Luis Costa: "Cristina podría ser para Alberto el equivalente de lo que Carrió fue para Macri"
A más de un mes de haber asumido Alberto Fernández, con la designación de su equipo de funcionarios y las primeras decisiones tomadas, iProfesional entrevistó a Luis Costa, sociólogo y analista político, para evaluar las primeras impresiones de la nueva gestión.
Respecto de la lucha de poder que existe entre el actual Presidente y Cristina Fernández Kirchner, el ex analista de Ipsos opina que el único conflicto que puede haber entre la dupla gobernante es si la ex mandataria realiza "alguna declaración pública", y compara su rol con el que tuvo Elisa Carrió respecto de Mauricio Macri.
-¿Cómo califica los desafíos políticos que tiene Alberto Fernández luego de observar su primer mes de Gobierno?
-Tiene más de un frente a considerar. Al ser una figura que nace de un intento de moderación del kirchnerismo, puede jugar a la no grieta y ser al mismo tiempo una negación de ese kirchnerismo y al mismo tiempo no ser tampoco la oposición. Creo que él comprende muy bien las oportunidades que se le presentan como algo diferente a los dos actores centrales de la política argentina de la última década. Podría llegar a construir a él como gobierno, y al resto como una suerte de oposición compartida, que al mismo tiempo se enfrenta entre sí. En definitiva, su principal desafío es constituir su lugar en el universo político.
-¿Cuáles son los puntos que destaca del Gabinete conformado por el Presidente?
-Es muy difícil establecer un diagnóstico, será el tiempo de la misma gestión lo que podría ofrecer claridad en ese sentido. Creo que es muy importante la novedad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, que como primera ocasión tiene los mayores desafíos.
A nivel general, dividiría el Gabinete en dos momentos. Uno fue el proceso de su designación. Allí fue claro que los seleccionados fueron producto de un proceso de negociación muy fuerte y que tal vez el listado final de nombres no reflejaba al 100% de lo que Alberto Fernández hubiese elegido como primera opción para cada cartera. Sin embargo, creo que el mismo funcionamiento de la gestión convierte a esa primera instancia en algo viejo. Así, el segundo momento creo que debe asumirse en el análisis, que es el de la gestión misma.
-¿Cómo se aplicaría esto último?
-El trabajo de los ministros y las ministras tiene el peso de la problemática diaria. Nadie más que aquél que lo vive cotidianamente puede comprenderlo. Es una cuestión operativa. El fantasma de Cristina operando sobre el Gobierno no pensó en la cuestión de justamente esa dinámica, y Cristina no tiene forma real de estar al 100% sobre la que sería su gente. Puede que la definición de dominación de Alberto sobre todos esos designados tenga, entre otras cosas, el beneficio simple de los problemas cotidianos.
-¿Qué opina de las señales que brindó Cristina respecto de su fortaleza dentro del Gobierno?
Se conocieron detalles de la denuncia de la sobrina de Alperovich: "Le pedía que pare y no se detenía"
-Ella ha jugado un rol muy relevante en las decisiones de los nombres de los ministros y las ministras y ha mostrado su influencia en la votación de la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva. Esto último fue muy relevante para despejar la posibilidad de expansión en la gestión de Alberto Fernández. Sobre el resto no estoy tan seguro de qué nivel de control o fortaleza realmente esté expresando.
-A causa de eso, ¿cómo piensa que será la relación de poder entre Alberto Fernández y su vicepresidenta?
-Creo que estarán separados por la misma gestión. El único espacio en que Cristina podría producir algún inconveniente es en una declaración pública, lo cual la convierte en una especie de equivalente funcional de Carrió con Macri. Sus roles formales no alcanzan a definir sus funciones simbólicas ya que ambas se erigen como el control de calidad de la promesa original. Igualmente, por ahora Cristina se está colocando realmente al margen, algo que Carrió nunca realmente hizo. Ella se ocupó de tener muchísima centralidad, con la simulación de no tener intenciones de poder, y toda vez que lo consideró salió a hacer públicos sus apoyos o críticas.
A Cristina, en cambio, por ahora se la nota bastante conforme y confiada en que la gestión diaria se está llevando adelante con el oficio que considera el peronismo tiene para ofrecer en cuestiones de crisis económica.
Para Provincia de Buenos Aires puede que tenga el ojo más colocado en el día a día. Kicillof parece mucho más atento a la aprobación de ella y a sostener un perfil de gestión, que recuerda más al kirchnerismo de la segunda presidencia de Cristina, que a lo que hoy el Presidente intenta expresar. Su demora y conflictos en la aprobación de la Ley expresaron justamente eso.
-¿Cómo jugará el Congreso y los gobernadores en este Gobierno?
Grabois, contra las tarjetas del plan Alimentar: "Tomar de boludos a los pobres no me cabe"
-Los gobernadores entienden que el pragmatismo es un aliado necesario en condiciones como las actuales. Mientras más encuentren a Alberto, y menos a Cristina, para ellos es más apacible el camino. No aparece, por ahora, ninguno con intenciones de representar una crítica o centralidad opositora, ni interna, ni externa. Todos están con problemas de presupuesto y demanda de recortes. El avance del Gobierno los invitará a encontrar sus propios problemas, como por ejemplo la definición de las retenciones, y verán qué rol asume cada uno. Por ello, el Congreso actual es probablemente el cuerpo con mejor comprensión de lo importante de la negociación. La consolidación de dos grandes bloques, y el rol de Sergio Massa como presidente, garantizan una dinámica mucho más pragmática que conflictiva. El resultado electoral permitió que las dos grandes fuerzas se reconozcan en sus respectivos poderes.
-¿Qué opinión tiene de la postura que tiene el Gobierno frente a Venezuela y el conflicto entre Irán y Estados Unidos?
-Me parece relevante que Argentina está asumiendo expresiones más bien pragmáticas y no tan ideológicas. Respecto a la situación de Irán, el Gobierno describió que hay que aumentar la atención, y en relación a Venezuela no felicitó el conflicto. Eso expresa realmente una acción que busca evitar la repercusión interna de una declaración sobre asuntos externos. Parece algo muy bien orientado por la gestión de Alberto Fernández que intenta no ser kirchnerismo puro. Ese es uno de los pasos.
-¿Cómo evalúa la lucha de poder que se planteó en la provincia de Buenos Aires con el voto del presupuesto e incremento de impuestos y la réplica en la ciudad de Buenos Aires con la intención de quita de parte de la coparticipación?
-Creo que cada caso tiene su propia complejidad. No los veo como parte de lo mismo. En provincia de Buenos Aires pareciera que, por ahora, el gobernador debe encontrar la forma, si es que eso le parece relevante, de llevar adelante un gobierno asumiendo que hay otros que pueden pensar diferente, y que esa consecuencia es la consideración de la importancia de negociar. No estoy seguro de que se trate de un conflicto económico, sino del avance en la gestión de una modalidad unilateral.
Respecto de la Ciudad de Buenos Aires entiendo que está en pleno proceso de negociación. Es algo que recién comienza y es demasiado pronto para construir una opinión sin saber el resultado. De cualquier manera, la Ciudad de Buenos Aires no es su público predilecto (del Gobierno). Diría que es un achique de gastos que se impulsa con mayor comodidad por tratarse de un gobierno contrario en un territorio hostil al peronismo. Pero no hay que confundir esa facilidad con venganza. Por eso creo que hay que esperar al resultado final de la negociación.