Palma Cané: "Lo que sucede en Chile y Bolivia puede ser espejo en la Argentina: acá la pobreza es de 40%"
La región es literalmente una caldera, con conflictos sociales y políticos explícitos, donde hoy están en la vidriera mundial las manifestaciones y hechos de violencia claros que se evidencian en Chile y Bolivia.
Respecto de esta situación, que para algunos expertos puede volverse un "espejo" para otros países latinoamericanos, incluso para Argentina, iProfesional dialogó con el analista internacional Luis Palma Cané, donde desmenuza estos sucesos sociales que están golpeando y moviendo los esquemas de las democracias contemporáneas.
-¿Cómo analiza lo que está ocurriendo en Chile?
-Lo que es claro es que en los últimos años Chile tuvo una muy buena performance macroeconómica, con un crecimiento importante del producto bruto, una caída del nivel de desempleo y de la pobreza. Entonces, la pregunta a hacerse es: ¿por qué ahora ocurre este estallido social? Creo que la respuesta hay que buscarla en un denominador común de todas las manifestaciones que se están dando en general en el mundo y en América Latina en particular, que tiene que ver con la fuerte crítica de la sociedad de los estratos medios y medios bajos, sobre todo, de la falta de capacidad del establishment político para satisfacer las necesidades de la población y de los elevados niveles de corrupción que se presentan.
En el caso chileno, si bien se agrega el caso de la inequidad social, a pesar que ha mejorado mucho la distribución, la gente pretende con razón que ante el crecimiento del producto bruto esa mejora se derrame más hacia los sectores medios y medios bajos. Y, por lo tanto, que mejore aun más su nivel de bienestar. El problema no es que ha subido la pobreza, al contrario, ha bajado la inequidad social, el tema es que no es suficiente. En especial, hay una demanda muy fuerte en Chile de un mejor acceso a la salud y a la educación.
Dicho esto, agregaría que es claro que las manifestaciones, las protestas, han surgido de forma espontánea, pero no me cabe la menor duda que también han intervenido grupos radicalizados, profesionales de la violencia. No es concebible que un sector medio o bajo de la sociedad, trabajadores, tenga como objetivo quemar 35 estaciones de subte. Eso viene de otro lado.
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-¿Cómo puede salir Chile de este conflicto tan extenso y violento?
-Logrando la pacificación y, fundamentalmente, lo que se expresó en estos días de revisar una Constitución que viene de la época de Pinochet, a la que hay que hacerle los cambios que sean necesarios para lograr una mayor inclusión social, dando mejoras en salud y educación.
-¿Y respecto de Bolivia, qué análisis realiza de su situación?
-En Bolivia se da el mismo denominador común que en la región, pero quizás con distinto grado de importancia relativa, que es la protesta de un segmento de la sociedad, en este caso los sectores medios y medios altos, sobre el establishment político, por la dictadura ideológica de Evo Morales, para decirlo de una forma más clara. Y también es una protesta por el elevado grado de corrupción.
Entre los problemas que se repiten en la zona, se presenta una inequidad social en dicho país, a lo que se agrega un factor adicional a las críticas a la pobreza, corrupción, entre otros factores, que tiene que ver con un tema de estructura étnica. Es decir, con la famosa grieta que hay en Bolivia de los sectores de origen indígena (al que pertenece Morales) y los que no son de origen indígena (la etnia blanca). A nivel personal, creo que no hubo golpe de Estado, al menos no uno tradicional, porque no es como en los ´70 u ´80 que los militares desalojaban al Gobierno y tomaban el poder
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-¿Y qué solución podría tener Bolivia a esta crisis?
-Creo que la solución seguramente pasa por hacer nuevas elecciones y constituir una asamblea legislativa en función de lo que vote la sociedad.
-¿Cómo impactan estos conflictos regionales en la Argentina?
-Es muy claro el impacto: primero, se eleva el grado de incertidumbre al contexto regional, lo cual afecta, evidentemente, al nivel de actividad económica argentina y a sus exportaciones, entre otras cuestiones. Pero también impacta por el efecto espejo que puede tener esto: acá el escenario social no es el mejor, tenemos una pobreza que va a rondar el 40%, donde la mitad de los chicos menores de 15 años son pobres y hay 5 millones de indigentes.
A eso hay que sumarle que el país tiene una distribución del ingreso que tampoco es la óptima. O sea, acá todavía no han aparecido manifestaciones pero el denominador común existe, hay una fuerte crítica en Argentina a la corporación política y muchísima critica a la corrupción. El episodio ahora se está canalizando en el nuevo gobierno de corte más populista, de izquierda, que en principio tendería a corregir esa situación.
Lo que ocurre es que no es fácil hacerlo en la actualidad porque todo lo que sea populismo necesita caja, y este nuevo gobierno no la va a tener porque se acabó la posibilidad de tomar deuda en el sector externo. La única fuente para financiar una mejora sería una emisión lisa y llana, que conduciría a un nivel de inflación muy superior al 50% actual, rayando en una posibilidad de hiperinflación. Así que el impacto es, en síntesis, negativo.
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-En general, ¿cómo se pueden transmitir a la región estas manifestaciones que hay en Chile y Bolivia?
-Creo que es muy claro el denominador común que está prácticamente en todas las naciones de la región, y en casi todo el mundo, la critica a la corporación política que se mantiene en el poder sin preocuparse o sin lograr una mejora para toda la sociedad en su conjunto, y a los elevados niveles de corrupción.
-A nivel político, ¿de qué manera tomó las reacciones locales de los dirigentes frente a los conflictos en esos países?
-Respecto de las reacciones que hubo, me parece que primero, como sucede normalmente en este país, en las discusiones se pierde el foco o se desvía el interés a temas menores. Por ejemplo, en este momento parecería ser el centro de la discusión sobre Bolivia, tanto para el gobierno actual como para el próximo, es si se trata de un golpe de Estado o no. Esa no es la discusión de fondo que se debe plantear, que es de un plano jurídico, sino que hubo un abandono de poder por parte de Evo Morales, del que insisto en que fue el primero en violar la Constitución, al desconocer el plebiscito y en cometer fraude.
Por el lado de Alberto Fernández, él se suma a la izquierda progresista que dice que es un golpe de Estado, por más que no lo sea y menos del estilo militar de la fuerza del ejército como asegura. Creo que la respuesta del Frente de Todos es equivocada, teñida de ideología. Mientras que la respuesta del Gobierno fue vergonzante, porque negó el golpe de Estado pero no le brindó la autoridad que debería otorgarle, como ya ha hecho Estados Unidos y otros países a la nueva Presidente interina. Me hubiese gustado algo más firme. En síntesis, equivocada la posición de Fernández y acertada la del gobierno argentino, pero muy tibia.