cuando irrumpió la carta de Macri. Que, además, coincidió con la nueva convocatoria masiva de manifestantes a las calles de Buenos Aires y de las grandes ciudades del país.

Aunque no contó con la masividad de protestas anteriores, la jornada volvió a dejar en claro que goza de buena salud una fuerza opositora de clase media, que ve en el peronismo un peligro para con las instituciones republicanas y el derecho de propiedad. Y que esa corriente tiene deseos de manifestarse y que hasta disfruta de haber ganado la calle, un territorio tradicionalmente exclusivo del peronismo y la izquierda, donde ahora este nuevo espacio empezó a "jugar de local".

Fue, sobre todo, a esa gente a quien se dirigió la misiva de Macri. Y también, claro, a Rodríguez Larreta.

Porque Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se sorprendieron de haber leído por enésima vez las acusaciones en el sentido de que el proyecto de reforma judicial esconde la intención real de dejar sin efecto las causas judiciales por corrupción. A lo sumo, tomaron nota de que el ex mandatario recogió el guante de la ofensiva judicial en su contra y está dispuesto a dar la pelea.

En cambio, resultó sugestivo el paralelismo que trazó Macri entre las nuevas manifestaciones con las que le habían dado apoyo a su propia campaña reeleccionista el años pasado durante las marchas del "Sí se puede". O con las anteriores de repudio a la resolución 125 y en pedido de justicia por el fiscal Alberto Nisman.

"En la Argentina emergió algo nuevo. Ciudadanos movilizados y atentos que han ganado las calles", definió Macri. Que también dejó mensajes entrelíneas en esta frase: "Autoconvocada y vigorosa se hace oír como en las grandes gestas. Nadie debería sorprenderse cuando el pueblo rechaza decididamente una y otra vez los decretos de necesidad y urgencia y las medidas abusivas de un poder inoperante frente a la compleja y delicada realidad que se vive en nuestro país".

La nueva jornada de protesta le dio pie a Macri para vincular ese movimiento con la campaña del "sí se puede"

Si bien Macri comparte con Rodríguez Larreta la visión negativa sobre la gestión peronista, hay allí un matiz. Macri suscribe a las críticas contra la cuarentena estricta y además alienta abiertamente la movilización masiva. Lo cual puede leerse como una diferencia con el jefe de gobierno porteño, que coincidió con el Presidente tanto en la necesidad de la cuarentena como en la condena a las aglomeraciones de gente en las calles.

El ala dura del macrismo tuvo ayer otro motivo para ensañarse con Alberto -¿y también con Rodríguez Larreta?- al marcar que las muertes por coronavirus en el país habían pasado los 11.000 fallecidos. Y recordaron que el Presidente, cuando las estadísticas todavía eran favorables, había dicho que si el país hubiese sufrido la pandemia con Macri en el poder, tendría 10.000 muertos. Ahora, a pesar de las duras medidas de aislamiento, los epidemiólogos ya admiten que se podría llegar, como en Italia o España, a 20.000 muertes.

Macri, nuevamente consciente de quiénes fueron los más enojados por la cuarentena y los que están liderando la protesta, tuvo un párrafo dedicado a recordarles que él es el defensor de sus intereses: "No se puede producir ni trabajar para llevar el pan a la mesa de las familias argentinas, porque la idea es avasallar a la clase media para conseguir clientes dependientes del favor del Estado para poder sobrevivir. No se reconocen los derechos básicos de los ciudadanos para que cada uno proyecte su vida como quiera hacerlo, porque es el Estado el que aspira a decidir por nosotros. Pretende nivelar para abajo".

En definitiva, Macri marcó su regreso a la pelea política, su deseo de volver a liderar y, probablemente, de reclamar la postulación presidencial. El Gobierno, que salió a responderle en las redes sociales, ya tomó nota de eso. Y Rodríguez Larreta también.

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